Benjamín Walker presentó su nuevo disco junto a inmensos brotes de felicidad
Sala Master, 8 de septiembre 2017.

Por Jorge Fernández.
Fotografías por Victor Santibañez.

La noche del pasado viernes 8 de septiembre tuvimos la oportunidad de sentirnos en nuestra casa, en el living de nuestra casa, para ser más específicos. Sobre la alfombra y en medio de lámparas iluminadas, los instrumentos colgaban desde un sentimiento imaginario que, poco a poco, empezaba a brotar. Y es que precisamente a eso íbamos, a ver germinar el sólido talento de un músico nacional empoderado con su arte. Tras su exitoso primer disco titulado Felicidad (2014), correspondía el turno a los nuevos aires que trae su reciente álbum Brotes (2017). El reloj marcaba las 21:40 hrs. cuando Benjamín Walker se sentó en el sillón principal de la Sala Master y, junto a excelentes acompañantes musicales, nos regaló un concierto cómodo y altisonante.

Pero la velada con invitados comenzó antes, pues quien salió en primera instancia al escenario fue Martín Berríos, el que, en aproximadamente 20 minutos, nos mostró parte de su repertorio musical en el que destacaron canciones, tales como “Incendio” o “Prometer el Alma”. Una presentación certera y sin aspavientos exagerados para comenzar lo que sería una mágica velada.

Hablar de Benjamín Walker es hablar de Benjamín Walker. Así, sin más. Ya no es necesaria la reminiscencia hacia sus raíces, aunque a él parece no molestarle. El músico de 25 años hace carrera por sí solo y eso queda demostrado en su vitalidad, cercanía y entrega para con su público, quienes, tras cada canción, ovacionaron con admiración la prolijidad del artista que tenían en frente.

El concierto fue un recorrido por todo su reciente disco, donde canciones como “Tu Valor” o “Duelo”, resaltan en medio de un nutrido conjunto de temas con una calidad indudable. Como ciclo de vida, el transitar intermitente por este álbum estuvo mediado por su comienzo y final, ya que la presentación empezó con “Brotes” y terminó con “Florecen”, algo completamente análogo con lo que vimos en escena, aunque las ramificaciones que se dieron entre estas canciones también fueron construcción armónica de un todo.

Las primeras melodías estuvieron acompañadas de un hermoso cuarteto de cuerdas, cuyas notas se impregnaban en la piel de cada asistente. Junto a ellos, se alternaba la batería, el bajo, la guitarra eléctrica y acústica, entre otros instrumentos. Todo era sonidos, todo un confort acústico que inundaba el recinto.

Javier Barría y Carolina Nissen fueron también parte importante de la suntuosidad musical vivida. Junto al protagonista de la noche, interpretaron aquellos temas que los llevaron a recorrer juntos las calles de México, debido a la musicalización de una obra de teatro. Así, de sus voces conjuntas, surgieron las interpretaciones de “Lo que Aprendí” y “Celoso”.

De Felicidad no hubo mucho. Hablando del disco, por supuesto, porque si somos sinceros, una de las cosas que más se sintió, fue precisamente esa palabra reflejada en las intervenciones de Benjamín con su público, en los agradecimientos, en los aplausos y en la admiración ante un verdadero talento. De ese primer disco, pudimos escuchar, para cerrar tan pomposo momento, “Felicidad”, “Daniela” y “Sigues en Mí”.

Benjamín Walker dio con la nota justa, esa que se busca incluso cuando, a veces, parece no llegar. Lo importante no fue que una guitarra no se escuchara o la impaciencia del público cuando se quiere afinar un instrumento, aquí la esencia radicó en que todo se hizo bien y eso quedó plasmado en los rostros de cada uno de los asistentes, en los cuales se veían, claramente, inmensos brotes de felicidad.

Setlist
Brotes
Su Mirada
No Basta Con Amar
Que Me Lleve el Mar
Tu Valor
Golondrina
Lo que Aprendí
Celoso
Duelo
Dejar y Amar
Un Beso Más
Luna del Desierto
Florecen
Felicidad
Daniela
Sigues en Mí

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