Residente en Movistar Arena: Discurso, baile y unión
26 de octubre 2018.

Por Johanna Dagnino.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

La noche de este viernes tuvo un calor especial, los días se tornan cada vez más primaverales y logran contagiar de una nueva energía a todos los amantes de la música. Es con estos aires que volvió una vez más el reconocido músico René Pérez Joglar, más conocido como Residente, para dejar en claro que su relación no es sólo con los fanáticos chilenos, sino que, también, con nuestra tierra.

La cita comenzó temprano. Ya a las 20.30 horas el recinto se movía con una agitación especial. El espacio se llenaba con velocidad, presagiando una noche cargada de buenas vibras y vitalidad. Así, aparece PJ Sin Suela, protegido de Residente que lo ha acompañado durante esta gira y que supo prender a un público expectante quienes terminaron aplaudiendo y alzando los brazos en el aire para celebrar el ingenio y humor del músico. Se trató de una apertura perfecta para una noche intensa que supo tener de todo.

Cuando llega el turno de escuchar a Residente, el público estalla. Aparece con toda la fuerza de “Somos anormales” y los pies se despegaron inmediatamente de sus puestos. Durante la jornada pudimos recorrer temas tanto de su época con Calle 13 como de su proyecto como solista. Asimismo, hubo momentos para la reflexión y la crítica y otros momentos para sacudir caderas y levantar los pies. Fue René mismo quien se refirió a esta cualidad que tiene su música, esta “elasticidad” que le permite moverse entre distintos espectros porque la música es algo que se siente más allá de cualquier etiqueta.

Fue así como hubo espacio para distintos mensajes, a los cuales ya nos tiene acostumbrados el puertorriqueño quien aprovechó de anunciar que se tomará un tiempo libre de los escenarios para concentrarse en un nuevo disco y, además, pasar un tiempo con él mismo. Dentro de los mensajes entregados por el aclamado músico destaca su visión en torno al reconocerse como parte del sistema para poder transformarlo. Así, lanzó dardos contra la industria musical y los gobiernos, pero siempre haciendo el énfasis en que esto es un llamado a actuar y transformar la realidad.

Residente tiene ese carisma único, es un narrador por excelencia. Cada canción fue presentada desde la anécdota, desde el pensamiento bien armado, desde el discurso que ha construido con el tiempo y que es parte de su sello personal. Así, con frases claras y contundentes como “No creo en la guerra, creo en la resistencia” tiene la capacidad de ganarse la aprobación y adhesión de todos quienes lo escuchan. Además, dentro de esta cualidad plástica que tiene Residente vemos aires de humor, como cuando al hablar de su experiencia con la prueba de ADN (que lo llevó a grabar su primer disco solista) menciona que todos somos africanos, incluyendo a la madre de Donald Trump, mención que sacó carcajadas a un Movistar repleto.

Otra de las particularidades de la noche estuvo marcada por la relación que tiene Residente con su público. Agradeció que este fuera el país con menos celulares, llamó a todos a disfrutar del momento, el ahí y el ahora, llamó a todos a abrazar a quienes estuviesen al lado, incluso si no lo conocíamos, porque somo un gran abrazo y el cuerpo hay que soltarlo. En reiteradas ocasiones menciona que él está ahí precisamente por ellos y lo base notar con gestos espontáneos. Así, por ejemplo, hizo pasar a la barricada a un padre con su “beba”, una pequeña niña de unos 4 o 5 años con quien compartió en el escenario, se fotografío y hasta recibió agua por parte del artista, el que incluso trató de conseguir audífonos para la pequeña fanática.

La banda que acompaña al puertorriqueño es simplemente notable. Tal como él mismo expresa, “la banda suena cabrón”, y es realmente un privilegio poder escucharlos desde el público. Hubo espacio para que cada músico se luciera. Por ejemplo, en la intro de “Desencuentros” el teclado incluso hizo un guiño al tocar un breve fragmento de “El derecho de vivir en paz”. La percusión hizo lo suyo también con un solo que nos permitió no solo sacudir todo el cuerpo sino que, además, impresionó por su velocidad y precisión.

Llama la atención que no existen canciones desconocidas en su repertorio: todas ampliamente aclamadas, coreadas y gritadas desde lo profundo de cada estómago, se siente como si Residente fuera la voz que ordena los discursos de cada asistente, la idea que unifica un sentimiento de labor y crítica social que, por la sociedad en la que vivimos, es difícil en ocasiones dar forma.

El público saltó desenfrenado con temas como “El aguante”, “Pal norte”; bailó con todo el espíritu al atravesar el tiempo con un ensamble de “Atrevete” y “La cumbia de los aburridos”; se dejó llevar por los ritmos afro de “Dogombas en tamale”; fue envuelto por la dulzura de temas como “Desencuentro” y “La vuelta al mundo” y gritó consignas con temas como “Adentro”, “Latinoamérica” y “Guerra”.

La noche terminó con la fiesta de “Vamos a portarnos mal”. Las energías quedan en alto, aun con las luces del Movistar encendidas, la fiesta sigue en el corazón de todos quienes se agruparon para dar un grito unidos, entre banderas comunes, sin importar ni edad ni clase. Eso es Residente: un todo sin etiquetas ni formas que, a punta de pura claridad, une más que cualquier categoría.

Setlist:
Somos anormales
Baile de los pobres
El aguante
Desencuentro
Calma pueblo
Pal norte
Dagombas en tamale
Adentro
Atrévete / La cumbia de los aburridos
Guerra
Fiesta de locos
Muerte en Hawaii
Latinoamérica
Apocalíptico

Encore:
Rap Bruto
Sexo
La Vuelta al mundo
El futuro es nuestro
No hay nadie como tú
Vamos a portarnos mal

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