Por Ignacia Gutiérrez.
Con 10 años de carrera, el músico nacional, Benjamín Walker se prepara para una celebración en grande: el próximo domingo 25 de mayo se presentará en el Teatro Oriente para repasar sus cuatro discos de estudio, colaboraciones y también para entregar algunas sorpresas a sus fans.
Lo que partió como un sueño de infancia está pronto a suceder. Contención, nostalgia, sorpresa y alegría es lo que ha señalado Walker al lanzar la información sobre el show. Tuvimos la oportunidad de conversar con el cantante sobre su carrera, la trayectoria musical que hoy lo tiene celebrando una década y lo que se viene para el futuro.
Hola Benjamín, gracias por tu tiempo. Para comenzar, ¿Qué significa estar para ti cumplir 10 años en la escena de la música chilena?
La verdad, yo me detengo poco a pensar en lo que he hecho en el pasado. Soy lo suficientemente ansioso como para estar mucho más preocupado del futuro. Pero cuando llegó el número 10, como que el número 10 tiene ese conjuro de obligarte a detenerte y a ver las cosas, a pensarlas. En cualquier disciplina, no sólo en la música. Llevar 10 años haciendo algo te obliga a detenerte, observar lo que está pasando y entenderte a ti mismo en ese contexto. Y en mi caso, me pilla en un buen momento anímico, estoy orgulloso de las cosas que se han ido construyendo de a poco porque, sin ir más lejos, no escribo ni la música más de moda ni soy parte de la escena de mayor impacto a nivel de la industria. Yo me considero dentro de un oficio que, en el mejor de los casos, tiene que envejecer bien y que, definitivamente, se construye a otro ritmo. Y creo que los 10 años me han permitido tener una primera reflexión súper positiva de que esas pequeñas decisiones que partieron literalmente en micrófonos abiertos en el patio de la escuela y, después, en peñas y bares en Bellavista y que pasaron a ser conciertos en regiones y que, para bien o para mal, las decisiones me tienen hoy en día pudiendo vivir de las canciones que hago, que es algo que me tiene tremendamente orgulloso y contento, sobre todo cuando toco en vivo y veo cómo la gente no sólo canta las canciones, si no que después me cuenta en persona el rol que cumplen esas canciones en sus vidas. Eso es algo que me genera mucha felicidad.
En ese sentido, ¿cómo ha sido formar parte de la escena de la música chilena? Porque tenemos un espectro bien grande: bandas más nuevas, más jóvenes y también músicos de alta trayectoria, varios años de trayectoria internacional.
Para mí siempre fue un anhelo ser parte de esa fauna de la música chilena porque me crié un poco en ese ambiente. No un poco, me crié en ese ambiente por mi mamá que también es música. Yo fui un niño que se crió yendo a conciertos, dando vueltas en el backstage entre ensayos y que, en particular, siempre vi con mucha altura de miras y admiración a los colegas de mi mamá o a mi propia mamá. Con mucha admiración por las anécdotas, que son varias. Hay algo que es propio de la música chilena y es que es tan precario y adverso hacer música en Chile que hace que, a diferencia de muchas industrias musicales, desde el artista más taquilla hasta el más emergente y más indie, no es difícil juntarlos a todos en la misma bolsa. Eso en el sentido de que, sin ir tan lejos, para el estallido social la trinchera de la música chilena, si se puede hablar de esa forma, fue bastante transversal y fue desde el artista más popular hasta el más nuevo que no tuvieron miedo a pagar los costos que haya habido que pagar. Y eso no ocurre en todos lados.
Haciendo un paralelo con Colombia, que también vivió una suerte de proto estallido social después del chileno (coincidió que estuve tocando allá en ese tiempo), vi las marchas en la séptima en Bogotá y no estaba toda la industria musical de eso. Había mucha interpelación de los compositores y músicos a los artistas más potentes, como Sebastián Yatra, J Balvin, Shakira, que como vivían una situación de industria mucho más masiva y privilegiada, no querían correr el riesgo de pagar costos por hablar de política. Y eso en Chile no ocurre. Es a lo que voy con esto, es que es un reflejo de que la música chilena tiene una camaradería histórica y propia de lo insular y pequeños que somos, que es muy lindo y que hace que se encuentren géneros y artistas de todo tipo en el mismo lugar de forma muy seguida. Y siempre quise ser parte de eso. Es parte de lo que me tiene contento y orgulloso hoy en día: que hoy con propiedad me siento parte de esa fauna de la música chilena.
Qué lindo, me parece muy emotivo. Bueno, nombrabas a tu mamá como una inspiración desde muy pequeño. ¿Quiénes crees tú que también fueron tus inspiraciones en la música? Quizá la música chilena primero y luego podemos ahondar en inspiraciones del extranjero, ya sean como personas o como músicos.
Claro, miré mucho a los colegas de mi mamá, a Eduardo Peralta, que canta mucho con ella. Las primeras veces que me subí a un escenario a mostrar mis composiciones fue con él, un gran exponente de la trova en Chile. Eduardo Gatti, también; Horacio Salinas, como guitarrista, fue una gran inspiración. También Inti Illimani. Me crié cercano a la banda a través de mi mamá. El Inti, en general, como fenómeno artístico, compositivo, cultural, es de mis bandas favoritas en el mundo. Patricio Manns fue una gran inspiración. Tuve la suerte de abrir el show de Inti Illimani teloneando, perdón, el disco Inti Illimani homenajeando a Patricio Manns, con Patricio Manns presente en el Teatro Nescafé. Yo abrí ese show y, de repente, estaba en el Nescafé abriendo a Inti Illimani, tocando temas de Patricio Manns y todos, después, en un restaurante comiendo en la misma mesa, escuchando anécdotas de Patricio Manns, de cómo vivía en una casa de suelo de barro, pero tenían dos pianos porque su mamá era clavada en la música clásica y su papá en el jazz, hijo de inmigrantes en el sur de Chile, con todo este bagaje cultural super sofisticado. Desde lo musical, Patricio Manns fue una gran inspiración.
Cuando estaba ya un poco más adolescente me pegó mucho esta generación que tuvo un impulso, por suerte, muy fuerte desde lo mediático: el Nano, Manuel García, Chinoy, Camila Moreno, Fernando Milagros. Todo ello desde la vereda de la voz y la guitarra y de hacer canciones contingentes y de que Chile estuviera muy atento a sus carreras, fue algo que me inspiró mucho, me hizo sentir que yo también podía. Ellos fueron muy importantes para varios de mi generación, que veníamos justo detrás. Nos tocó un contexto muy distinto, el de la digitalización de la música. Ellos estuvieron acompañados de una tradición más apegada a la radio y a la tele que a mi generación no le tocó y fue un poco más adverso en ese sentido. Pero ellos fueron. El disco Pánico, cuando empecé a componer canciones, fue clave también. Hay mucha inspiración de Pánico en mi primer disco. Eso, en Chile por lo menos. Además de Víctor y Violeta, obvio.
También has podido viajar al extranjero, mencionaste Colombia y otros países de Latinoamérica. ¿Quiénes crees tú que han sido compañeros dentro de esta experiencia en la música en el extranjero y también que hayan sido tu inspiración o que te hayan enseñado en este proceso de crear música?
Totalmente. Loli Molina es la primera en quien pienso, es de mis cantautoras latinoamericanas favoritas. Tengo la suerte de ser parte de un colectivo de cantautores y cantautoras que se llama Núcleo Distante. Somos 22 músicos, por los 22 Arcanos del Tarot. Llegué cuando el grupo ya estaba conformado. Silvana Estrada era parte de este colectivo, pero se salió y como tenían que haber siempre 22 personas en el grupo, vine a reemplazarla en él. Hay mucha camaradería y ayuda o reflexión en torno al oficio de la cantautoría que, hoy en día, se da dentro de ese grupo. Entre ellos está David Aguilar, que es un gran amigo, con el que he tenido la suerte de grabar más de una vez. Coescribimos una canción para mi último disco y para un disco de reversiones de mi disco Brote grabé una versión de “Que me lleve el mar” con él, que es muy bonita. Loli Bueno, David Alejandro y María Laura son de mis mejores amigos en la vida y en la música. Hemos coincidido mucho tocando juntos a lo largo de estos años, como lo hemos hecho también con Yorka o Vicente Cifuentes, dentro de Chile. Tengo mucha suerte de compartir mucho con mis colegas en otros países. Paula Prieto, en Argentina, comparto mucho con ella. Franco Masciarelli, en Uruguay; Papina de palma, en México. Fer Casillas, estuvimos componiendo para su último disco. Vanessa Zamora, bueno, Silvana Estrada, por supuesto. Lorena Blume. Comparto mucho con la escena peruana que está profundamente conectada con la chilena y que me encanta que exista. Compartimos mucho más que con otros vecinos, diría yo. Pero sí, hay toda una escena de cantautoría latinoamericana que está muy conectada desde lo digital y que se traduce de forma muy natural cuando uno se encuentra en otros países. Muchas amistades que partieron por Instagram y que cuando uno va a Bogotá o a Buenos Aires o a Ciudad de México te reciben en sus casas, te aconsejan dónde tocar o con quién hacer prensa. Y eso es muy lindo porque tiene una traducción muy concreta en lo real.
¿Y también te ha tocado encontrarte con músicos chilenos que estén en el extranjero? Pienso inmediatamente en Mon Laferte, por ejemplo.
Total. Mon fue muy cariñosa desde que llegué a México. La primera vez que nos encontramos… bueno, nos conocimos en Chile, en el Cajón del Maipo, en un concierto del Rulo y el David Aguilar. Ahí compartimos la primera vez. Pero cuando estuve nominado a los Grammy, fuimos los únicos chilenos ese año. Y Mon es súper acogedora y súper consciente de prestar ropa a la música chilena. Y fue lo máximo. Y sigue siendo, pero era una figura muy potente ese año. Y sentí como que me metió debajo de su ala y me hizo acompañarla a todos lados. Todas las actividades de los Grammy, las fiestas, después los sellos, qué sé yo. Tuve la suerte máxima de poder participar de muchas cosas porque Mon me hizo sentarme en su mesa, literalmente. Y eso fue algo que no se me olvida jamás.
Los Búnkers en México han sido súper, los hermanos Durán han sido súper acogedores. Comparto mucho con Francisco Victoria, que es de mis personas más cercanas hoy en día; con la Dulce y Agraz, con quien hemos estado componiendo el último tiempo. Yo aprendí mucho de ella, de su oficio, es de mis compositoras favoritas de nuestra generación, lejos. Y hay una comunidad de chilenos y chilenas en México que es bien histórica. No sé si ha habido un volumen tan grande de artistas chilenos de varias disciplinas viviendo México como hoy en día. Es bien impresionante. Los mismos mexicanos lo reconocen. Es como wey, qué pedo los chilenos.
Bueno, preguntarte de lleno acerca del show Presente. ¿Cómo se gesta esta idea de hacer un show conmemorativo de 10 años y, además, en el teatro Oriente que fue también muy significativo para ti en cuanto a la música?
El año pasado, cuando cumplí 10 años, fue como “¡chucha, 10 años del primer disco!, la media volá”, y ahí recién entré en conciencia de la importancia de detenerse, agradecer lo que se tiene y las decisiones tomadas. Entonces, como contaba en otra entrevista, yo cumplo años en enero, el 3 de enero, y siempre tuve que inventarme cumpleaños cuando era chico porque de lo contrario no podía celebrar con los amigos del colegio. Fue una idea de mi mamá que me decía “¿cuándo va a ser tu cumpleaños este año?”. Entonces cuando cumplí… cuando cumplió los 10 años el primer disco, a fines del año pasado, fue como “bueno, voy a inventarme una fecha el próximo año porque esto hay que celebrarlo”. Y el Teatro Oriente fue porque me gusta darme gustitos. En ese teatro viví muchos de los momentos que contribuyeron a darle rienda suelta a mi imaginación, de verme a mí mismo arriba un escenario. Fue con Spinetta, cuando era chico; después fue con Pedro Aznar. Al mismo Manuel García lo vi ahí por primera vez, abriéndole a Pedro Aznar, de hecho.
Cuando le abrí a Pedro Aznar en una de sus giras fue muy emocionante porque me acordaba que la música de Manuel la conocí porque él le abría el show a Pedro. Y, de repente, me vi a mí mismo en el rol en el que estaba Manuel la primera vez que lo vi tocar. Y fue muy emocionante porque fueron hitos que, desde el punto de vista de la audiencia, a mí me marcaron y me motivaron a querer hacer eso que estaban haciendo ellos. Entonces, como tocaba celebrar 10 años de mucho esfuerzo que ha significado el estar viviendo de mi música, para mí era obvio que tenía que ser ahí, por hacerle caso a esa imaginación que el Teatro Oriente me dejó correr para hoy día ser músico.
Y le puse Presente al concierto porque es un significante con varios significados: significa vivir el ahora y el momento. Y ese concierto no se va a volver a repetir. Los invitados que estarán ahí, la cantidad de canciones que voy a tocar, los arreglos que vamos a hacer para el show… son todas cosas que solo van a ocurrir ahí, en el Teatro Oriente y nunca más. Entonces habrá que estar muy presente viviendo ese momento. Y el presente también es un obsequio, un regalo, es un objeto celebratorio. Es un regalo que yo le quiero dar a la gente que me apoyó hasta ahora. Y es una invitación, es como un presente, una carta de invitación que uno envía al resto para ser partícipes de una ceremonia. Bueno, jurídicamente téngase presente, pero conjugan varios significados que me hacían sentido.
De todo lo que ha significado partir desde chico relacionándote con la música hasta ahora, me parece muy emotivo. Bueno, para ir terminando, la última pregunta que te tengo es, evidentemente, ¿qué se viene para el futuro, qué se viene ahora después de conmemorar estos 10 años? ¿Qué planes tienes?
Estoy preparando y estoy componiendo un disco nuevo, desde lugares y emociones que también son nuevas. Siempre he hecho mucha música muy introspectiva, por estados de necesidad, como por estar pegado mirando el techo a las 3:00 a.m., ansioso y usando las canciones como una excusa para calmar esa ansiedad. Y ahora me encuentro en otro lugar. Creo que mi último disco, Libre, me ayudó a cerrar muchos ciclos de autoentendimiento y de terapia, sin ir más lejos, que me tienen con muchas ganas de hacer un disco de mucho goce, de energía, más arriba, más de banda. Y ahora que vuelva a México, en abril, estaré componiendo, encerrado todo el mes… o sea, mientras preparo el concierto estaré componiendo, quizás presentando algunas canciones en el teatro. Eso puede pasar.
Y también colaboraciones, me imagino. La posibilidad de ser parte de o que sean parte de tu nuevo trabajo.
Puede ser. Estoy trabajando también en un side Project, como se le dice, que ocurrió el año pasado de forma espontánea con algunos otros músicos; un proyecto en paralelo que nació y que me tiene muy emocionado y que probablemente vea la luz este año, al menos las primeras cosas. Es un trabajo colaborativo de banda, pero se está gestando, estamos dándole forma porque ocurrió la música de forma espontánea y a todas las partes nos emociona tanto que se está convirtiendo en una prioridad en nuestra agenda y eso también será una novedad para mí. No es nuevo trabajar en proyecto en paralelo, yo toqué muchos años, fui parte de Hausi Kuta, una banda de rock alternativo de la que tomé distancia en algún minuto, pero la oportunidad de crear en contextos distintos nunca he dejado de quererla y ahora está volviendo a tomar forma en otro proyecto que se viene relativamente pronto.
Para cerrar, te dejo un espacio para que nos dejes una invitación, para que la gente asista a este show, especialmente la gente que te sigue.
Presente es un momento que se va a consumir por sí mismo y nunca más volverá a ocurrir, entonces, invito a todos y a todas a que nos acompañen el 25 de mayo en el Teatro Oriente, un show único, con invitados de lujo, con una revisión completa por toda mi discografía y también por algunas canciones nuevas. Será una fiesta y ojalá que sea una anécdota que todos nos podamos llevar para el resto de nuestras vidas.
Las entradas para el show presente aún se encuentran disponibles en la página de Ticketmaster.