31 de Octubre 2023.

Por Carlos Barahona.
Fotografías por Matías Schwartz.

Cuando en 1996 le consultaron a Anne Druyan, astrónoma, compañera intelectual y sentimental del famoso científico Carl Sagan, por sus primera impresiones luego de la muerte de su compañero de vida, expresó: “Que el azar puro haya sido tan generoso y tan amable que nos pudimos encontrar, como Carl escribió tan bellamente en “Cosmos”, ya sabes, en la inmensidad del espacio y la inmensidad del tiempo… que hayamos podido estar juntos durante veinte años. No creo que vuelva a ver a Carl nunca más. Pero lo vi. Nos vimos el uno al otro. Nos encontramos el uno al otro en el cosmos, y eso fue maravilloso”.

Casi tres décadas después y en un punto geográfico también azaroso, a miles de kilómetros de tiempo y distancia de Anne, una audiencia de miles de personas vuelve a reencontrarse con una banda musical que ha tocado sus corazones con la bondad de sus letras, la calidez de sus integrantes y lo variopinto de su estilo, hermanado hasta la médula con la identidad de esta larga y angosta faja de tierra. Y la presentación de anoche realizada por Café Tacvba continuó con los cánones de la casuística en la inmensidad del tiempo espacio: ad portas de que Re, uno de sus discos más importantes cumpla tres décadas, de que Los Tres vuelvan a tocar grandes conciertos -reunidos con su formación original- y de que se celebrara la noche de muertos, festividad fundamental en su autóctona tierra mexicana.

Estos elementos presagiaban una velada sin igual. La estructura del show también así lo delataba. No había telonero, siendo los tacubos el plato único, fuerte y directo a la diversión. Pasadas las 21:10 horas de la noche y con el recinto de calle Nataniel atiborrado de una audiencia intergeneracional, saltaron a escena Rubén Albarrán, los hermanos Joselo y Quique Rangel, junto a Emanuel “Meme” del Real, acompañados de Luis Ledezma en batería y de Ramiro del Real en cuerdas, desatando la euforia en el público. Tal como ha venido siendo la tónica en su última gira, abrieron fuegos con “Seguir siendo”, una declaración de principios coreada de principio a fin. A continuación, lanzaron “Tengo Todo” y “Cero y uno”, seguidas una de la otra, canciones con en las que la banda fue plasmando su madurez sonora e identitaria en lo que fue el vertiginoso paso del siglo XX al novedoso siglo XXI.

null

“El ciclón” y “El metro” nos llevaron directamente a recordar el sonido de Re, placa fundamental de la banda con la que se hicieron famosos en todo Latinoamérica. Ambas canciones muestran las vicisitudes de crecer en una metrópoli cargada de historia, de sincretismo cultural, de amores y vicisitudes, de cambios e incertidumbres tecnológicas, por lo que los asistentes las gozaron de principio a fin, evocando su adolescencia o niñez, marcada por la explosividad cultural de bandas de todo el cono sur, de cassettes rebobinados con lápices y la ilusión de vivir sin yugos militares. “Como te extraño mi amor”, el mítico cover del argentino Leo Dan, conectó con esa fibra que toda persona latinoamericana tiene: el amor por la música romántica, la balada de amor, las esperanzas de encontrar a esa compañía para toda la vida. Por su parte, “Bar Tacvba” y “La Zonaja” nos evocaron el disco homónimo de la banda, canciones que los fans de mayor edad cantaron a todo pulmón.

null

En medio de todas estas obras maestras, no se puede dejar pasar por alto la calidez de Albarrán, que más que un frontman, es un amigo, un hermano, un primo querido con el que te criaste, tu mejor amigo que golpeaba la puerta de tu casa y le pedía permiso a tu madre para ir a jugar por las calles de tu barrio. Esa sonrisa cálida, el amor con el que se dirige al público, es cobijo, es dulzura, es la esencia del lado bueno de ser latinoamericano. “¿Cuántas cosas más puedo guardar? ¿Cuántas cosas puedo a atesorar? Dulce tentación de dejarlo todo” canta Joselo en “Volver a comenzar”, en una de las canciones en la cual toma la batuta vocal, generando momentos catárticos entre el público. Luego, en “Futuro”, su hermano Quique toma el mando de la canción, una rola que los acerca a sonidos bailables actuales, convirtiendo la cancha en una pequeña e intensa pista de baile.

null

A estas alturas, el Coliseo era una caldera. Los tacvbos, previendo que su show sería de esa intensidad, en un bemol de sensaciones, orquestaron un pequeño momento acústico, con dos canciones íntimas “Diente de León” y luego, la primigenia “María”. Con “Las flores” vino la primera sorpresa de la noche. Rubén cuenta sobre la conexión que existe entre su país y el nuestro, a nivel lingüistico, culinario y sobre todo, musical. Para ello invita a Daniel Riveros, más conocido como Gepe. Si bien Albarrán lamenta no contar con una guitarra adaptada para un zurdo, la felicidad de contar con nuestro compatriota en el escenario es inconmensurable. A posteriori, “Chilanga banda” comienza sus beats en los que de manera frenética y en una jerga bien mexicana, relatan una situación ocurrida en las calles del DF – podríamos decir que su símil local sería “Ch, bah puta la hueá” de Petinellis -. El recinto de calle Nataniel bailó al ritmo del tibiritábara.

null

En este punto, todo el teatro sabía que había una canción que no podía faltar, un cover que forja la alianza estrecha entre Chile y México: “Déjate Caer” de nuestros queridísmos Los Tres. Y aquí la segunda sorpresa de la noche, un sueño hecho realidad: Álvaro Henríquez en el escenario, guitarra en mano, cantando uno de sus himnos. La velada no podía ser más perfecta, pero lo fue. Pocas veces la reversión de una canción es tan buena como la original, pero este es el caso. Bajo el beat en el que Meme marca el compás, fuimos testigos de ese gran momento que es cuando los cuatro tacubos realizan su mítica coreografía. Y de fondo, un Henríquez dichoso. Lo que se nos viene en abril del 2024. Junto al nacional aun en el escenario, “La chica banda” cerró la primera parte del show. Broche de oro.

Para el encore, la banda lanzó todo el poderío de sus hits dedicados al más noble sentimiento, el amor: “Eres”, canción que Emanuel del Real escribió a su amada como una forma de plasmar todo su amor – historia plasmada en el documental que NatGeo hizo sobre los mexicanos -; “Quiero ver” y “Esa noche”, en las que la ilusión del querer se plasma en melodías armoniosas y llenas de cariño, para rematar con “El baile y el salón”, en la que el público coreó y bailó a más no poder sobre la belleza del conectar con una persona en cuerpo, alma y danza. Y luego de finalizado el show, una gotita de gracia y humildad. Cada integrante se tomó el tiempo de sacarse selfies con el público, firmar autógrafos y recibir el cariño, retribuyendo de manera recíproca y humilde lo entregado en el show.

Retomando a Anne y las palabras dedicadas a su amado Carl, éstas resuenan más que nunca hoy, años después de su separación en este plano del cosmos: en las inmensidades del tiempo y del espacio, no queda nada más que agradecer el poder compartir la maravilla de seres humanos que son los Café Tacvba. Gracias interestelares.

Setlist:
Seguir siendo / Tengo todo / Cero y uno
El ciclón
El metro
Como te extraño mi amor (Cover Leo Dan)
Bar Tacvba/La Zonaja
Volver a comenzar
Futuro
Diente de león
María
Olita del altamar
Un par de lugares / Puntos cardinales
Las flores (con Gepe)
Chilanga banda (Cover Jaime López)
El fin de la infancia
Déjate caer (Cover Los Tres) (con Álvaro Henríquez)
La chica banda (con Álvaro Henríquez)

Encore:
Eres
Quiero ver
Esa noche
El baile y el salón

>>> REVISA NUESTRA RESEÑA FOTOGRÁFICA PINCHANDO EN ESTE TEXTO <<<