Por Francisca Neira.

Dani Ride se presentará este sábado 17 de mayo en discoteque Blondie, en lo que será su primer gran show después de su paso por la competencia internacional del Festival de Viña. En la previa al evento, conversamos con él acerca de su carrera musical, su rol social como músico y, evidentemente, algún que otro detalle de lo que será esa fecha imperdible en el local de Santiago Centro.

Dani, yo sé que tu carrera es larga, tienes varios discos, pero hay gente que te viene recién conociendo. ¿Cómo describirías tu carrera? ¿Cómo ha sido este camino hasta hoy día?

Me parece particular lo que me dices porque yo creo que, dentro de todo, no tanta gente me pregunta lo que tú me estás diciendo ahora (y te agradezco un montón eso); porque si bien es cierto, yo llevo muchos, muchos años haciendo música (o sea yo llevo desde el 2011 haciendo música, sobre todo a partir de los covers), partí con mi proyecto de Dani Ride en esa época, entonces yo creo que la evolución de mi proyecto ha sido muy muy particular.

Si bien es cierto que ya estoy trabajando en mi cuarto disco y terminándolo y a punto de lanzarlo ya este año, yo diría que este es el segundo disco en el que realmente puedo decir que soy Dani Ride, porque antes era un proyecto y, sí, un producto, de mí mismo y de un equipo pequeño que tenía muchas ganas de crear un artista un poco superficial, pero me alegra mucho que (no es que reniegue de mi pasado: ni de los covers ni de haber estado en un programa como Yingo porque me siento muy orgulloso de todo mi camino), pero sí siento que tal vez el enfoque era distinto, que tal vez me dejé mucho llevar por la voz de otras personas y ya en mi tercer disco, Drama Pop, recién empecé a escuchar mi propia voz y empecé a entender la importancia de tener tu propia voz que es algo que a los artistas no nos enseñan. Tal vez algunos ya vienen con ese chip insertado porque tienen acceso a más información, pero yo era un cabro chico que la verdad es que tenía bastante poco acceso a la educación y a la cultura en general.

Antes admiraba mucho todo el producto gringo, pero hoy en día no. Hoy admiro mucho el producto chileno y Drama Pop fue el resultado de esa admiración, donde al fin pude referenciar a las grandes artistas chilenas del pop, de hecho, mi Santísima Trinidad del pop chileno son Cecilia La Incomparable, Nicole y Karen Paola. Sé que otros artistas pueden tener otra Santísima Trinidad e incluir a Javiera Mena o a la Fran Valenzuela, pero mi primer acercamiento al pop chileno fue por la tele y ahí a quienes teníamos era a ellas, pero yo también le di una vuelta con ese disco y diría que Drama Pop plantea, por fin, a un Dani Ride honesto, sin pretensiones más que mostrarse así, entonces este cuarto disco es una invitación a mostrar mi lado más oscuro y mi lado más luminoso. Porque tengo mucho de ambas cosas y el Festival de Viña me permitió mostrar eso, entonces me da a conocer para mucha gente como un nuevo artista.

De hecho, me dio mucha risa y muchas cosas muy bonitas poder ver cómo mi paso por el Festival se hizo viral, incluso, a nivel internacional. Imagínate que un tiktoker mexicano al que admiro mucho habló de la importancia que yo podía tener a nivel latino respecto al pop, y eso para mí fue un tremendo honor porque es algo que vengo construyendo desde hace muchos años porque partí muy chico exponiéndome en las redes sociales y fue muy lindo que el Festival de Viña me trajera ese reconocimiento que venía buscando hace mucho rato.

Ya, pero antes de hablar del Festival me hablabas de este paso a este Dani que hoy vendría a ser más honesto. En ese sentido, tu música tiene un discurso muy claro, entonces ¿qué rol crees que tiene la música y tú, particularmente, en la sociedad?

Siempre digo que escribo acerca de lo que he vivido. Desde Drama Pop me planteé a mí mismo componer mi propia historia y hablar sobre mí, sobre las distintas cosas que me ocurren. Creo que la gente me lee como un artista LGBTIQ+, lo que me alegra y me enorgullece mucho, pero también pienso que los artistas de esta línea tenemos más que solamente esa parte que mostrar, por ejemplo, Javiera Mena, Alex Anwandter o la misma Cecilia tenemos mucho más que decir que solamente nuestra postura frente a cómo vivimos nuestra identidad o nuestros amores. Creo que mucha gente me lee desde ese lugar, pero si lo piensan bien, hablo de muchas otras cosas como el amor y el desamor (de hecho, lo conversé alguna vez con la Javi Mena: cómo todos componemos desde ese lugar y las distintas experiencias que eso nos entrega) que es algo que todos vivimos. Y el amor es más amplio que lo que se vive en una pareja, puede ser lo que vives con tu madre o padre o con lo religioso, con tu relación con lo espiritual o con la superficialidad, que también está muy bien porque las personas nos relacionamos desde tantas aristas distintas y para mí es muy rico tocar siempre esas aristas.

Ahora, en particular, sé que tengo un discurso y, aunque no he buscado que tenga relación directa con mi comunidad, lo tiene igual porque soy un artista que incluso desde la superficialidad puedes leerme como una persona “distinta”, desde mi forma de gesticular, cómo me visto, cómo me muestro en el escenario, como me maquillo, etc., y todo eso es información que se le entrega a la gente y que, inmediatamente te encasilla, pero siempre he tenido mucho que decir. Por ejemplo, a nivel internacional, Chappell Roan, que es evidentemente una artista queer, tiene mucho más que decir que solamente ser queer. Y es que las personas queer habitamos, como todas las personas, todas las aristas de esta sociedad: también pagamos cuentas, arrendamos o pagamos un dividendo, nos relacionamos amorosamente con gente (aunque no sea acorde a la norma), sufrimos por otras personas, trabajamos en pegas normales en oficinas o en terreno, vamos a comprar pan al almacén… Entonces en las artes es exactamente lo mismo: yo hago arte y la gente lo interpreta como ella quiera y, al mismo tiempo, yo lucho para que la gente me lea como lo que soy, Dani Ride, un artista que trasciende distintos estereotipos.

Entiendo. Intuyo cuál será tu respuesta entonces, pero ¿te sientes como un activista?

Me han puesto ese título.

¿Te acomoda?

No quiero como decir que me incomoda porque no es así. Por ejemplo, si pensamos en un artista a quien admiro mucho, Jorge González, es gran músico y no podemos negar su importancia a nivel nacional e internacional en la música y el rock de los 80, y podríamos decir que él también pudo haber sido un activista político, o de alguna forma un activista cultural, un activista irreverente… y lo sigue siendo, como la misma Cecilia. Y yo, tal vez, sin quererlo, también lo soy y no me quitaré ese título, aunque tampoco me lo otorgo a mí mismo porque lo que soy es un cantante y compositor, pero dentro de eso también soy otras cosas: soy hijo, padre perruno, vecino, primo, amigo, activista, pero también soy un cabro que no está buscando eso en particular. Ahora, si mi comunidad me otorga ese lugar lo tomaré con mucha entereza para representarla, como lo haría también con la comuna en la que me crié, Pudahuel; o al lugar en el que nací, Antofagasta; o a Chile, como lo hice en el Festival de Viña, pese a no ser la figura que se esperaba que lo hiciera y, ojo, que sí represento a muchas historias de Chile, al chileno común y corriente porque vengo de una población, vengo de región, hasta el día de hoy tomo micro y metro, entonces siento que los artistas somos más complejos que una simple imagen.

Bueno, hablemos del Festival de Viña entonces. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Cómo se vive desde dentro? ¿Tuviste alguna relación con Metalengua? Te escuché decir en alguna parte que estabas agradecido del Festival, pero que el evento también necesitaba a alguien como tú…

Puede sonar un poco egocéntrico, pero lo que digo no viene desde ese lugar, sino que creo que el Festival necesitaba una imagen como la mía o la de Metalengua para, por fin, poder generar un impacto en la competencia porque estaba bien abandonada por el público, la gente no le prestaba atención. Pero nosotros tuvimos un buen rating y además a los ganadores en la parte del folclore, lo que me parece maravilloso porque Metalengua son un gran referente de la música chilena, más allá del folclore porque ellos son mucho más complejos.

Y, en mi caso, creo que Chile sí necesitaba un Dani Ride, necesitaba generar esta conversación. Pudo haber sido otra persona, pero me tocó ser a mí. Sé que hay muchos artistas con la capacidad de generar debate en distintos niveles y en distintas aristas de la sociedad, pero tocó que fuera yo y, definitivamente, creo que el Festival de Viña fue una muy linda experiencia para mí: fue ardua, fue muy desafiante, fue una experiencia que me deja la sensación de que ahora puedo pararme en cualquier escenario y entender mejor los desafíos que implica pararse en escenarios tan grandes.

¿Pudiste compartir con otros artistas y competidores?

Sí, todos nos amamos mucho. La pasamos muy bien, fue muy bello. Sé que en otras competencias no se da siempre esa situación, pero para nosotros fue todo lo contrario. Todos sabíamos lo que estábamos haciendo y el nivel de impacto que cada uno generaba en su propio país, pero al mismo tiempo sabíamos de la importancia que cobró el Festival de Viña del Mar desde la competencia. Creo que fui un granito de arena aportando a eso ya que no se puede negar el debate que se generó en torno a mi participación.

¿Cómo viviste ese estar en el centro de una polémica un poco “tirá de las mechas”?

Sigo estando un poco en ese lugar. Creo que me impresionó porque no pensé que fuese algo nuevo para el chileno, no pensé que sería algo tan revoltoso. Pero lo fue. Menos pensé que iban a opinar tantas figuras de la política o de la religión por la magnitud que tienen. Yo lo viví con mucho nervio porque me bajaran del Festival, no tanto por mí sino porque quería darle una Gaviota (el premio del certamen) a mi abuela (lo he dicho en varias ocasiones), pero después de eso lo pasé bien y fue una experiencia bonita. Finalmente, desde chico que estoy acostumbrado a la polémica, canto desde los tres años. “Inferno Daga” misma (la canción con la que Dani Ride participó en la competencia internacional del Festival) habla de un cuestionamiento que tuve que vivir desde muy pequeño en una iglesia grande, entonces siempre estuve envuelto en la polémica, ya sea en el colegio, en la iglesia, en mi familia. Siempre fui la oveja negra, por decirlo así, pero las ovejas negras llegamos a cambiar los paradigmas de la sociedad a nivel nuclear y a nivel macro, y creo que eso pasó con el Festival de Viña.

Y después de toda esta reflexión a la que llegas ¿Cómo sigue tu camino como artista?

Creo que lo que sigue es mostrarme en toda la magnitud que puede tener el proyecto Dani Ride y también a nivel personal respecto de lo que viene. Cherry Pie (el último single publicado por Dani) es una canción muy superficial, como para pasarla bien y experimentar en tu sensualidad y sexualidad a un nivel que, si bien suena superfluo, también tiene que ver con la profundidad de conocerse a sí mismo desde ese lugar. Es una canción que te invita a eso. Y además se viene mi primer show en Blondie, el 17 de mayo.

¿Qué podemos esperar de ese show?

Bueno, la gente que ya me conoce en los shows sabe qué esperar: soy un artista irreverente, juguetón, que entrega un muy buen nivel musical. Mis músicos son excelentes, mi equipo es muy bueno, yo mismo me siento muy cómodo en los escenarios y se puede esperar mucha más irreverencia, mucho más jugueteo, mucha más sensualidad y también pueden esperar nuevas canciones, colaboraciones inesperadas y se viene también un recorrido por mi carrera musical, así es que estará muy entretenido, se viene muy lindo todo.

Y bueno, a largo plazo me gustaría ir a México y empezar a sembrar cositas allá, en un país que recibe muy bien al artista chileno y creo que yo también tengo algo que entregar a ese país, que funcionaría ahí. Ese es uno de mis grandes sueños, así es que espero a fin de año poder concretarlo.

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