Por Francisco Aguilar A.
Pauta por Francisca Neira.

Teresita Cabeza es cantante, compositora, productora y DJ chilena, conocida actualmente bajo el seudónimo de su más reciente proyecto, Testa. Por estos días se encuentra lanzando su segundo álbum titulado Simbiosis en el que se mezclan lo análogo y digital, donde convergen ritmos, bajos, samples y armonías con sonidos acústicos y electrónicos.

Como primer single fue posible conocer “Todo”, el que incorpora sampleos de la clásica canción “Cómprate un tambor”, de su abuelo Antonio Prieto, además de la colaboración de Eduardo Caces (Lucybell). El segundo corte, “Mujer Lunar”, combina instrumentos electrónicos y orgánicos en diversos ritmos y armonías.

La presentación en vivo de Simbiosis se realizará este sábado 8 de septiembre en la sala SCD de Bellavista. En la previa del lanzamiento, pudimos hablar con Testa y en la siguiente entrevista se puede encontrar todo el detalle de dicha conversación:

Teresita, gracias por tu tiempo. Para iniciar esta conversación, sabemos que tienes estudios de música y que creciste ligada a ella, pero cuéntanos ¿cómo nace tu interés por dedicarte 100% y profesionalmente a ella?

Yo vengo de familia de músicos, entonces ser músico en mi familia era muy natural: un trabajo como cualquier otro. Mi abuelo (Antonio Prieto) y mi tío (Joaquín Prieto), siempre fueron muy profesionales y autodidactas ya que en esos tiempos no había mucha formación académica; sobre todo mi tío Joaquín: él le hacia las canciones a mi abuelo, le hacia los arreglos, al principio sin saber de música. Iba de oyente a algunas clases y hacía unas transcripciones casi de orquesta sinfónica, hacia arreglos de bronce y sin saberlo. Esa inquietud de no saber (ya que para mi abuelo era un misterio la teoría y la parte formal de la música) todo eso me impulso a estudiar. Entonces llegué a esos dos universos: el de la formación académica y la profesión familiar que heredé. Como hay familias de médicos, de abogados, de ingenieros, la mía es de músicos.

¿Qué influencia tiene en tu música el trabajo de tu abuelo, Antonio Prieto y tu tío, Joaquín Prieto? Sabemos que has ocupado partes de sus canciones en alguna tuya.

Es muchísima. Primero, mi abuelo tenía una voz alucinante. Para mí es de las mejores voces de Sudamérica, que marcó una época y un estilo ya que él fue de los primeros boleristas, pero él no componía. Su forma de cantar, su fuerza e interpretación espero haberlas heredado, sería muy pretencioso decir que sí las heredé. Hay grabaciones de 1960 y eran impresionantes, de esas grabaciones antiguas que eran con dos micrófonos y 4 pistas. No existía el autotool, ni todas las pistas que ahora se usan. Espero haber heredado un poquito de esa interpretación. De mi tío Joaquín espero tener la composición, la curiosidad de lanzarse a lo desconocido. Yo partí haciendo mis propias canciones con Yeccan, una banda que tuve en México, el 2006 y ahí empecé a hacer letras y melodías. Después con Galatea empezamos a profundizar en la composición, melodías, algunos arreglos de teclados, etc. Ya con Testa empecé a investigar de la música electrónica, el de hacer mis propias versiones, a reformularme, hacer remixes de canciones que no eran mías, me zambullí en el mundo de la electrónica. Tomé un curso de Ableton Live con Richi Luna de Tunacola; el viene de la Escuela Moderna (igual que yo), entonces tenemos el mismo lenguaje musical. Él me enseñó muchísimo y así me lancé a hacer mis propios beats, mis bajos, a mezclarlos con timbres infinitos. De alguna manera heredé la curiosidad de mi familia, el no tener miedo a lanzarse, tal vez sin tener tanto conocimiento formal de la ingeniería. Y sobre todo a ser auténtica.

¿Y qué significado o peso tiene para ti, como figura pública, el ser “la nieta de…”?

Tengo un backup familiar que es innegable, que es una maravilla. A lo mejor puede llamar la atención, el saber “cómo será el legado” y sobre todo para la gente que no sabe quién fue mi abuelo, mi tío. Para mí es una doble responsabilidad hacia el que no sabe, educar el qué fueron ya que hicieron un papel fundamental en la historia de la música en Chile y la gente que sí sabe de dónde vengo, es un honor para mí estar en este círculo familiar súper importante de músicos. También tengo una prima jazzista que vive en Estados Unidos, mi hermano, mi tío Stanley Clark, así que todas las reuniones familiares son pura música: cuando nos juntamos en la casa de mi mamá hacemos los “Cabezapalooza”, todos sacan un instrumento, hacemos canciones, esas fiestas son increíbles (risas).

¿Aparte de ellos, quiénes son tus referentes a la hora de hacer música y de pensar en un show?

Mis referentes son bastante diversos. Soy de escuchar desde boleros hasta una sinfónica. La música urbana no me gusta tanto, pero tiene tintes bien interesantes. Referentes pueden ser… Latinoamericanos: Violeta Parra, creo que es una de las intérpretes más grandes del mundo, nadie canta las canciones como ella, más allá de su técnica, tiene esa mezcla de melancolía con emotividad, muy fuerte. También la máxima Billie Holiday, que es desgarradora. Me gusta mucho Beth Gibbons de Portishead, me encanta la Mariel Mariel, creo que es una mina muy honesta y hace música del corazón. Tame Impala me gusta mucho, esa honestidad, esa diversidad, es música sin prejuicios. Lucybell también ha sido un gran referente para mí, mi marido toca ahí y es bajista, creo que fue a una de las primeras bandas que vi en un concierto. Soda Stereo, por supuesto y Gustavo Cerati es fundamental en mi manera de escuchar música, de componer, de explorar, ellos han sido cero prejuiciosos, las armonías, sus atmósferas, de las bandas primordiales de mi vida. Spinetta, sus letras, sus armonías, su música es muy visual. Que me acuerde ahora, ellos.

Cuéntanos un poco acerca de Simbiosis, el disco que presentarás ¿Cómo llegaste a trabajar en esta mezcla análoga-digital?

Estaba en la casa de mi mamá, ella se estaba mudando y encontré en un altillo una caja con 200 cintas, más o menos, originales de grabaciones de mi abuelo, desde 1960 en adelante. Habían versiones originales de sus temas, un verdadero tesoro. Para este disco me inspiré mucho en eso, esa sonoridad entre vintage y moderna, tú puedes escuchar el disco y te parece familiar porque sampleé muchas canciones de mi abuelo que, a veces, son identificables, como mi primer single “Todo” en el que sampleé un pedacito del tema “Cómprate un tambor” y re armonicé esta en base a esa frase. Este regalo “del más allá” fue fundamental. El disco tiene harto análogo, más encima grabado en cinta que funcionó súper bien. Además, gracias a Richi, me metí en la improvisación de beats y también sampleé desde una tocada en la pared, hasta un zapateo en el piso, los que pueden pasar una vez en la canción, pero creo que le dan un sonido más orgánico a la electrónica. Es un disco que tiene muchas capas: lo electrónico y el universo de los sintetizadores.

¿Es a esta mezcla que se refiere el nombre del disco, Simbiosis, o tiene alguna otra lectura?

Me gusta que la gente lo interprete como le parezca. Para mí es todo: la vida es una simbiosis y sobre todo habla de la interacción entre dos especies para el beneficio mutuo, entonces yo agarro todos estos timbres para el beneficio de mi música, los trato como casi seres vivos, es inspiración para mí. Las letras hablan de eso, de la simbiosis entre los seres humanos: de pareja, de amigos, como la gente lo quiera interpretar. Sobre todo es lo que trato de que la gente sienta, una simbiosis, que sienta un bienestar, que se pueda sentir un poco mejor al escuchar el disco.

Hace un rato, hablamos de Eduardo Caces, bajista de Lucybell, que también forma parte de este trabajo, ¿cómo nace la idea de trabajar juntos?

Es fundamental Eduardo para mí, además de ser mi compañero de vida es un gran maestro de música. Él fue profesor en la Escuela Moderna de Música y es el compositor número uno titulado en la historia de la escuela (eso no lo sabe nadie). Con toda la experiencia que él tiene partimos haciendo música en Galatea, me invitó a participar en la música de la película Desierto Sur, que ganó un premio, es un gran compositor. Al minuto de producir, más allá de que sea lo más cercano, es quien mejor me interpreta ya que producir no es fácil, hay que compartir y proponer, todo por la música. No es fácil encontrar alguien con quien trabajar. Un productor debe elevar esa idea y Eduardo lo hace magistralmente, fue la mejor decisión y nos entendemos muy bien laboralmente.

También has trabajado colaborativamente con Cote Foncea, tocado con bandas como Saiko o Nicole y has sido remixada por Jorge González y Mawashi, entre otros ¿Cómo ves la escena musical chilena: cerrada, creciente, solidaria?

Creo que se está abriendo muchísimo, no es fácil la escena chilena. Hay un mito de la competencia, de que Chile es muy chico porque uno va afuera y hay millones de músicos chilenos que son tan competentes como cualquier extranjero. En Estados Unidos, donde viví, habían músicos chilenos brillantes y la gente moría por trabajar con ellos, igual que en México. En Chile todavía el arte es un hobby, lamentablemente. La gente tiene que ser educada en escuchar música y no en ser competencia. Es terrible la comparación clásica que escuchan algo y siempre se compara con algo de afuera, como los “Depeche Mode chilenos”, en vez de hacer comparaciones hay que buscar las raíces, las identidades propias. En México me hablaban de bandas chilenas que ni yo conocía y eso no me gustó, porque la escena es mucho más grande de lo que uno piensa. El “nadie es profeta en su tierra” es terrible, porque acá se hace muy buena música. De los medios de comunicación también hay poco apoyo, es súper fácil quejarse, pero hay que educar a la gente acerca de que lo propio es bueno. Se pagan mal los conciertos, la gente no va o quiere ir gratis, entonces falta apoyo para que esta escena crezca y se profesionalice. Estamos en un muy buen momento para educar, la gente está abierta a escuchar. Que cuando haya un chileno en un Grammy sea igual que en el fútbol, donde están todos atentos.

Hagamos un poco de historia: primero fue la banda Yeccan, luego el proyecto Galatea y ahora Testa. Todas estas instancias han estado ligadas a la electrónica, ¿cuál dirías que es la diferencia fundamental entre ellas? ¿Cuál la necesidad de hacer proyectos distintos?

Yo creo que son las etapas de la vida, no sé por qué. Los veinte, cuando uno se va de la casa, hay un auto sabotaje muy grande. Hay una búsqueda. En estas dos primeras bandas se nota mucho. Yeccan es una banda absolutamente trip hop y Galatea de rock, pero con tintes oscuros. Estábamos en esa búsqueda de luz y oscuridad, de encontrarse a uno mismo, de optimismo/pesimismo. Me pasó a mí, después de Galatea, que me pesaba mucho el concepto ya que era muy intensa. Después de los conciertos quedaba con un peso en el corazón, las letras eran súper fuertes de cantar. Con Testa quise buscar lo opuesto: paz, luz, bienestar, sin ser ignorante con mi propia sombra. Quise buscar lo que me hace bien, que sea un poco más relajado. No quería que mis sobrinas vieran esa música tan densa sino que vieran algo positivo, que aportara algo en su vida de forma luminosa.

Cambiando un poco el tema ¿Cómo es tu relación con la institucionalidad? Simbiosis es un proyecto financiado por el Fondo para el Fomento de la Música Nacional, algo de lo que algunos artistas reniegan.

Es bien complejo el tema. Mi proyecto salió seleccionado entre 12.000 y es un honor. No es la primera vez que postulé, también depende del jurado, lo que es lo más inquietante. La parte musical es el 50% de lo que te evalúan del proyecto y eso es demasiado personal, entonces si te toca un evaluador que no le gusta tu música aunque tenga mucho potencial, tu proyecto pierde. Entonces de verdad, en ese sentido, para mí es un misterio ya que puede haber música que no me guste, pero no por eso le va a ir mal. También hay una parte de impacto social, que es una suposición, ya que uno espera que con su música haya un gran impacto, pero de ahí a que pase, depende de la gente. Es maravilloso que haya instituciones que apoyen al arte porque no son muchas tampoco. Por otra parte los protocolos son muy complicados y quizá es culpa de nosotros, los músicos, ya que debemos ser un poco más formales. Habemos muchos músicos que sí estamos dispuestos a meternos en esas formalidades ya que son oportunidades: las tomas o las dejas y yo la tomé.

¿Cuál es, a tu juicio, el rol del músico y del artista en general en una sociedad (si es que crees que tiene alguno?

Sí, yo creo que lo tiene. Tanto para hacer pensar como para divertir y hacer pasar un buen momento. Es súper importante el arte en general y existen estilos como personalidades, cada uno puede hacer su arte y que lo represente. Es fundamental hacer arte, yo creo que la gente que no hace arte de alguna manera, que no crea, está muerta. Es importantísimo crear para mover el alma, para mostrarse como es uno. Uno puede querer mostrar o no, pero uno es creativo.

¿Qué temas de la contingencia te interesan, como para manifestarte a través de una canción, por ejemplo?

Hay un tema en mi disco, que va a ser mi segundo single, que se llama “Mujer Lunar” y habla de la empatía que estamos teniendo las mujeres en este minuto. Hay una poesía, un juego con la luna, ya que dicen que la luna sale y las mujeres nos volvemos locas (risas), y es verdad. Al mismo tiempo esa locura, ese estado lo entendemos solo nosotras: sale la luna y nos ponemos empáticas ya que hay muchos ciclos, tanto emocionales como físicos, que nos unen a ella entonces el tema habla de eso. Creo que es muy importante todo lo que está pasando con el feminismo que no sé por qué no había pasado antes ya que es súper importante porque mientras más nos entendamos es más fácil para todas. “Mujer Lunar” representa esta etapa de liberación femenina que creo que es necesaria para llegar a una igualdad entre los hombres y mujeres, no hay mejores, ni peores, somos seres humanos y valemos por nuestro propio arte, por nuestra propia creatividad, sin importar el género.

¿Qué podemos esperar para tu concierto de este 8 de septiembre en la sala SCD de Bellavista?

Testa soy yo, es mi computador y la parte creativa. Este disco lo grabé en mi casa, lo mezcle con Nicolás Quiroga, lo masterizó Felipe Silva, en el arte está Camilo Benavente, en las fotos Pablo Montt. Es un disco que lo compuse yo, lo produjo Eduardo, pero una cosa es lo que está en el computador y otra cosa es tocarlo en vivo, es otro desafío ya que las canciones se rehacen al tocarlas. Para eso me presento con banda, siempre, me gusta lo que se produce con las distintas energías. Me acompañará Eduardo Caces en bajo (bajo eléctrico y teclados), David Santander en secuencias, Mauricio Cabaña de De Mónaco en batería y voy a tener 3 coristas alucinantes: Gloria Pérez (mi maestra en la Escuela Moderna de Canto), Moisés Villanueva y Magdalena Mendoza. Es un concierto electro acústico, sampler, va a ser una mezcla muy entretenida que suena muy bien en vivo. Será un show de electrónica que nunca se ha montado, tiene esa mezcla de voces reales, mucha electricidad, mucha perilla, pero tocada en vivo, sin computadores.

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Para ir cerrando y dándote las gracias por tu tiempo, coméntanos tus planes para lo que queda de este 2018.

Seguir difundiendo este disco y al mismo tiempo me invitaron a participar en un disco tributo a Jorge Gonzalez, lo que es un honor, pero no sé cuándo sale. También me quiero ir a México. Difundir mi música lo más posible. Este viernes 7 de septiembre (hoy) el disco sale en plataformas digitales y espero que llegue hasta los lugares más impensados del universo. Mi canción “Todo” ya lleva casi 60.000 plays, lo que ha sido maravilloso, así que espero no estar tan equivocada con mi música (risas).

El lanzamiento de Simbiosis es este sábado 8 de septiembre, a las 21:00 hrs. en la Sala SCD Bellavista, ubicada en Santa Filomena 110, Recoleta. La entrada general tiene un valor de $5.000 y se pueden adquirir en Eventrid.cl. El show es para todo espectador.