Por Nicolás Morán.

Desde el inicio de la cuarentena obligatoria producto del COVID-19, nuestras vidas han cambiado al punto de que gran parte del día se sucede en nuestros hogares. Por eso, y pensando en todas esas veces que estábamos frente a la pantalla del televisor haciendo zapping en los infinitos títulos que nos ofrecen las plataformas de streaming actuales, decidimos ver algunas películas basadas en libros. Sabemos lo difícil que es llevar un medio como la literatura a la pantalla, y si bien tenemos fiascos al ver ciertas adaptaciones (material para otro artículo), también apreciamos joyas que vale la pena revisar.

El cine es un medio de expresión artística tan rico y variado que jamás podríamos llegar a ver todas las películas que hay, ni tampoco podríamos afirmar que todo el mundo goza con los mismos filmes. Por eso y en honor a lo mucho que nos gusta el cine y la literatura, nos daremos el lujo de recomendar películas que creemos podrían gustarles. Como no queremos arruinarles la sorpresa, no vendrán con Spoilers.

La primera que creemos que deberían ver es Gone Girl (2014), dirigida por David Fincher y escrita por Gillian Flynn, quien escribió también la novela homónima dos años antes. Esta película nos voló la cabeza la primera vez que la vimos; de hecho, si tuvieramos que describirla en 2 palabras, sería: Increíblemente imperdible. Este thriller psicológico nos ubica en la historia de Nick Dunne (Ben Affleck), esposo de Amy Elliot Dunne (Rosamund Pike), quien ha desaparecido. Si bien al principio pareciera ser una trama clásica de homicidios sin resolver o incluso, una trama similar a la de Memento, decir que se parecen en algo, sería quedarnos cortos ante la genialidad del guion y su trabajo a nivel narrativo.

Gone Girl es una película larga, pero vale cada segundo. Son 149 minutos de metraje, pero les aseguramos que no se darán ni cuenta cuando ya van a la mitad de la película y las cosas no siempre son como parecen. Rosamund Pike se luce en su actuación, al punto de que la amas y la odias a partes iguales y por primera vez, Affleck pareciera no estar interpretándose a sí mismo, cosa que se agradece.

A nivel de fotografía, está muy bien cuidada y los detalles de la cámara hacen que sea un filme digno de apreciar en su composición. Se nota que Fincher cuida mucho los pormenores mientras dirige y nada está al azar en los planos. Cada cosa tiene una razón de ser y en cuanto a huecos argumentales, no hay realmente algo que nos distraiga, porque está muy bien construido el mundo que nos cuentan.

La segunda opción es El Gran Gatsby (2013), dirigida por Baz Luhrmann y basada en la novela homónima de Francis Scott Fitzgerald, que cuenta la historia de Nick Carraway (Tobey Maguire), quien ha sido internado por alcoholismo y en busca del sueño americano, se muda a Nueva York, donde suele visitar a su prima, Daisy (Carey Mulligan), que se ha casado con un hombre muy rico pero duro, Tom Buchanan (Joel Edgerton). A través de sus ojos de escritor, Nick nos empieza a contar sobre su nuevo vecino, Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio), un misterioso millonario que se ha hecho a sí mismo y que ha construido su mansión justo al otro lado de la casa de los Buchanan, ofreciendo suntuosas fiestas prácticamente todas las noches, invitando a la crema y nata de la ciudad, esperando que la persona que él desea aparezca al fin.

La trama de la película está bien hilada, pero el estilo del director puede agotar visualmente. Luhrmann fue quien dirigió Moulin Rouge y Romeo+Julieta, así que si las disfrutaste, este filme es ideal para ti. El australiano tiene un estilo sobrecargado y muy barroco para filmar, llegando a veces al exceso de que hay tanta pirotecnia en pantalla que se pierde un poco el foco, pero nada grave que no solucionen la trama y el elenco, que es de primer nivel. Las interpretaciones te quitan el aliento, sobre todo cuando el climax llega, dejándonos con un amargo sabor de boca en cuanto las piezas de la misteriosa vida del excéntrico Sr. Gatsby empiezan a encajar.

En síntesis, es una película bonita de ver, delicada en los detalles, extravagante y osada, logrando contar la historia que pretende y que tiene elementos que resultan relevantes e interesantes. Al igual que la anterior, es un poco larga, pero mientras más te atrapa la historia, menos se notan los 143 minutos que dura.

Por último, una película latinoamericana que cierra una selección que esperemos les guste. La noche de 12 años (2018), dirigida por Álvaro Brechner, está basada en el libro Memorias del calabozo, de Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro, que relata con crudeza el tiempo que estuvieron (junto a José “Pepe” Mujica) encerrados en distintas cárceles de Uruguay durante el tiempo de la dictadura de ese país.

Es una historia muy bien contada y con una pericia técnica considerable. El elenco principal, compuesto por Chino Darín, Alfonso Tort y Antonio de la Torre, cumple a cabalidad con el estándar de una película seria y si bien hay algunas escenas que parecen más deslucidas, como por ejemplo, las de las escasas visitas que recibieron en ese tiempo, la compensan con humor negro y la asfixiante atmósfera que crean las escenas dentro de los muros de la cárcel. Esa representación de lo humano y lo psicológico en el encierro nos recuerda que debemos tener temple y la seguridad que “la noche” no es para siempre. Una sorpresa que pasó desapercibida durante el 2018.

Para cerrar, solo queda agregar que son recomendaciones de películas que pretenden ayudar a pasar los días de cuarentena, pero que también nos pueden acercar a los libros en las que fueron inspiradas y para terminar de rematar, están las 3 en Netflix.