9 de mayo 2025.
Por Carlos Barahona.
Fotografías por Javier Martínez.
En Al estilo Panico, la periodista Marisol García propone una radiografía afectiva y cultural de una de las bandas más atípicas y transgresoras de la escena chilena. En sus páginas, el grupo aparece como una célula de rebeldía que trastocó los códigos de la música popular desde los márgenes, articulando una propuesta donde lo performático, lo punk, lo noise y lo bailable convivieron con una dosis aguda de ironía.
Esa visión —que retrata a Panico como un colectivo antes que como una banda tradicional— encontró un eco perfecto la noche del 9 de mayo en la discoteque Blondie, donde el conjunto celebró sus 30 años de existencia con un show demoledor, titulado Pervervisión, que no solo repasó su historia musical, sino que reafirmó su vigencia como fenómeno cultural. Formados en 1994, en un cruce vital entre París y Santiago, Eduardo Henríquez (Edi Pistolas) y Carolina Tres Estrellas dieron origen a un proyecto que pronto sumaría a Cristóbal «Juanito Zapatillas», Sebastián «Tatán Cavernícola» y otros miembros rotativos. Desde sus primeras grabaciones, Panico se posicionó en una estética y un sonido que le daban la espalda al canon del rock chileno noventero: en lugar de apelar a la nostalgia o al pop melancólico de la posdictadura, ellos trajeron el frenesí del post-punk, el ruido del garage psicodélico, el sarcasmo en clave dance y la desobediencia de la performance. Influenciados por bandas como Sonic Youth, The Make-Up y Liquid Liquid, Panico supo siempre construir una identidad esquiva a las etiquetas, aunque profundamente reconocible en su capacidad de incomodar y de hacer bailar al mismo tiempo.
El concierto en Blondie fue mucho más que una simple revisión de un catálogo discográfico. Fue una ceremonia, un reencuentro, una declaración de principios. Desde los primeros acordes de “Las cosas van más lento” —pieza emblemática del disco Rayo al ojo (1998)— el ambiente se encendió y no decayó en ningún momento. La pista de baile se convirtió en un espacio de comunión pagana, donde el público, compuesto por veteranos de la escena alternativa y jóvenes devotos de la disidencia sonora, no dejó de saltar, poguear y bailar durante toda la presentación.
El setlist, cuidadosamente armado para repasar sus tres décadas de trayectoria, incluyó joyas de todos sus discos. Desde Pornostar (1995), uno de los álbumes fundacionales del rock alternativo chileno, sonaron “Rosita quiere ser una pornostar” y “Anfetaminado”, ambas recibidas con euforia por la audiencia. De Rayo al ojo, además del tema de apertura, destacaron “Línea directa”, y “Demasiada confusión”, piezas que condensan su mirada cruda y eléctrica sobre la vida urbana, así como hits antiguos como “No me digas que no si quieres decirme que sí”, es decir, una curatoria sonora excelsa.
También hubo espacio para los sonidos más electrónicos y mutantes de su etapa posterior, como “Telephone Dilemma” y “Bright Lights” de Subliminal Kill (2005), donde la influencia del dance-punk europeo se mezcla con ritmos latinos y un juego de voces que remite tanto a Peaches como a ESG. “Guadalupe” y “Miss Intoxic llega a la disco” marcaron uno de los momentos más bailables de la noche, con una Blondie vibrante, convertida en rave psicodélica. Sobre el escenario, Panico apareció con su formación actual: Edi Pistolas en voz y guitarra, Carolina Tres Estrellas en voz y teclados, Memoria Radial en guitarras, Tatán Cavernícola en batería, y DJ Squat en sintetizadores y efectos. Juntos desplegaron un sonido sólido, agresivo, pero preciso, que resistió el paso del tiempo con una frescura notable. La interpretación de “Fútbol” fue una descarga de energía bruta, mientras que “Acción y velocidad” operó como un manifiesto sobre la urgencia y el deseo.
Ya en la recta final del concierto, tras una seguidilla frenética de canciones, la banda interpretó “Transpíralo”, otro clásico infaltable. Fue uno de los momentos más viscerales de la noche, donde el pogo y la pista de baile se fundieron en un mismo impulso sudoroso. Con el público en trance colectivo, llegó finalmente “Reverberation Mambo”, esa extraña mezcla de distorsión y ritmo tropical que sirvió como cierre perfecto: desbordado, alegre, subversivo.
Celebrar 30 años no es solo una cifra redonda para una banda como Panico. Es constatar que su propuesta ha sobrevivido —y se ha reinventado— frente a una industria musical que ha tendido a domesticar las disidencias. Desde la autogestión hasta sus incursiones en sellos europeos como Tigersushi, pasando por sus registros audiovisuales inclasificables, Panico ha tejido un legado que no responde a modas sino a convicciones. Y esta noche en Blondie, como diría Marisol García, no se trató solo de escuchar música: se trató de entrar, por un par de horas, en el estilo Panico. ¿Y quién querría salir de ahí?
Setlist:
Las cosas van más lento
Indesición
Algodón
Linea directa
Anfetaminado
No me digas que no si quieres decirme que si
Hipermercado
Una revolución en mi barrio
Autobrillante
Fútbol
Hoy No Voy Al Colegio
Demasiada confusión
Playa
Rosita quiere ser una pornostar
Miss Intoxic llega a la disco
Acción y velocidad
Surfer
Ataque xtraterrestre
El karate es una cosa del espíritu
Chicas y chicos panico
Telephone Dilemma
Bright Lights
Santiago Song
Guadalupe
Lupita
Que pasa wey
Transpíralo
Reverberation Mambo
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