Banda invitada: Rosewell.
18 de junio 2025.

Por Carlos Barahona.
Fotografías por Marcelo González.

Hay discos que no envejecen: simplemente se convierten en señales de tránsito para generaciones enteras. Wake the Dead de Comeback Kid, editado en 2005, es uno de ellos. Ayer, en una Sala Metrónomo repleta y encendida desde temprano, el quinteto canadiense celebró las dos décadas de este álbum imprescindible con una descarga de energía que reafirmó su lugar en la primera línea del hardcore punk mundial. Fue un concierto breve pero explosivo, en el que cada canción fue más que un tema: fue un estallido colectivo, un llamado a romper la rutina, un auténtico “despertar a los muertos”.

La noche comenzó con los viñamarinos Rosewell, que dieron un show sólido y emotivo, con un set que mezcló introspección y furia. La banda —que ha estado resurgiendo con fuerza en la escena local— abrió con “Intro” y “Aires de Esperanza”, estableciendo desde el inicio un tono melancólico y combativo. Canciones como “Noviembre” e “Infierno Mudo” mostraron su habilidad para combinar lírica reflexiva con potentes líneas instrumentales. Hacia el final, con temas como “Dulce Revancha”, “Un Nuevo Final” y “Al Tope de lo Real”, lograron una conexión real con el público, anticipando la intensidad que vendría. Fue un regreso simbólico y necesario: Rosewell pisa firme otra vez.

A las 21:00 horas en punto, se desató el caos: los canadienses irrumpieron en el escenario con una crudeza no siempre vista. «False Idols Fall», una declaración frontal contra la hipocresía, las falsas autoridades y la traición a los propios principios. La batería de Loren Legare estalló como un trueno, mientras el riff inicial abría paso a un mar de cuerpos agitados por el primer circle pit de la noche. El vocalista Andrew Neufeld, que desde 2006 asumió la voz principal tras la salida de Scott Wade, demostró por qué es una de las presencias más carismáticas del hardcore actual: firme, enérgico, completamente entregado al contacto con el público. No paró de repetir en toda la noche que somos por lejos la ciudad más insana y loca en lo que respecta a conciertos y arrojo. El bajista Chase Brenneman y los guitarristas Jeremy Hiebert y Stu Ross no se quedaron atrás, arrojándose a la primera línea como si cada acorde fuera un disparo de adrenalina.

«My Other Side», con su letra introspectiva sobre la tensión interna entre la rabia y la empatía, mantuvo el pulso alto y abrió espacio para que los coros fueran gritados con rabia liberadora. Le siguió «The Trouble I Love», que expone el lado adictivo del conflicto y la autodestrucción. La energía en este tema fue más cruda, con un ritmo más veloz que provocó una nueva ronda de stage diving desde los bordes del escenario.

«Talk Is Cheap», fue uno más de los momentos más coreados de la noche, critica la superficialidad de los discursos sin acción, y su estribillo fue un canto desafiante dirigido a un sistema que se queda en promesas vacías. Ya para entonces, la sala era un hervidero. No había distancias entre banda y audiencia: todo era un solo cuerpo pulsando al ritmo de los bombos. Con «Partners in Crime» vino uno de los momentos más íntimos del set. La canción habla de la complicidad en momentos de caos y cómo las lealtades verdaderas se demuestran cuando todo se desmorona. Neufeld nos invitaba constantemente a recordar por qué estábamos allí: no solo por la música, sino por todo lo que Wake the Dead ha significado en nuestras vidas.

«Our Distance», un tema sobre la separación emocional y la dificultad de reconciliar diferencias personales, ralentizó ligeramente el ritmo, sin perder potencia. Fue seguida por «Bright Lights Keep Shining», más esperanzadora, un recordatorio de que incluso en la oscuridad hay una luz que nos llama a avanzar. La sección media del concierto, con «Falling Apart» y «Losing Patience», reflejó el costado más emocional del disco. Ambas canciones abordan la sensación de estar colapsando, de intentar sostener una estructura interna que amenaza con romperse. La interpretación de la banda fue feroz, pero cargada de matices: gritos que parecían súplicas, silencios cargados de tensión antes de cada estallido instrumental.

«Final Goodbye» no fue solo una canción más del set: fue una especie de ritual colectivo. Habla de perder a alguien, de la dificultad de cerrar ciclos y de lo que queda cuando el dolor ya no puede transformarse en palabras. En ese momento, la sala entera coreaba como si se tratara de una despedida real, una catarsis profunda que rompía con el frenesí anterior. Desde ahí, el grupo incorporó temas de otras etapas como «Heavy Steps» y «Do Yourself a Favor», sumando intensidad con un sonido más moderno pero sin perder su raíz old school. Las guitarras de Hiebert y Ross se cruzaban como cuchillas, marcando cada cambio de ritmo con una precisión demoledora.

«G.M. Vincent & I» y «All in a Year», dos himnos de la primera época de la banda, reforzaron el vínculo con los fans más antiguos. En particular, «All in a Year» fue un estallido de energía sobre cómo todo puede cambiar en poco tiempo si uno se compromete con sus convicciones. Con «Absolute», cargada de urgencia y crítica a la indiferencia social, se comenzó a preparar el terreno para el clímax. Entonces llegó el remate con «Broadcasting…» y finalmente «Wake the Dead». No hay mejor cierre posible. La canción que le da nombre al disco —y que se convirtió en estandarte de toda una escena global— sonó como un llamado a resistir, a levantarse, a no dejar que nos adormezcan. Fue el momento más físico y emocional de la noche: el suelo tembló, los gritos fueron unísonos, y por unos minutos, todos los presentes fuimos parte de algo que trasciende lo musical.

Si bien el concierto fue breve, no hizo falta más. No se trataba de duración, sino de intensidad. Comeback Kid no vino a repasar un disco: vino a reactivarlo. A recordar por qué hace dos décadas ese puñado de canciones cambiaron la forma en que entendemos el hardcore. Y lo lograron, con creces. Porque Wake the Dead no está encerrado en un pasado glorioso. Sigue vivo, sigue despertando rabias, ternuras, dolores y esperanzas. Anoche lo comprobamos: a veces, despertar a los muertos no es una metáfora. Es un acto urgente.

Setlist Rosewell:
Intro
Aires de Esperanza
Noviembre
Infierno Mudo
Presente Ficción
Por una Sola Razón
Cruzando un Tornado
Dulce Revancha
Detrás del Olvido
Un Nuevo Final
Al Tope de lo Real

Setlist Comeback Kid:
False Idols Fall
My Other Side
The Trouble I Love
Talk Is Cheap
Partners in Crime
Our Distance
Bright Lights Keep Shining
Falling Apart
Losing Patience
Final Goodbye
Heavy Steps
G.M. Vincent & I
All in a Year
Absolute
Do Yourself a Favor
Broadcasting…
Wake the Dead

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