Snowden: El dilema de lo correcto

Por Nicolás Morán.

Edward Snowden debe ser uno de los personajes más controversiales de la historia reciente de Estados Unidos. En parte porque desenmascaró la violación del derecho de privacidad de los ciudadanos de dicho país, además de robar y filtrar información altamente confidencial de la NSA (National Security Agency).

Está película biográfica del 2016, dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, está basada en dos libros: «Los archivos de Snowden” de Luke Harding y «Time of the Octopus” de Anatoly Kucherena.

El director nos presenta a Edward Snowden en los hechos acaecidos entre lo años 2004 y 2013, mostrando su vida desde que ingresa a la CIA hasta que decide entregarle a los periodistas del periódico inglés “The Guardian”, la información que permite tener pruebas suficientes de que el Gobierno estaba realizando escuchas telefónicas ilegales. Lo mejor, a mi parecer, es la muestra del cambio de Snowden, quien pasa de ser un ultraconservador a un liberal casi considerado como terrorista. Stone logra mantener el suspenso durante toda la película y se agradece la humanidad que le consigue dar al protagonista, mostrando incluso sus problemas personales con su novia, Lindsay Mills, quien es interpretada por Shailene Woodley.

La película se desarrolla en varias locaciones alrededor del mundo. Tiene muchos efectos especiales bien logrados y una historia que logra acercar las ideas de Snowden a las masas, aunque no con excesiva profundidad. Para ser un filme que dura 2 horas y 14 minutos la verdad no se hace pesado. Si bien, algunas actuaciones son estupendas, hay algunas que no terminan de convencer. Las que más me gustaron fueron las de Zachary Quinto como Glenn Greenwald, Tom Wilkinson como Ewen MacAskill y Rhys Ifans como Corbin O’Brian. De hecho logran darle un toque de realidad y de compenetración con sus respectivos personajes.

Gordon-Levitt se lleva para mí y para los Premios Satellite, la nominación a mejor actor. En todo minuto pude ver a un hombre que luchaba internamente por hacer lo correcto.

Hay frases memorables dentro de la cinta. Una de las que más me gustó fue: “Nunca se ha tratado del terrorismo. El terrorismo es la excusa”. Entonces ahí es dOnde toda la cinta gira en torno al dilema ético de «¿Proteger al país, aún cuando se está haciendo algo incorrecto, por no decir ilegal, o denunciar los abusos a la privacidad de las personas y quedar como un traidor?. El filósofo Henry David Thoureau, plantea el principio de desobediencia civil. Que en palabras simples significa que si una ley es incorrecta o un gobernante es corrupto, lo correcto es desobedecer. Y dentro de los lineamientos de “Snowden”, se puede ver cómo influyó esa idea en su desarrollo.

La película nos debería llevar a la reflexión sobre nuestras libertades civiles y el concepto del «Gran Hermano». De lo que compartimos en las redes sociales y de lo que otros llaman “seguridad nacional». ¿Hasta dónde está el límite de lo correcto cuando un Gobierno rompe las leyes que jura proteger, en nombre del manoseado «bien común»? ¿Existe algo, algún dato nuestro que no esté siendo procesado como información para ser vendida a grandes compañías?

De hecho, esto probablemente ya ha sido revisado y procesado antes incluso de estar en la red y tú, que lo estás leyendo, debes saber que alguien del algún Gobierno te vigila cada vez que googleas algo. Este tipo de pensamientos y debates se forman con la película. Es, sin duda, una película que te da para pensar, o al menos debería hacerlo.

No es la más brillante de las obras del director de “Asesinos por Naturaleza” y “JFK”, pero como película funciona estupendamente.