“Tajo abierto” de Francisca Valenzuela: un viaje al descubrimiento de la nueva Fran
Por Sofía Portilla.
El pasado 9 de septiembre se cumplió el segundo aniversario del tercer álbum de Francisca Valenzuela, “Tajo abierto” y con ello me gustaría recorrer todos los rincones de este exquisito disco que nos regala 47 minutos repartidos entre 11 canciones.
Una de las cosas interesantes a tener en cuenta, es que a diferencia de los álbumes “Muérdete la lengua” y “Buen soldado”, este fue producido y registrado en Los Ángeles, California y por ello se aprecia la fuerte influencia (en términos musicales y visuales) de Gringolandia, además de la presencia de “Almost superstars”, la única canción en inglés compuesta por la misma Valenzuela (hay que recordar que nació y vivió en Estados Unidos hasta los 13 años).
El último trabajo de la intérprete de “Peces”, contiene una variedad rica en sonidos y cuenta con la participación de cuatro productores connotados de la industria internacional: Dave Sitek, Vicente Sanfuentes, Jesse Rogg y Aureo Baqueiro.
Con el apoyo de ellos, la Fran complementó su piano y guitarra de siempre con conocimientos más elaborados adquiridos en los Estados Unidos, jugando con sintetizadores, beats y arreglos por montón. La paleta ecléctica de sonidos de este disco, le ha traído a la intérprete de “Dulce”, una nominación en los Latin Grammy Awards (2015) por el diseño de carátula, que refleja el significado de “Tajo abierto”: mostrar a una Francisca Valenzuela tal como es.
El álbum tiene la misma línea pop que los anteriores, pero es un nuevo viaje en todo sentido; se muestra a una nueva artista más madura en la composición y jugada en las mezclas. Además, se caracteriza por la ausencia de lo acústico para dar protagonismo al electropop y electrodance, que se perciben perfectamente en el estribillo de la canción “Tajo abierto”.
“Prenderemos fuego al cielo” es el primer track de la lista y el responsable que me haya viciado por completo con “Tajo abierto”. Esa canción, más que toques de electrónica, tiene rasgos de onda disco, que te hacen cantar y bailar. Por eso no me extraña que haya sido la canción más escuchada en las radios chilenas, según los Premios Pulsar 2015.
“Insulto” es mi canción favorita, por lejos. El contenido es fuerte y muy verídico, pues tal como la intérprete lo ha afirmado, es sobre la comunidad LGBT y lo difícil que es vivir en sociedad. “Yo nací del insulto, me construí en la boca del error”, “Despojado de la razón soy objeto de su humillación” y “No elegí piel ni cuna, ¿Por qué la culpa decide lo que soy?” son frases de la canción que realmente pueden tocarte, y aún más si eres parte de la comunidad. El propósito de Valenzuela era plasmar lo que se siente vivir en una sociedad donde, lamentablemente, es aceptado repudiar y violentar a alguien distinto, de manera de entregar un mensaje importante a los que su voz alcance. Por otro lado, lo que me gusta aún más, es que el piano vuelve a ser protagonista luego de tanto dance. Debo recalcar que el quiebre antes del último coro me llega a estremecer porque la interpretación de Francisca es directa, sin anestesia y verdadero.
Siguiendo con el viaje de este álbum, hay canciones que tienen en común el uso de varios beats al principio, recordándome a Javiera Mena por lo electrodance, como lo son “Almost superstars”, “No esperen mi regreso” o “Estremecer”. Son canciones pegotes, bailables y que inspiran libertad, como el querer bailar y hacer el ridículo, sin importar el resto, sólo ser tú mismo.
Pero como decía anteriormente, este álbum se destaca por la variedad: y es que hay canciones más tranquilas, más pausadas como lo es “Siempre eres tú”, que es imprescindible en este disco para mi gusto. Además, “Cuequita del corazón” es lo que nos trae de vuelta a suelo nacional, siendo el único tema grabado en Santiago, porque contiene matices de un folklor más actual y sencillo, que rompe el esquema previamente entregado y, por ende, es único.
En resumen, el tercer álbum de Francisca Valenzuela es uno diferente a los anteriores; diverso en sonido y contenido, con matices de electropop y folk, lo que lo hacen ser un trabajo muy atractivo.
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