The Chick Corea Steve Gadd Band en el Teatro Caupolicán: La solidez de la experiencia
22 de octubre 2017.

Por Jaime Farfán.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

Desde la media tarde de un soleado domingo se reunió la gente en las afueras de las puertas del Teatro Caupolicán, recinto en el cual Chick Corea procedería a dar una nueva presentación en nuestro país. El pianista, un maestro ya consagrado del jazz y uno de los padres del jazz fusión, volvió a Chile con uno de sus nuevos proyectos. La edad nunca ha sido un impedimento para el músico, y se reinventa otra vez colaborando con Steve Gadd, legendario baterista y viejo colega. Sin lugar a dudas, el público estaba expectante a ver ambos talentos acompañados por un grupo de cuatro músicos más en lo que compone finalmente The Corea & Gadd Band.

La cita era a las 7:00 p.m., pero recién casi un cuarto de hora después aparece la banda, mientras un Caupolicán prácticamente repleto los recibe con una calurosa ovación. Con soltura, Chick se dirige al público, para presentar a quienes lo acompañan en esta ocasión. El grupo de artistas es variado, y cada uno entrega su sabor a lo que forma el sonido del conjunto. Tenemos al venezolano Luisito Quintero en la percusión, al africano (de Benin) Lionel Loueke en guitarra, al estadounidense Steve Wilson en flauta y saxo, y al cubano Carlitos del Puerto en el bajo. Se siente complicidad sobre el escenario, tras el cual un telón negro con iluminación verde compone toda la decoración. Los protagonistas son los músicos, los cuales llevan ya un año tocando juntos.

Chick abrió la noche con una vieja canción que grabó con Steve Gadd en 1976, “Night Streets” del aclamado álbum, My Spanish Heart. Lentamente, los artistas van tanteando el terreno, suenan las primeras notas del saxo y los repiques de la batería. Corea se lanza al piano eléctrico y rompe la tensión. Baterista y pianista se ubican, respectivamente, a cada lado del escenario. La alquimia entre ambos es prácticamente palpable, con leves miradas de un costado a otro se van ajustando, y la melodía se va enredando. Los instantes donde más funciona el conjunto están cargados de improvisación, mientras los músicos son llevados por los complejos ritmos construidos hebra tras hebra por Gadd. Chick en un principio es una presencia en el trasfondo, sin intención de ser el protagonista, pero a medida la canción progresa toma el mando con calma y habilidad. No requiere de solos pomposos ni aparatosos para brillar, con música al hueso conquista a la audiencia. En uno de los momentos destacables de la jornada, Corea se levanta con una cowbell alentando un solo de la percusión de Quintero. El venezolano no fue menos y con su ritmo complementario a la batería de Gadd, se robó el show por casi diez minutos.

El segundo tema de la noche fue “Serenity”, del nuevo disco del conjunto, Chinese Butterfly. La pieza inició con una delicada melodía de Chick Corea en el piano de cola, mientras el teatro lo observa absorto. La banda se integra con suavidad, con leve percusión y flauta, en una canción contemplativa que se siente como un respiro después de los agitados ritmos de la anterior. Tan paulatina en su desarrollo que, incluso por momentos, desconcierta a la audiencia que se pierde cuándo debe aplaudir, de manera que cada músico parece envuelto en su propia nube. A medida la música avanza toma más velocidad, pero nunca se desboca, hasta finalmente disolverse en un sonido similar a la lluvia.

Corea da inicio a la siguiente canción con un breve relato sobre la composición, siendo un regalo de su amigo, el guitarrista de jazz John McLaughlin. “Chick’s Chums”, que también forma parte del nuevo disco, inicia con fuerza manifiesta por la batería de Steve Gadd. El público lo sigue con las palmas, mientras Chick sonríe y agrega el piano eléctrico, sin embargo, el real protagonista es el saxo soprano de Steve Wilson, quien con una melodía pegadiza lleva el corazón. Loueke a su vez destaca con la guitarra, y colabora con un poco de su voz. Cada músico tiene su oportunidad de brillar hasta que finalmente la percusión termina por robarse la escena, y Gadd finaliza el tema tal como lo empezó.

Para presentar el siguiente, ahora el baterista es el que toma el micrófono. Entre confusión y risas, anuncia otra canción nueva del disco Chinese Butterfly, llamada «A Spanish Song». Corea la inicia jugando intercaladamente con la percusión de la cowbell y el piano de cola, hasta pasar directamente a tocar las cuerdas. Chick va construyendo una melodía compleja, que luego rompe con arpegios en las teclas, poco a poco se van integrando Luisito y Gadd en un ritmo acompasado, evolucionando en un sonido más sensual y misterioso. Es en este tema, donde salen mayormente a relucir las influencias latinas de los integrantes en la banda.

Ya hacia el final del concierto, el pianista anuncia, para el deleite del público, la presentación de una vieja canción con un nuevo arreglo, de la época de Chick Corea con su banda Return to Forever. La grabación, también llamada así, formó parte de las primeras colaboraciones del músico con Steve Gadd. En una de las mejores canciones de la noche, el conjunto construye la tensión con sonidos leves, casi ambientales, y un poco de aventura vocal del guitarrista. La audiencia escucha en silencio, mientras la canción se descontrola paulatinamente a medida Gadd lanza sus ritmos trepidantes. Corea no es menos y construyen juntos una melodía fuerte y psicodélica, donde ambos músicos lucen más seguros que nunca en lo que hacen. El tema se permite explotar y volver sobre sí mismo, pasando una y otra vez de los momentos calmados a los compases descontrolados.

Hacia las 8:40 p.m. los músicos dan las gracias y se toman el acostumbrado receso, un par de minutos. Sin introducción, Corea regresa e inicia las primeras notas de «Spain», uno de sus temas clásicos y el último de la noche. Las luces del escenario dan paso al rojo y un aura más distendida reina el ambiente, buscan integrar al público volviendo a iluminar el resto del teatro. Las palmas no se hacen esperar a medida que Gadd, Quintero y Steve Wilson, con su saxo alto, se van agregando al ritmo. Chick invita a aplaudir y luego a cantar sus melodías. Nadie se queda abajo.

La gente se pone de pie y con un largo aplauso despiden una presentación redonda de estos maestros del jazz. Seis músicos con experiencia sobre el escenario que le otorgaron a los asistentes una noche de buena música, derrochando talento y frescura en la exploración de nuevos sonidos. A diferencia de otras grandes figuras musicales del pasado, acá hay ganas de hacer cosas nuevas, e interés en hacerlas distintas. Los años no hacen mella, Corea y Gadd se complementan a la perfección, y después de 1 hora y 45 minutos de show, un par de clásicos y muchas canciones nuevas, nos dejan esperando la próxima visita. También nos invitan a estar atentos al nuevo disco, que con sus ritmos hipnóticos y el aporte latino, probablemente esté muy interesante.

Setlist:
Night Streets
Serenity
Chick’s Chums
A Spanish Song
Return to Forever
Spain

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