Thundercat en el Nescafé de las Artes: Delirios de un genio loco del jazz
8 de mayo 2018.

Por Manuela Beltrán.
Fotografías por Agustín León.

Tres músicos gigantes en el escenario, con la cercanía de una banda de garaje californiano, incendiando sus instrumentos: Dennis Hamm sentado con la mente dividida en cuatro teclados. Justin Brown detrás de una enorme batería reventando seis platillos y pasando de una caja a otra con redobles como metralletas. Y Stephen “Thundercat” Bruner, un virtuosísimo del bajo eléctrico con su estilo propio, con sus pedales suspendidos en un atril, uno rosado y el otro blanco, igual que sus sandalias blancas, con calcetines rosados, igual que su pelo. Excéntrico, explosivo, incendiario, genio loco, como buen músico de jazz. O de thrash punk.

Musicalmente fue un concierto muy sofisticado, de diálogos largos que acababan en sincronías perfectas. Un piano que a veces llevaba el ritmo, porque todo lo demás parecía salirse de control en una frenética improvisación consiente. El bajo vibrando fuerte como si fuera percusión, con punteos delirantes o con efectos como de pegajosa sustancia funk. Así como fueron de meticulosos con la música lo fueron con el sonido. Varias veces al principio del concierto recurrieron al apoyo técnico, hasta el punto de detenerse en el medio la canción “Fan’s mail” para corregir (recibir aplausos de relleno) y luego proseguir. “Si la sabe cante”, dialoga Thundercat con el público, seguidamente todo el teatro Nescafé de las Artes se llena de maullidos.

El ambiente varía según la canción, algunas canciones tienen dulzura que viene de experiencias del corazón, integradas en muchos “Uuuuh”, dulces. O a una oscuridad seductora del hundimiento de los problemas conllevados del alcohol. Ahí por ejemplo, pasa de la canción de “Drunk” a “Drink Dat” dedicada “a todas las personas que beben harto”. Canta un momento solo, sin instrumento, sin los otros músicos, para ser escuchado: “At the end of it all no one wants to drink alone”.

Otras canciones suenan más lúdicas, como las que hacen referencias a noches de fiesta, o a dibujos animados. Como genio loco que es intenta contar la historia detrás de la letra perturbada de la canción “Tokyo”. “Dragon Ball es la vida, para los nerds”, dice y la risa le impide tocar mientras explica su lado psicópata recitando la letra: “era premeditado dejar a alguien embarazada”, “that is fucked” le protesta alguien en el público, “It is very fucked up” responde Thundercat y luego continua con la letra en inglés “no era su culpa soy medio psicótico, me dejaron solo, nunca volveré, mejor me voy a esconder en el bosque del suicidio (…) fui al dentista me dio un juguete, no era un pene, Goku me cagó”. Risas del público.

Thundercat tiene un humor particular que incluyó incluso cuando se detuvo a hablar sobre su pasado musical: “este año celebramos el décimo aniversario de Brainfeeder”, la productora que tiene con Flying Lotus, “cuando empezamos todos éramos gorditos, luego todos perdieron peso menos yo”.

Todo el concierto fue un delirio musical, que atrajo la empatía de los amantes de ese sinsentido extraño que es experimento del jazz y sus fusiones. Una locura, tal como la última canción antes del encore “Them changes”, que fue una fiesta de sonidos y luces delirantes, prácticamente estroboscópicas, que seguían el ritmo de la frenética percusión fuera de control. Thundercat y sus canciones son un espíritu libre gringo, ni completamente popular, ni completamente inadaptado, pero que alzándose de puntillas con sus sandalias blancas y calcetines rosados quiere elevarse con su música cada vez más.

Setlist:
Rabbot Ho
Captain Stupido
Uh Uh
Bus in These Streets / These Walls
A Fan’s Mail (Tron Song Suite II)
Tron Song
Jethro
Heartbreaks + Setbacks
Lava Lamp
Lone Wolf and Cub
Song for the Dead
MmmHmm / Complexion
I Am Crazy
3AM
Drunk
Drink Dat
Tokyo
Friend Zone
Them Changes

Encore:
Lotus and the Jondy
DUI

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