Por Francisca Neira.

Pareciera autosugestión, pero en las conversaciones que rodean mi círculo, en las redes sociales en las que participo y en el ambiente que rodea toda mi existencia se huele una suerte de ansiedad y emoción en el aire. Claro, no es difícil saber el por qué: este fin de año nos trae una serie de conciertos tanto de bandas como de solistas que han cimentado la historia de una parte del rock que sigue vigente y, en más casos de lo que se podría suponer, más viva que nunca. La reciente presentación por partida doble de Gary Numan confirma lo anterior, y el regreso de Nick Cave & The Bad Seeds a principios del próximo mes, lo subraya.

El mítico músico australiano, que el recién pasado fin de semana cumplió 61 años de edad, volverá a visitar nuestro país después de 22 años de su debut y única presentación en tierras nacionales. Fue a fines de noviembre del 96 cuando subió junto a The Bad Seeds, la banda con la que ha forjado la mayor parte de su carrera musical, al escenario del Teatro Caupolicán, conocido en aquella época como Teatro Monumental. Como en un loop histórico, la jornada se repetirá el próximo 5 de octubre en el mismo lugar, pero esta vez Cave y compañía vienen con una carrera mucho más extensa y asentada al hombro y que los trae, precisamente, en el marco de la promoción del último disco de la agrupación (el número 16 de su historia), Skeleton Tree (2016), el primer trabajo de estudio del también actor tras la temprana muerte de su hijo en 2015.

La historia del hoy escritor, guionista, actor y protagonista de un cómic y dos documentales acerca de su vida, partió junto con la década de los 80. Tuvo una adolescencia complicada, marcada por la muerte de su padre y el ingreso al mundo de las drogas, del que heredó una adicción a la heroína que casi destruye su vida al mismo tiempo que ha inspirado una parte importante de sus creaciones artísticas. Primero fue el sustrato underground, punk, gótico y rockero de The Boys Next Door y luego The Birthday Party (con quienes en cinco años publicó nada menos que ocho discos, entre EPs, LPs y grabaciones de conciertos). Luego, en 1983, formó Nick Cave & The Bad Seeds con quienes, al año siguiente de su formación, editaría el primer álbum de estudio From Here to Eternity (1984).

La producción discográfica de la banda ha sido nutrida. De hecho, hasta Tender Prey (1988), el promedio de publicaciones de las malas semillas fue de un disco por año, marcando inevitablemente una línea de sonido oscuro, de notas bajas pero baterías energéticas que acompañaban la voz grave e incierta de Cave quien entonaba letras apocalípticas y, en cierto modo, asfixiantes. Así describieron tanto su sentir como el de toda una generación que se amparaba en el post punk y el new wave sin dejar de lado el sobresaliente interés del vocalista por clásicos del rock folk estadounidense como Johnny Cash y Bob Dylan, influencias inequívocas de toda su obra.

En 1996 se publica el que probablemente ha sido el disco más popular de la banda, Murder Ballads, cuyas canciones, haciendo eco del lado más perverso de los músicos involucrados en su producción, relatan historias de asesinos y asesinatos en una clave romanticona que evidencia el carácter de Cave y el imaginario que pobla gran parte de su obra. En este encontramos como temas recurrentes la relación compleja con la divinidad y la religión, el placer, la violencia, el descenso a las antípodas de la drogadicción y el alcoholismo, entre otros tópicos.

De todas formas, se sabe que la oscura voz de Cave no siempre ha sonado sola en medio de los instrumentos de The Bad Seeds. Todo lo contrario, Kylie Minogue y P.J. Harvey (solo por citar algunos ejemplos) son algunas de las cantantes e instrumentistas que han acompañado a la figura australiana en su carrera musical, ambas en Murder Ballads en particular, siempre aportando un sonido refrescante a la profundidad característica del vocalista quien, por lo demás, señala haberse sentido influido por estas figuras. De hecho, esa influencia de las mujeres que lo han acompañado (musical y emocionalmente) nos habla de una filiación artística importante y de una búsqueda de cariño y de autoentendimiento que parecería florecer cada vez que se enfrenta al espejo del amor o de una pareja.

La publicación de discos de la banda de Cave retomó su ritmo inicial junto con el nuevo milenio, pero a partir de 2004, con el disco doble Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus, las entregas se hicieron menos frecuentes, aunque también más sentidas. El proceso de grabación de Skeleton Tree, registrado en parte en el documental “One More Time With Feeling”, es también el proceso de desapego y duelo del vocalista, su familia y su círculo de amigos del hijo adolescente de Cave muerto trágicamente en 2015.

Y como si el disco tuviera una extraña carga premonitoria, The Bad Seeds llega a nuestro país sin la presencia de Conway Savage, el pianista que acompañara a Cave durante casi 30 años de carrera musical, debido a una muerte anunciada tras el diagnóstico de un tumor cerebral hace un poco más de un año.

La oscuridad de las canciones de Cave y compañía, así como las de su carrera en paralelo como solista y con algunos otros proyectos, exuda sensualidad y desasosiego. Pareciera a ratos que, como letrista, nos quisiera encerrar en una habitación sin puertas ni ventanas en la que el mundo externo desapareciera y el tiempo se detuviera, pero algo nos mantiene alertas al escucharlo. Sabemos que la elegancia propia de la banda no es en vano y que en cualquier momento algo inesperado puede ocurrir. Eso, la sorpresa, la incertidumbre, el bombeo potente de los corazones alterados, es lo que esperamos sentir dentro de unos días.

Las entradas para el show se encuentran disponibles a través del sistema Ticketek.

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