Wayne Hussey en Teatro Coca Cola: Nostalgia con sabor a presente
13 de mayo 2018.

Por Francisca Neira.
Fotografías por Leonardo González.

Desde hace algunos años hemos sido testigos de cómo Chile se ha transformado en una plaza en Latinoamérica, junto a Brasil y Argentina, para la consolidación de grandes conciertos y apoteósicos festivales. Lollapalooza y las visitas de artistas tan disímiles como Depeche Mode y Bruno Mars son ejemplos de lo anterior y de la disposición del público nacional para desembolsar lo que se necesite por una entrada a los shows y ser parte de la experiencia que ello implica.

No obstante, hay cierta magia y misticismo en el encuentro íntimo, casi privado, que algunas veces alcanzamos con artistas de renombre o con una trayectoria que ha acompañado a varias generaciones y que resulta envidiable para muchos de aquellos que, a veces, hasta logran llenar estadios. Eso, precisamente, es lo que vivimos anoche en el Teatro Coca Cola, en pleno corazón capitalino, lugar elegido para el regreso a nuestras tierras de Wayne Hussey, voz inconfundible de la banda sonora de la vida de muchos, no solo a través de sus trabajos como solista sino también (y principalmente) con aquellos que concretó en The Sisters of Mercy y The Mission UK, emblemas del rock alternativo y gótico mundiales.

Puntualmente, Hussey salió a un pequeño y sobrio escenario en el que lo esperaban cuatro guitarras apostadas en sus respectivos pedestales, un teclado muy ligeramente iluminado y un sintetizador rústicamente apoyado sobre una caja transportadora de instrumentos. El músico, por su parte, elegante y de lentes oscuros, estuvo todo el tiempo solo sobre el tablado, pero no necesitó de nada más que su voz y su talento para hacernos mover los pies y corear en un poco ortodoxo inglés cada canción que tocaba. “Severina”, que sonó más lenta y muchísimo más sencilla que la original de su ex banda, The Mission, fue la primera que se llevó un aplauso estruendoso por parte de las algo más de cien personas que nos encontrábamos en el recinto.

Después de “Nothing Left Between Us”, Hussey deja ver en el discurso su cansancio por los vuelos de los últimos días (la jornada anterior se había presentado en Concepción, de hecho), mas en la acción ese agotamiento pasa totalmente desapercibido cuando lo vemos dejar a un lado la guitarra y cambiarse ágilmente de lugar sobre el escenario, ubicándose en el teclado que suena más fuerte de lo necesario en tan acogedor lugar. “Dragonfly”, también de los misioneros, fue la primera de varias canciones frente al piano, entre las que también sonó “Martha´s Harbour”, un cover de los también británicos All About Eve que nos regaló un final en el que predominó la voz potente y suficiente (casi a capella) de Wayne, finalizando con un par de notas de piano que solo dejaron en evidencia lo innecesarias que eran para llenar el espacio.

El segundo tema versionado que el inglés nos presentó fue una reinterpretación suave y sensual de “Personal Jesus”, original de sus compatriotas Depeche Mode, que sonó entre una mezcla compuesta también por “Wasteland” y “Like a Hurricane”, sorprendiéndonos y entregándonos un momento inolvidable. Claro que no todo fue guitarras y piano durante la noche dominical: “Wither on the Vine”, en la que predominaron los sonidos sintetizados, fue la canción que nos hizo a todos acomodarnos en nuestras butacas con ganas de ponernos de pie y bailar, tal como si estuviésemos en la segunda sala de aquella discotheque subterránea del centro de la ciudad.

Hussey, a solo días de sus 60 años, se mostró amable, simpático y bromista durante toda la noche. Las interacciones con el público fueron numerosas y variadas, todas en un inglés que resultaba absolutamente comprensible para el público que promediaba sobre la treintena. “¿Qué les gustaría escuchar?” o “díganme cómo empieza la canción” fueron frases que más de una vez oímos en el show del británico, quien nos cautivó por algo más de dos horas con un setlist armado en el momento entre él y sus seguidores, todos presentes en el mismo lugar y en el que sonaron, entre otras, “You Are Not Alone”, “Like a Child Again” y la grandísima “Met-Amor-Phosis”.

Dos salidas del escenario hubo en que los aplausos no dejaron de sonar en ningún momento, llamando de vuelta a quien nos recordó el significado de la palabra “intimidad”. Como era de esperar, en ambas ocasiones el vocalista regresó al escenario haciendo gala del talento que por tanto tiempo lo ha mantenido en ese lugar, lo que dejó en evidencia al entregarnos “Stay With Me”, coreada por los presentes de forma tan potente que el mismo artista se rió emocionado y felicitó intensamente, y “Butterfly on a Wheel”. Nota al margen merece el cierre de la noche con la oscura “Litany For The Faithful” y la reconocida “Forevermore”, también de su banda The Mission, que en una clave más progresiva, setentera (a pesar de ser posterior) nos invita a entrar en un trance que nos atrapa por un par de minutos y nos indica que todo esto ha terminado.

Volvemos a casa, entonces, con la sensación de haber estado en otra dimensión, otro tiempo. Un retorno fugaz al pasado, pero vigente; a la juventud, la adolescencia, pero desde la adultez. Una nostalgia, pero con sabor a presente. Eso es Hussey.

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