Camilo Salinas en el GAM: En lo simple parece estar lo esencial
13 de abril 2018.

Por Manuela Beltrán.
Fotografías por Leonardo González.

El encuentro con obras que no tienen más que un sólo instrumento y que no tienen letra, nos coloca en un lugar particular como espectadores. La emocionalidad se vuelve bastante íntima y a la vez grandiosa y su fuerza radica en los acordes, en sus detalles, en su interpretación. No hay más. La primera presentación solista del músico Camilo Salinas es precisamente eso, simpleza y grandiosidad.

Hay algo en el propio instrumento que también es importante: el concierto se lleva a cabo con un piano de cola, un instrumento acústico, grande, fijo, de fuertes vibraciones con una presencia y mística propias. Se queda en un lugar y pocas veces se mueve. “Tuve la suerte de tocarlo mientras estudiaba música” mencionó el pianista durante su presentación. La sala 1 del Gam, fue particularmente adecuada para mantener la acústica y la intimidad de “Don piano” en este reencuentro con el pasado.

El concierto recopiló canciones antiguas y nuevas del artista y aún sin conocer a este Camilo Salinas solista, podemos transitar por su evolución. “Al 2000” y “Un hombre completamente vestido de blanco” fueron compuestas para la obra de teatro “Novecento” y poseen una carga dramática deliciosa. En su origen las canciones trataban sobre un pianista que nacía y moría arriba de un barco y que nunca tocaba tierra firme, pero sacadas de ese contexto, el público tuvo la licencia de imaginar lo que quiso. Salinas permite esa libertad a la audiencia. Las palmas de la mano enteras sobre las teclas, un trueno. Sonidos graves y agudos alternándose, un paseo tranquilo por Santiago.

“Voy a tocar más que hablar” fueron sus primeras palabras: la música no necesita presentación o explicación y se completa en la medida que el público la recibe. En su composición más reciente, por ejemplo, “La luz al agua”, fue Manuel García quien le ayudaría a elegir el título aludiendo a lo que la misma música evocaba en su amigo artista. La melodía se siente efectivamente alegre e iluminada y fue repetida al final, en el encore, debido a la gran ovación.

Lo que pasa con Salinas es que al escucharlo pareciera que ya lo conocemos, hay algo familiar en esta música que no es completamente jazz, no es completamente clásico, no es completamente popular y, sin embargo, hay algo de todo eso presente en ella. Reconocemos entre los acordes de “Sólo Piano” cadencias que pertenecen a canciones populares e históricas de Chile. Su sello está presente en toda la música en la que ha participado: Inti Illimani Histórico, Los Petinellis, 31 Minutos, la banda sonora de la serie Los 80.

“Sólo Piano” pareciera ser una banda sonora de la vida misma, la particularísima cadencia de lo cotidiano. Un transeúnte capitalino con audífonos escuchando la canción “Gracias” podría imaginar su vida inmersa en el dramatismo de una película. Un hermoso debut solista que es simple porque, como el dice el título, solo es él y su piano. Pero es a la vez grandioso porque la virtuosa interpretación transportó a cada persona en ese auditorio hacia su mundo interior, cada uno viajando por dentro gracias a esta estrecha y discreta relación entre un pianista y su instrumento.

Setlist:
Al 2000
Novecento
Jardineros
Gracias
Completamente vestido de Blanco
Nublado Parcial Despejado
Danza Digna
Muna
La Luz al Agua
Me robaste el corazón
Que bueno
Inseparables
La Luz al Agua

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