Bomba Estéreo en el Teatro Caupolicán: sobre la filosofía del baile
28 de noviembre 2018.

Por Johanna Dagnino.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

Es la tarde de miércoles, un calor asfixiante hace varios días golpea nuestra capital, se siente el verano adentrándose en nuestros cuerpos lentamente, a paso seguro. En pleno centro de Santiago comienza un desfile de trajes floreados y camisas tropicales que hacen juego con la vibra de la jornada. Se trataba de la primera visita en solitario de Bomba Estéreo, quienes ya habían agotado semanas atrás todas las entradas para este show. La visita venía de la mano de su Jungla Tour y Ayo, su última producción discográfica que, a estas alturas, ya es parte del acervo musical de una fanaticada fiel que supo responder a la energía mostrada por la banda.

Ya a las 20 horas se sentía el lleno total y la euforia de una audiencia hambrienta por baile y que pudo cumplir todas sus expectativas en lo que vino después. El escenario estaba adornado con los colores de la jungla, repleto de plantas que emulaban este ambiente selvático y que, acompañado por un altar frutal, se convertirían en la escenografía perfecta para esta banda. Poco antes de ser las 21:15 horas las luces se apagan y se proyecta un video de #SiembraConciencia, campaña impulsada por este grupo y que persigue la defensa y cuidado de los recursos naturales. Esta breve intervención fue ovacionada y causó la reacción, en ocasiones tibia, de los asistentes frente a datos tan duros como que con la cantidad de residuos que generamos podríamos cubrir un país como Argentina completamente.

Tras esto, aparece la banda. Al rato se asoma la figura verde metalizada de Li Saumet y la audiencia estalla porque sabe, de un modo u otro, qué es lo que están por vivir. Ella, con su energía y su vibra nos invita a meditar, respirar profundo y conectarnos; a olvidarnos de todo y de todos para vivir “uno de los rituales más antiguos que existen: el baile”. Tras una breve introducción musical la intensidad solo fue in crescendo de manera progresiva y sin dar tregua. “Caribbean power” fue la elegida para dar el vamos a una fiesta que tuvo saltos, bailes y euforia catártica.

Hoy en día es extraño encontrar conciertos en los que los celulares no sean los protagonistas y Bomba Estéreo nos regaló anoche una de esas oportunidades. Tal vez las personas estaban muy ocupadas bailando, tal vez las manos solo podían agitarse en el aire siguiendo los bailes frenéticos y sabrosos del impresionante poder femenino de la vocalista, tal vez lo importante era entregarse al rito y guardar el secreto en ese Caupolicán repleto. Sea como sea, el celular fue la excepción y la fiesta se vivió a lo largo de una hora 45 minutos sin detenerse en ninguna instancia.

El setlist fue tan variado como los colores que repletaban el teatro. Así hubo momentos para saltar y sacarse toda la mala energía del cuerpo siguiendo la invitación de su carismática vocalista quien nos pidió pensar en todos quienes nos critican y cantar a todo pulmón “Soy yo”. El recinto se derrumbaba, vibraba el piso con los saltos desenfrenados que se sincronizaban con los de la banda. Otra lección que queda clara con Bomba Estéreo es que los aires románticos también pueden movilizar el cuerpo. “Amar así”, “Ayo” y “Somos dos” fueron una verdadera explosión, que permitía a los cuerpos contornearse el unísono, ya sea en parejas o con los otros que vibraban al mismo ritmo.

Punto aparte fueron, además, las visuales de la noche: transitamos la trasformación y la libertad entre serpientes y aves que, iluminados por una serie vibrantes colores, acompañaban con ese dejo psicodélico cada tema presentado por los colombianos. Se trata de una banda con una identidad clara, potente y renovadora en un momento en el que se repiten las mismas fórmulas y que atreverse con propuestas diferentes es muchas veces una odisea. Este sello, además, viene con una marca clara de intensidad, tanto en la entrega y la energía de la banda como en la respuesta de un público que proyecta la pasión desde el escenario hasta cada rincón donde alcance el sonido de Bomba Estéreo.

Si el dolor trae renovación, con “Duele” Saumet se corona con flores y colores vibrantes para renovar las vibras en el escenario: porque sí, aún quedaba intensidad y energías para seguir derrochando. La identidad no dejaba de hacerse presente, ya sea con la cumbiera flauta milo en sus temas, con velas, con el ondeo del vestido de colores: todo tenía ese gusto colombiano que permiten hablar de la importancia de las raíces y la identidad cuando la visión de un mundo globalizado desdibuja ese elemento propio.

Estos colombianos tienen ese gran mérito: poder hacer una cumbia psicodélica que suene propia y del mundo al mismo tiempo. Dejan el escenario inicialmente con una verdadera “Fiesta”; la ausencia fue breve porque se avivaba lentamente el “Fuego”. Quienes asistieron a este ritual gritaron, saltaron, bailaron y gozaron como si estuviesen exorcizándose todos sus demonios. Saumet se da un respiro para lanzar las frutas de su altar: “eran de verdad”, fue el comentario sorprendido de quienes no estábamos en la primera línea de la cancha.

Todo acabó con “El alma y el cuerpo”, una verdadera lección sobre lo que significó para cada ser esta noche en particular en el Caupolicán, porque el cuerpo se mueve al ritmo de la música, porque el baile sana el alma y así se vive otra forma de liberación. Con un sonido diferente e innovador (si es que es lícito usar este término aún en una época en la que todo ya ha sido creado). La fusión nos hizo mezclar raíces y psicodelia, alma y cuerpo, baile y rito en una noche que, definitivamente, nos dejó cargados de con renovación y paz en el corazón y en los pies.

Setlist:
Intro
Caribbean power
Qué bonito
Soy yo
Caderas
Amar así
Ayo
Somos dos
Duele
Algo está cambiando
Pájaros
To my love
Cumbia sicodélica
Fiesta

Encore:
Fuego
El alma y el cuerpo

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