Banda invitada: Tenemos Explosivos.
8 de noviembre 2025.

Por Ricardo Olivero.
Fotografías por Diego Fuentes.

La noche del sábado se llevó a cabo un concierto muy significativo en el céntrico Teatro Caupolicán de Santiago: la presentación de la banda argentina Eterna Inocencia celebrando sus 30 años de trayectoria. La banda de Quilmes, que ha logrado instalarse como un referente del hardcore melódico latinoamericano, viajó para reafirmar su estrecho vínculo con Chile y conmemorar un camino que se siente transitado casi en conjunto. Su innumerable cantidad de visitas desembocó en su primer Caupolicanazo, marcando uno de los pocos hitos que le faltaba por cumplir a la banda en nuestro país.

Tal como lo recordó Guillermo Mármol, “El Guille”, su eterno y entrañable vocalista, durante el concierto, Eterna Inocencia debutó en Chile en 1999. Este hito establece una relación de largo aliento con el público local. Desde ese primer paso en Santiago, han retornado varias veces, convirtiendo nuestra ciudad y muchas otras del territorio nacional —de norte a sur— en parte natural de su circuito. Esta noche en el Caupolicán no fue simplemente otra visita, sino una marcada celebración de ese camino compartido.

El concierto arrancó con la banda chilena Tenemos Explosivos como acto de apoyo, una dupla ya conocida que repetía una fórmula ganadora. Los nacionales vienen construyendo su propio lugar en la escena independiente santiaguina, y su participación aportó coherencia y solidez a la jornada. El hecho de que se presentaran juntos refuerza la idea de que los formatos que sostienen la música alternativa siguen vigentes cuando se apuesta por el trabajo colectivo.

El público, que se apostó temprano dentro del recinto, demostró la fanaticada incondicional que despierta la banda, coreando todos los temas que se sucedieron desde la apertura con “La libertad absoluta y el terror” (acompañada de su clásico intro), pasando por “Uroboros”, “Agamenón” y “Autarquía”, entre otros. Las siempre intensas presentaciones de la banda no dejan indiferente a nadie, pues quienes los conocen saben que estamos frente a más que una propuesta musical, sino ante un manifiesto político y de sensibilidades. La banda tuvo oportunidad de desplegar su esencia con las excelentes condiciones técnicas que ofrece el recinto, sonando de lujo y capturando en vivo la energía de sus trabajos.

El show concluyó con “La renuncia del hermeneuta” de su aclamado disco Derrumbe y celebración y con “Opúsculo de Tennessee” del disco La virgen de los mataderos, demostrando en poco tiempo un repaso democrático a su discografía. Esto dejó contenta a su propia fanaticada, aquella que ha construido la banda, relegándolos al sitial de banda de culto dentro del circuito nacional, que siempre imprime emoción y conciencia en sus shows.

Con Eterna Inocencia en el escenario, se desplegó un recorrido comprimido por su extensa discografía, desde sus primeros años hasta lo más reciente, sin abandonar el pulso combativo y la voz directa que los ha caracterizado. El show, que partió con “Cuando pasan las madrugadas”, generó inmediatamente uno de los momentos más intensos del espectáculo, el cual se sostuvo hasta el final de su presentación. El despliegue de energía, junto con la entrega del público chileno, mostró que la banda sigue vigente no por nostalgia, sino por tener algo que decir, y decirlo bien.

La trayectoria de los trasandinos se basa en la autogestión, la coherencia y mantener intacta la conexión con su público. La banda se encargó de recalcarlo explícitamente en el escenario y, en Chile, esto se ha transformado en una recepción entusiasta y en un reconocimiento mutuo generado con los años. Esa cercanía se vio en la complicidad de la banda con la gente, que respondió con saltos, canto, aplausos y emoción. “El Guille” incluso se lanzó más de una vez al público, que lo sostenía mientras cantaba los clásicos de siempre.

Temas como “Abrazo”, el clásico “A los que se han apagado” de su disco homónimo, “Le pertenezco a tus ojos” o “Entre llanos y antigales”, se coreaban como himnos, demostrando una vez más que las tocatas de Eterna en Chile son una suerte de karaoke colectivo, en donde el público se siente en perfecta sintonía con la banda. Hubo poco espacio para lo más clásico, pero lo hubo: “Let’s star the sunrise together” e “Inocencia” de su primer disco Punkypatin de 1995, hicieron emocionar a sus fans más históricos, sobre todo con el remate con “My family” del disco Días Tristes, también de sus primeros trabajos. Se mostró así el ruedo de la banda, aunque se dejó con ganas de más a quienes iban en busca de ese recorrido completo de 30 años desde sus raíces, el cual lamentablemente no se cubrió del todo. No obstante, no hay dudas de que habrá una oportunidad más para saldarlo.

El show envolvió a la gran cantidad de público que llegó al Caupolicán en un día donde la oferta de conciertos era bastante amplia. Esto demostró, una vez más, que el cariño del público chileno con la banda tiene tintes incondicionales. Las emociones a flor de piel siguieron con la parte más política de la banda, con temas como “Hazlo tú mismo”, “La radio comunitaria” o “Weichafe Catrileo”, ratificando que lo suyo siempre ha sido más que música. Por ello, la mención al Teatro Caupolicán como obra arquitectónica que nace de la caja de empleados públicos no es casual; es el mensaje de una banda que ha emparentado sus palabras con su acción en un mundo donde cada vez es más raro demandar consecuencia.

El cierre con “Nuestras fronteras” del que para algunos es su mejor disco, Las palabras y los ríos, es ya un sello distintivo de la banda, en donde inevitablemente se transforma en un coro emotivo de miles de personas, con quizás una de las canciones más hermosas jamás creadas por el grupo. Por último, hay que enfatizar que la apuesta no fue únicamente la banda argentina. La combinación con Tenemos Explosivos permite ver la escena local en acción y dialogando con la internacional. Para Santiago y para Chile, este concierto reafirma que la música independiente y de raíz sigue teniendo vigencia. Y para Eterna Inocencia, esta presentación de 30 años en Santiago es otro paso que consolida el vínculo con este país.

En resumen: una noche que no se limitó a festejar un aniversario, sino que revivió la historia, el presente y los desafíos de una banda que sigue en lucha. Eterna Inocencia se paró ante su público chileno como en casa, con autoridad, sin concesiones, apostando a lo que han sido desde el inicio. Y eso, en estos tiempos, tiene más valor del que parece para seguir y seguir adelante.

Setlist:
Cuando pasan las madrugadas
Viejas Esperanzas
Puente de piedra
Abrazo
Trizas de vos
Tus heraldos
La radio comunitaria
A los que se han apagado
Las distancias no son nada
Cuando salgo a tocar
Cartago
Cassiopeia
15 años
Let´s star the sunrise together
Mi puño es la herramienta
Hazlo tú mismo
Cañaveral
Inocencia
My family
Le pertenezco a tus ojos
Sin quererlo
A elsa y a juan
Entre llanos y antigales
Weichafe Catrileo
Nuestras fronteras

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