Por Paulo Domic.
Tras casi una década de ausencia, The Aristocrats — el explosivo trío instrumental compuesto por Guthrie Govan (guitarra), Bryan Beller (bajo) y Marco Minnemann (batería) — regresa a Chile este viernes 15 de agosto, con un esperado show en el Club Chocolate. La gira, titulada The Duck Tour, presenta su más reciente álbum conceptual Duck (2024), una obra tan técnica como lúdica que reafirma el espíritu irreverente y virtuoso de la banda.
En este contexto, conversamos con Guthrie Govan, una de las figuras más influyentes de la guitarra contemporánea, sobre su enfoque creativo, su evolución como músico autodidacta y su visión sobre el aprendizaje en la era digital. Con la calidez y lucidez que lo caracterizan, Govan reflexiona sobre su trayectoria, el equilibrio entre técnica y expresión, y la importancia de mantener viva la curiosidad musical.
A lo largo de tu carrera, has colaborado con una variedad increíblemente diversa de artistas, desde The Aristocrats hasta Hans Zimmer. ¿Cómo abordas el proceso creativo al moverte entre paisajes musicales tan contrastantes?
¡Realmente disfruto moverme entre distintos géneros y entornos musicales! Escucho mucha música diferente y me resultaría frustrante si mi carrera solo me permitiera centrarme en una sola cosa, así que… supongo que he tomado decisiones profesionales que me permiten explorar distintas facetas de mi identidad musical.
No diría que tengo un «método secreto» al cambiar de marcha musical… lo único que hago es explorar cómo puedo aportar algo valioso a la música que está ocurriendo a mi alrededor, normalmente preguntándome qué me gustaría escuchar que hiciera una guitarra en ese contexto… y luego, todo lo que tengo que hacer es tratar de convertirme en ese guitarrista que imaginé.
Tu álbum solista Erotic Cakes se ha convertido en un hito para muchos guitarristas. ¿Qué recuerdos tienes del proceso de composición y grabación? ¿Dirías que captura una etapa particular de tu evolución musical?
Eso fue hace como dos décadas… ¡cómo pasa el tiempo!
En términos de composición, algunos de esos temas ya eran bastante antiguos cuando grabé las versiones que se escuchan en el disco. Hice demos de “Waves”, “Rhode Island Shred”, “Ner Ner” y “Sevens” cuando era adolescente, en aquellos tiempos en que mandaba cassettes a Mike Varney en Shrapnel Records. Así que… el orden del disco no representa tanto una fotografía de una sola etapa, sino más bien una recopilación de ideas que fui acumulando durante los años previos a la grabación. Vale decir que el disco solo vio la luz porque Paul Cornford (de Cornford Amps) me animó a publicar algo y me ayudó con la logística para grabarlo y editarlo. En ese momento de mi vida, sinceramente no estaba seguro de que a alguien le interesara un álbum solista mío, así que le estoy muy agradecido por su apoyo. En general, aún me siento conforme con el resultado, ¡aunque creo que ya he tocado en vivo “Waves” más veces de las necesarias!
Recuerdo vívidamente el período en que grabé las guitarras… algunas tomas las hice en casa, pero la mayoría fue en el estudio de Richie Kotzen en Los Ángeles (Richie también usaba amplificadores Cornford por entonces). Si no me falla la memoria, Erotic Cakes fue el último proyecto que se grabó ahí antes de que Blink 182 comprara el lugar.
Muchos músicos admiran no solo tu dominio técnico, sino también la carga emocional de tu interpretación. ¿Cómo logras equilibrar virtuosismo y expresión?
Para mí, el objetivo de desarrollar técnica es simplemente facilitar la expresión: poder transmitir exactamente lo que uno escucha en la cabeza sin que lo técnico se interponga.
Hay quienes se enfocan principalmente en la técnica por sí misma, y no estoy aquí para juzgar prioridades ajenas, pero… esa nunca fue mi actitud. Algunas cosas que toco son claramente rápidas dentro del espectro melódico, pero eso solo refleja cómo suena la música en mi cabeza.
Jamás he sentido la necesidad de «equilibrar» técnica y expresión, porque nunca sentí presión creativa de tener que elegir entre una u otra. La expresión siempre tiene la prioridad para mí, y cualquier habilidad técnica que tenga existe solo para ayudarme a comunicar lo que quiero decir. Mientras realmente tengas algo que decir con el instrumento, creo que la técnica nunca se interpondrá; al contrario, solo puede ayudarte.
Como educador, ¿cuál es la lección más valiosa que procuras transmitir a tus estudiantes, más allá de los aspectos técnicos del instrumento?
Soy completamente autodidacta —salvo por los cinco acordes abiertos que me enseñó mi padre cuando tenía unos tres años— así que siento que lo más sincero (y con suerte útil) que puedo compartir con los estudiantes es cómo enseñarse a sí mismos. A veces, un músico que ha seguido un camino exclusivamente académico puede llegar a un punto en el que se siente “perdido”, preguntándose por qué su forma de tocar no se siente como una expresión auténtica, incluso después de tantas horas de práctica… Me interesa cómo alguien en esa situación puede reconectar con su instrumento y lograr que se sienta como una extensión natural de sí mismo, en lugar de un objeto ajeno.
Has hablado a menudo sobre la importancia del entrenamiento auditivo y la improvisación. ¿Qué lugar ocupan actualmente en tu enfoque hacia la guitarra?
Un lugar enorme. Siempre me siento más cómodo en contextos musicales que permiten al menos cierto grado de improvisación (en lugar de repetir noche tras noche exactamente las mismas notas), así que tiendo a gravitar hacia ese tipo de situaciones cuando puedo.
En cuanto al entrenamiento auditivo: creo que desarrollé un oído decente desde temprano, por pura necesidad. Mi familia no podía pagar clases de guitarra, así que la única manera de aprender una canción era escucharla una y otra vez hasta descifrarla a la fuerza… Una vez que desarrollas buen oído, creo que nunca lo puedes “apagar”. Siempre está activo, guiando lo que tocas.
¿Qué influencias musicales —ya sea guitarristas, artistas de otros instrumentos o géneros— consideras fundamentales en la formación de tu estilo?
Diría que las bases de lo que hago en la guitarra vienen de las canciones que escuchaba desde chico, y mucho de eso venía de la colección de discos de mis padres… básicamente pasé los ‘70s escuchando música de los ‘50s y ‘60s: mucho Cream, Hendrix, Beatles, etc. Con el tiempo me fui dejando llevar por otros géneros y épocas. El jazz, la fusión, y el “shred” quizás sean los sabores más evidentes en lo que hago, pero la verdad es que he absorbido ideas de todo lo que alguna vez escuché… e incluso de otros instrumentos, cantantes, etc. Creo firmemente que una dieta musical rica y variada te hace un músico más interesante, y yo naturalmente tiendo a escuchar de todo.
En los shows en vivo de The Aristocrats se percibe un gran sentido del humor y espontaneidad. ¿Qué papel juega ese espíritu lúdico en tu experiencia sobre el escenario?
A estas alturas de la carrera del grupo, creo que ya damos por sentada esa parte divertida: es un reflejo natural de nuestras personalidades y de cómo nos sentimos al tocar juntos. Todos valoramos el poder tener conversaciones musicales genuinamente lúdicas en vivo… y compartir esa energía con el público, para que no solo vean a tres personas haciendo trucos técnicos con sus instrumentos, sino que puedan captar la intención que hay detrás de todo eso.
¿Recibiste algún consejo al comienzo de tu carrera que haya permanecido contigo hasta hoy?
Probablemente lo que me decía mi papá sobre el «feel» y el tiempo. Recuerdo estar aprendiendo canciones de Elvis cuando era muy pequeño y darme cuenta, de algún modo, de que mis versiones no tenían el mismo “aire” que las grabaciones originales, aunque tocara todas las notas correctas. Mi papá encontró la manera de explicarle a un niño que cómo tocas las notas puede ser tan importante como cuáles notas tocas… y creo que eso se me quedó grabado para siempre.
Has inspirado a toda una nueva generación de guitarristas. ¿Cómo ves la evolución del aprendizaje de la guitarra hoy en día, especialmente con la enorme cantidad de recursos y herramientas disponibles en línea?
En cuanto a la primera parte, supongo que resulta halagador y gratificante pensar que algunos músicos jóvenes hayan decidido dejarse influenciar o inspirar por lo que hago, teniendo tantas otras opciones a su disposición.
Con respecto al resto de la pregunta. En entrevistas anteriores, he comentado que me preocupa un poco que el acceso tan fácil a la información «servida en bandeja» pueda restarle prioridad al desarrollo de un buen oído (y creo que eso sí puede convertirse en un problema para algunos músicos más adelante). Pero también creo que cualquier persona con una mente curiosa terminará dándose cuenta de que tener un buen oído es tremendamente liberador y nunca es tarde para empezar a trabajar en eso, una vez que comprendes lo importante que es.
Otra cosa: es, sin duda, algo positivo que hoy en día un músico joven pueda meterse en internet e inspirarse gratuitamente con grabaciones de tantos guitarristas talentosos haciendo cosas increíbles… Hoy, realmente no hay excusa para no saber lo que es posible con el instrumento.
Sí da la impresión de que estamos viendo una nueva generación de músicos muy trabajadores cuyos objetivos, en algunos casos, son bastante distintos a los míos. Algunos, por ejemplo, pueden estar más enfocados en crear el video perfecto de 15 segundos que en escribir un buen disco o dar un gran show… lo cual personalmente me resulta un poco extraño, incluso algo triste, pero… supongo que el mundo de la guitarra es una especie de “forma de vida” que va a evolucionar como quiera (igual que ocurre con el lenguaje, nos guste o no).
En fin, cuando era chico, recuerdo claramente todas las veces que fui a la biblioteca local a buscar respuestas sobre teoría musical, etc. Si hubiera tenido acceso a los recursos en línea que existen hoy, me gusta pensar que habría llegado a ser el mismo músico, sin haber «malgastado» tanto tiempo resolviendo las cosas a prueba y error, pero… quién sabe.
Si pudieras revivir un momento musical sobre el escenario, en el estudio, o incluso en una clase, ¿cuál elegirías y por qué?
Entiendo perfectamente el encanto de este tipo de experimentos mentales, pero siendo sincero, me entusiasma mucho más la idea de vivir un nuevo momento musical que revivir uno pasado. Prefiero creer que los mejores momentos aún están por venir.