Pedro Aznar en Teatro Teletón: 35 años de historia para volar
7 de diciembre 2017.

Por Johanna Dagnino.
Fotografías por Víctor Santibáñez.

Pedro Aznar es, sin duda, una de las figuras musicales más relevantes y completas que nos ha regalado Argentina. Se trata de un músico que es capaz de tocar el alma con su talento, por lo que verlo en vivo es una experiencia llena de cálidos matices. La noche de ayer se presentó en el Teatro Teletón con el fin de celebrar sus 35 años de carrera solista y, a través de casi dos horas y media de espectáculo (las cuales simplemente volaron), nos dejó en claro que su historia está llena de pequeños detalles que permanecen sembrados en nuestra memoria.

La jornada empezó a las 20:30 con la presentación del chileno Benjamín Walker; quien, acompañado sólo de su guitarra y su dulce voz, cautivó la atención de los asistentes con sus melodías cargadas de simpleza y melancolía. “Brotes”, “Un beso más” y “Tu valor” fueron los temas seleccionados para abrir una noche que sería dominada por este tono contemplativo que, tan idóneamente, supo abrir el músico chileno.

A eso de las 20:55 se vuelve a iluminar el escenario, las líneas del tren se toman el fondo y comienza una jornada maratónica. Como “Conduciendo una locomotora”, Aznar comienza con dos temas de su primer disco homónimo de 1982 y da pie a un viaje por el tiempo, una verdadera crónica de lo que ha sido su travesía como solista. “Septiembre” llega así, junto al saludo del músico que nos invita a perdernos en su Resonancia. Su figura se funde con el humo a contraluz, nos cuenta de lo que está por venir; la caja Resonancia, la cual no solo incluye sus 18 discos y su último EP, sino que, además, vendrá con un libro de más de 100 páginas escrito en primera persona como una suerte de bitácora de vida: una bitácora musical. Con ese mismo tono que lo caracteriza, nos adelanta la columna vertebral de la noche: una selección cronológica de hitos que representan fielmente el momento que se vivió en cada disco, una verdadera línea de tiempo que nos invita a perdernos desde 1982 hasta el día de hoy.

Algo curioso pasa con Pedro Aznar en este recorrido impecable que oscila entre el rock, el jazz, la samba y el folklore: no sólo cambia constantemente de instrumentos en el escenario (alternando entre la guitarra, bajo, teclados y contrabajo eléctrico), sino que tiene esa propiedad de fundirse con el resto de los músicos que lo acompañan. Este argentino no es de aquellos músicos que buscan los reflectores y situarse en la primera línea todo el tiempo, sino que se pierde a ratos entre los instrumentos para permitirle a la música ser la verdadera protagonista de la noche: es un regalo honesto, una celebración real y vital de todo el trayecto andado.

Mientras suena “No dejes que otros lo hagan por vos”, es imposible no perderse en el bajo de Aznar, tan hipnótico como las imágenes de flores y niños que se transforman en un continuum proyectado en el fondo. “Llueve” el talento del trasandino en el escenario y nos pregunta: “¿Están bien? Miren que vamos recién en el 94’”. Aún no se completaba ni un tercio del repertorio tocado y ya podíamos notar que el viaje estaba recién comenzando; que, sin saber cómo, el reloj avanzaba sin que el público lo notara. Los asistentes se compenetran absolutamente con la presentación, escuchan absortos cada melodía entregada por este músico integral sin importar las diferencias que existen entre ellos; se trata de una audiencia infinitamente diversa pero unida por la belleza y la calidez de las melodías de este completo artista.

Se trata de amor “A primera vista”, o a primer oído en el caso de Aznar. El público corea fielmente de forma correcta y respetuosa, es difícil romper la cuarta pared cuando todos están pasmados por su presencia magnética, pero él lo logra con simplemente decir “ahora ustedes”. Nos regala su versión del tremendo Jorge Luis Borges y continúa el viaje con su “Parte de volar”, nos extiende la mano con tickets listos y, simplemente, no queda más que sumarse a la aventura. Las luces se apoderan del ambiente y destacan la figura del trasandino entre tonos violáceos y rojos a contraluz, como si fuese un atardecer en pleno desierto. La verdad aparece en el escenario con una honestidad bruta y hermosa, “Dicen que dicen” surge para revivir el coro en las voces de los asistentes que completan seguros “nada dicen”.

Tal como la carrera de este artista está repleta de diversos matices, también se presentaron estos en el Teatro Teletón. Aznar se retira con sus músicos brevemente mientras se produce un intermedio donde se repasan los créditos del argentino en diversas bandas sonoras. La Línea de tiempo se toma un descanso para armar una nueva cronología, esta vez en formato audiovisual. Imágenes de diversas producciones fílmicas aparecen en el fondo, acompañadas de propias melodías que Aznar compuso para bandas sonoras. El artista retoma su lugar junto a sus músicos, cae una “Oración” sucedida por su versión de «Tomorrow never knows», de los icónicos The Beatles (banda insigne y definitoria para el trasandino).

Otro punto clave de la velada fue la presentación de “Quedándote o yéndote”, del Flaco Spinetta. El público escucha ensimismado la dulce versión de Aznar y al terminar se escucha un claro “¡Viva el Flaco!” desde los asientos, lo que desató un aplauso auténtico del resto de los presentes. La primera parte de la velada terminaría con dos temas de su EP Resonancias, el cual salió este 2017 y que contiene cuatro temas que adelantan la vitalidad de este inquieto artista. “La trampa” está tendida, un Donald Trump a lo Hitler se proyecta, Aznar presenta a sus músicos y se despide con “Tangó putain”. Resuenan fuertes ecos de rock, de esa potencia que guarda el argentino que nos muestra sus múltiples rostros a lo largo de la presentación.

El público no queda conforme y lo llama por primera vez de regreso: esto ocurriría tres veces en la noche. Tres regresos de Aznar y cinco temas para cerrar la noche. El primer regreso nos diría que “Ya no hay forma de pedir perdón” cuando suena el “Rencor”, cuando detrás de la máscara uno está “Quebrado”. Volvería por segunda vez por una “Última pieza” que no fue tal. La tercera fue la vencida, “Cuando el amor” hace su magia y Aznar nos deja el corazón lleno de una sensación cálida, su música simplemente hace perdurar la risa y nos abriga el alma. Una noche tremenda que se sintió como un disparo al corazón, junto en el centro, para recordarnos lo importante de hacer historia, de hacer memoria para saber de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos. Esto fue Aznar, magia y felicidad pura, una verdadera invitación en la que el argentino nos dijo “puedes vivir en mí, puedes venir”.

Setlist:
Conduciendo una locomotora
Septiembre
Al dolor de mi gente
A la hora que se duermen los trenes
Fotos de Tokyo
No dejes que otros lo hagan por vos (Elegir)
Llueve
Amor de juventud
Si no oigo a mi corazón
A primera vista
Caja de música
A un gato
Parte de volar
Dicen que dicen
Oración
Tomorrow never knows (The Beatles)
Rosa de Hiroshima
Joya tu corazón
Los perros del amanecer
Media Verónica (Andrés Calamaro)
Ruina sobre ruinas
Quedándote o yéndote (Luis Alberto Spinetta)
Rio secreto
Refugio
La Trampa
Tangó putain

Encore:
Ya no hay forma de pedir perdón
Rencor
Quebrado

Encore 2:
Última pieza

Encore 3:
Cuando el amor

>>> REVISA NUESTRA RESEÑA FOTOGRÁFICA DE BENJAMÍN WALKER PINCHANDO EN ESTE TEXTO <<<

>>> REVISA NUESTRA RESEÑA FOTOGRÁFICA DE PEDRO AZNAR PINCHANDO EN ESTE TEXTO <<<