Buffalo en MiBar: el rock que mueve nuestras vidas
5 de abril 2019.

Por Francisca Neira.
Fotografías por Francisco aguilar A.

Todo bien con los Lollapaloozas. Todo bien con los Faunas, los festivales metaleros con nombre de figuras de la escena y los conciertos de primera gama a estadios llenos que en el último tiempo se han vuelto comunes en Chile. En Santiago, mejor dicho. Pero si queremos hablar de rock, de la música y de la actitud, también vale fijarse, conocer y experimentar lo que ocurre en el underground, en los bares y recintos en los que no cabe una audiencia multitudinaria, en la que los escenarios son más bien tarimas y en donde después de la última canción los músicos se toman una cerveza conversando contigo.

Ese rock and roll, precisamente, es el que escuchamos y respiramos anoche en MiBar, uno de los espacios santiaguinos que forma parte del circuito de locales dedicados a abrir sus puertas a la música en vivo sea esta nacional, internacional, emergente o consagrada. Lo de ayer, de hecho, fue una mezcla de todo aquello y partió exactamente a las 10 pm cuando se abrió el telón y fluyó la estridencia del saludo de los nacionales Huérfanos Salvajes, quinteto que cultiva lo que ellos mismos llaman speed rock, fiestero, fácil de seguir y en el que las cuerdas fuertes y agresivas son a la vez melódicas, al igual que los coros y sumamente rítmicas, invitando a mover la cabeza y los pies.

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El público, no tan numeroso a esa hora, pero con los ojos clavados en el escenario apañaba cada uno de los movimientos e insinuaciones de un vocalista al que la energía le sobra y le sale por los poros, buscando a cada instante la interacción con los presentes. Herederos en cierta medida de los sonidos de sus bandas de origen, Machuca y Mal de Testa, los integrantes de Huérfanos Salvajes incorporan elementos punk, grunge y hasta sicodélicos para crear un sonido fresco y un discurso desenfadado porque, finalmente, los sentimientos corren en cada letra y en cada acorde de las canciones de un quinteto que si hay algo de lo que sabe, es de rock and roll.

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Tras un breve receso, a las 23 horas en punto sube al escenario el plato fuerte de la noche: Buffalo, un power trío trasandino que desde el primer acorde llenan cada rincón del segundo piso del local de Santa Isabel con un sonido stoner omnipresente. En unos pocos minutos las mesas frente a la tarima pasan a segundo plano para dar lugar al público que sin ninguna timidez se acerca al frontis para corear una voz que, menos grave de lo que se pudiera pensar, hace juego a la perfección con la profundidad de un bajo que suena como un arma de guerra.

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Quizá el mejor ejemplo de la potencia del trío se encuentra en la batería de Marcelo Motta, quien lleva el ritmo de la banda y golpeando con fuerza radical su instrumento y participando de la puesta en escena como protagonista, como un verdadero centro de atención. A esas alturas, la audiencia había crecido y todos los presentes cabeceaban y vitoreaban el show de los argentinos que regresaron a nuestro país para presentar Parálisis, su último disco de estudio que quisieron tocar en forma íntegra, intercalando con canciones de sus trabajos anteriores e, incluso, con un cover de “Ace of Spades” que fue disfrutado por todos.

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Y es que Buffalo hace rock (“no vamos a hacer otra cosa” señala irónico Claudio, guitarrista y vocal de la banda), de ese que gusta en este lado de la cordillera, de ese que es honesto y que arma barullo dónde sea que suene y en el que la actitud que sostiene la música está lejos de ser la de unos divos, sino que se concreta en la humildad y la interacción simpática, espontánea y natural con el público a quienes les piden sugerencias de lo que quieren escuchar, le cuentan anécdotas de visitas anteriores y los invitan a armar un “Wall of death”, todo mientras tocan haciendo algunas pausas, sobreponiéndose a resfriados y detalles técnicos con la batería.

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En definitiva, lo de anoche fue, en algún sentido, una vuelta a las raíces de la escena del rock and roll, un show “under” de la mejor calidad en el que se mezclaron sonidos brutales y primigenios con un tinte melódico. Un lujo que frente a los grandes festivales y los conciertos masivos que se suceden semana tras semana en la capital nos invita a preguntarnos realmente de qué se trata el rock, ese que nos gusta y que, en definitiva, mueve nuestras vidas.

Setlist:
Las Águilas
Sobre Mí
Sabía que Iba a Morir
Tus Días, Mis Años
Corona
Pescando en la Marea
Dañar por Dañar
Mal Presagio
Scorpio
Piel
Río Arriba
Green Machine
El Gallo
Parálisis
Ace of Spades
Magia Negra
Cordero
Una Casa
The Four Horsemen
Santo
Mi Propia Guerra
Hombre Ciego

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