Por: Omar Saldías

A “Silence”, la última película de Martin Scorsese, le tomó 23 años para llegar a la gran pantalla y eso, realmente, valió la pena. El argumento de esta cinta se podría resumir en pocas líneas: Dos sacerdotes jesuitas (Andrew Garfield, Adam Driver) sienten la obligación de viajar a Japón feudal para descubrir el paradero de su mentor (Liam Neeson), en un hostil y violento lugar.

Los reales argumentos de la película son mucho más profundos, ya que pone a la fe del cristianismo sobre un espejo, en un escenario donde prima la violencia y persecución religiosa. Es 1640 y se han ejecutado a 6.000 aldeanos cristianos por sus creencias, además de incontables Padres que intentan hacer crecer el cristianismo en tierras pantanosas.

En “Silence” se lucha con preguntas que han masacrado a millones de creyentes y no creyentes en los últimos dos milenios: ¿Hay un Dios, y si es así, él responde de alguna manera a nuestras plegarias? Garfield susurra sus respuestas, como un niño preocupado que su padre oiga. Tanto Garfield como Driver parecen iconos de Jesús: pómulos altos, mandíbulas estrechas y ojos grandes y oscuros. El padre Rodríguez ve incluso a Jesús cuando se mira a sí mismo en un río, pintado en un estilo que lo hace parecer casi ajeno, lo que tiene sentido, ya que él también es un extraterrestre en este país extraño.

Vemos reflejadas nuestras propias dudas y certezas religiosas. Los protagonistas deben decidir por ellos mismos en situaciones profundamente existencialistas, nos preguntamos si el miserable Padre Rodríguez es un santo o un necio. La película nos entrega un prisma desde el cual podemos observar distintos acercamientos al sufrimiento y devoción, de una fe que se cuestiona en cada escena.

“Silence” es una obra sincera y seria. Pero a través de la longitud y la redundancia, y una decepcionante actuación central de Garfield, pierde en última instancia su poder, no llegando finalmente a sus poderosas ambiciones. De hecho, una de las principales debilidades es que muchos de los personajes, alrededor de Rodríguez (Andrew Garfield), transmiten más gravedad narrativa que él mismo.

De cualquier forma, “Silence” es una película indiscutiblemente digna de uno de nuestros más grandes directores vivos. Una gran apuesta, que se escapa de los tópicos de la nutrida cartelera nacional y que nos sumerge en un profundo escenario tanto emocional como histórico. Además, cuenta con un gran trabajo del mexicano Rodrigo Prieto en la Dirección de Fotografía, lo que le valió una nominación al Oscar. El filme de Scorsese nos entrega una historia universal, por sus conceptos, y que hará reflexionar al espectador tan profundo como se atreva a llegar.