Por Francisca Neira.

Hace aproximadamente un año atrás fue anunciada por todos los medios posibles la cuarta visita del bajista, cantante y compositor Roger Waters a este confín del mundo llamado Chile. Al igual que en 2002, 2007 y 2012, cuando trajo hasta acá toda la espectacularidad del tour “The Wall”, la conmoción fue total y a estas alturas las plazas para el evento, que se concretará el próximo miércoles 14 de noviembre en el Estadio Nacional, están prácticamente agotadas.

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Y era de esperarse, en todo caso, considerando que Waters es uno de los miembros fundadores de la legendaria banda británica Pink Floyd, de la que fue parte, corazón y cerebro, por alrededor de 20 años hasta 1985 cuando declaró la disolución del grupo tras haber participado en la creación de nada menos que doce álbumes de estudio, evidenciando lo prolífico que resultaba en aquellos tiempos el trabajo del colectivo, tanto de la banda oficial como de los numerosos colaboradores que tuvieron. En una primera época, marcada por la visión filosófica de la vida, la experimentación musical y el consumo de alucinógenos, las composiciones de los británicos tuvieron un carácter fuertemente psicodélico y transgresor y, poco a poco, fue estableciendo un sonido característico que permanece en el tiempo a pesar de sus integrantes y de la innovación que cada disco presentaba en relación con el anterior y con el contexto del momento. “Echoes”, perteneciente al disco Meddle (1971), particularmente, es una muestra clara de la línea que Pink Floyd mantendría a través de los años: una canción de algo más de 23 minutos que suena progresiva y que transita por diversos ritmos, tempos e incluso ruidos, provocando una variedad de sensaciones y ampliando radicalmente el concepto de “canción”.

En una segunda etapa, Roger Waters asumió el absoluto protagonismo creativo en Pink Floyd, convirtiéndose en el compositor casi exclusivo de cuatro de los discos más conocidos de la agrupación: The Dark Side of the Moon (1973), Wish You Where Here (1975), Animals (1977) y The Wall (1979). Todos los LPs mencionados son de corte conceptual y, lejos de lo que se pudiera pensar, batieron récords de ventas en el mundo entero y suenan en radios, covers y fogatas de todo el mundo en una suerte de homenaje popular a estas obras, antes que musicales, artísticas. Los temas tratados en todos estos trabajos variaban entre la crítica social y el autodescubrimiento y fueron tratados en en sus dimensiones musical, visual y teatral, desatando la imaginería y la verborrea simbólica de un Waters que, a ratos, parecía atormentado por su propio interior.

Finalmente, la grabación de The Final Cut, en 1983, compuesto íntegramente por Waters marcó su salida de la banda y su intención de disolverla por completo alegando que, como colectivo, estaba muerto creativamente hablando, sin embargo, pareciera que fue él mismo quien cerró un ciclo en cuanto a su propia obra se refiere, algo que no pasó desapercibido para sus compañeros, quienes no estuvieron de acuerdo con la apreciación del bajista y, tras una batalla legal, se mantuvieron creando sin su presencia en sus filas, situación que tensionó la relación entre los ahora ex colegas, principalmente entre David Gilmour y Roger Waters y que mantiene divididos hasta el día de hoy a gran parte de sus fans. Como se puede asumir fácilmente, es en estos cinco discos que se basa gran parte de la presentación con que el “Us + Them Tour” nos deleitará en los próximos días.

Pero lejos de lo que se pudiera pensar, la carrera de Roger Waters no murió con su salida de Pink Floyd, todo lo contrario, dejando de lado sus temas con su padre y su infancia, el compositor se abocó a las problemáticas que lo aquejaban en su vida cotidiana y, manteniendo su lenguaje conceptual, intrincado y simbólico, lanzó al mercado en 1984 The Pros and Cons of Hitch Hiking y, luego en 1987 el inquietante Radio K.A.O.S, un disco cuya idea central es digna de una película o un libro y que todo amante de la música debiera escuchar alguna vez.

El salto temporal hasta la grabación de Amused to Death, su tercer disco como solista en 1992 y el más aclamado de su época fuera de Pink Floyd, fue un poco más grande, aunque no tanto como el que transcurrió entre dicho trabajo y su más reciente publicación, Is This the Life We Really Want?, de 2017, en la que retoma su vertiente más crítica y contestataria. Durante todo el tiempo entre su tercer y cuarto disco, Waters no se mantuvo alejado de los escenarios sino que participó en numerosos conciertos y eventos, incluso se reunió con los ex integrantes de su banda de origen en 2005 aunque no participó con ellos en la grabación de The Endless River, publicado en 2014.

Pareciera que, por más que en su discurso lo niegue, el legado de Pink Floyd no abandona la figura de Roger Waters y es eso, precisamente, lo que la gran mayoría del público chileno está esperando revivir el miércoles 14. La mezcla de teatralidad y prolijidad musical que resultan alucinantes se manifestará (si seguimos la línea de lo que ha sido la gira hasta ahora) en luces láser, una versión renovada y más mordaz del chancho volador, un sistema de sonido impecable y casi dos horas y media de repaso por el cancionero de su banda de origen. No hay duda alguna de que, como ya ha demostrado en otras fechas del “Us + Them Tour”, llamado así en honor a la canción de dicho nombre incluida en el disco The Dark Side of the Moon, el multifacético y complejo Roger Waters dejará todo sobre el escenario y removerá más de alguna consciencia que, conforme dictan los tiempos, duerma en el conformismo y el sinsentido. Al menos, así esperamos que sea.

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