Por Carlos Barahona.

En esta entrevista, el director Pablo Greene (P) y el músico y actor Abel Zicavo (A) nos cuentan los orígenes de “Los People in the Dragon”, comedia chilena que llega a los cines este 5 de junio. Entre risas, nostalgia y mucha creatividad, revelan cómo nació esta banda ficticia que terminó con 16 canciones originales, inspiradas en referentes como 31 Minutos, The Office y This Is Spinal Tap, y adelantan la posibilidad de que los People salten pronto de la pantalla al escenario.

¿Cómo nace esta historia? ¿La idea surge desde el humor, desde la nostalgia, o desde alguna experiencia personal que quisiste transformar en ficción?

P: Esta historia tiene múltiples orígenes. Uno de ellos, quizás el más inmediato, es que vivimos en un país demasiado divertido como para tener tan pocas comedias en cartelera. Chile está lleno de situaciones absurdas, precarias, contradictorias, y eso se presta para contar historias con humor. Entonces, con Claudia, mi socia en el cine, nos propusimos hacer una comedia como siguiente proyecto.

Además, yo tenía muchas ganas de dirigir cine. Había dirigido muchas obras de teatro, especialmente comedias, junto con Abel en nuestra compañía Equipo Teatro, pero nunca una película. Así que cuando se presentó la oportunidad, fue un: “tiene que ser una comedia, sí o sí”.

Desde ahí, empezamos con una dinámica que ya habíamos tenido en otros proyectos: contar historias con lo que tenemos a mano. Así lo hicimos en Mala Junta (que surgió de la historia familiar mapuche de Claudia) o en Mis hermanos sueñan despiertos. Para esta película, la pregunta fue: ¿qué tengo yo? Y la respuesta era clara: tengo a dos grandes amigos de la escuela de teatro, Abel y Camilo Zicavo, que además tienen una banda muy famosa —Moral Distraída—, y eso me abría un montón de posibilidades, incluso para entrar gratis a lugares.

La película partió de manera muy precaria, y muchas escenas están hechas con creatividad más que con presupuesto. Por ejemplo, las imágenes de fans afuera del Movistar Arena no son extras: son fans reales de la Moral en 2018, a quienes les pasamos bandanas de People in the Dragon, les enseñamos a decir el nombre y ¡grabamos! Todo sin gastar un peso.

A nivel más conceptual, yo ya venía con una idea desde el 2016: hacer una comedia sobre una boyband en desgracia. Luego fue mutando: pensé que podía ser mejor una banda de rock, especialmente considerando que tenía cerca a los Zicavo. Finalmente, se fue entrelazando todo: la idea, los actores, los músicos, la precariedad y la épica de hacer arte en Chile. Porque en el fondo, el corazón de People in the Dragon está en esa batalla constante por sacar adelante proyectos culturales en un país donde parece que todo conspira contra ellos. Pero igual nos metemos, porque amamos contar historias.

Abel, tú vienes de un universo musical muy potente. ¿Qué te atrajo de este proyecto cinematográfico para involucrarte no solo como actor, sino también como parte clave de la banda sonora?

A: Creo que fue muy natural involucrarme. Como decía Pablo, veníamos trabajando juntos hace muchos años en teatro, haciendo obras, web series, sketches. En paralelo, yo estaba muy metido en la música con Moral Distraída y Plumas, y esta película fue como una confluencia de esos mundos. Era como inevitable que llegara el momento de hacer una película juntos.

Además, el proyecto tenía algo que me atraía mucho: esa forma muy latinoamericana, muy sudaca, de hacer las cosas con lo que se tiene. Si tengo un palo, una tela y un poco de alambre, con eso armo una bandera. Esa precariedad estimula la creatividad y hace que todo cobre más sentido, más valor.

Y desde el punto de vista musical, me pareció increíble la libertad con la que podíamos crear. Como era ficción, no había que cumplir con hitos de una banda real, no había expectativas políticas o comerciales que cumplir. Pudimos inventar desde el juego, desde el absurdo, desde lo emocional. Esa libertad es una maravilla y pocas veces se da.

También sentí que era un paso lógico dentro del crecimiento del equipo. Ya habíamos hecho tantas cosas juntos, que una película era lo que venía. Y aunque fue difícil, dolorosa a veces, se hizo. Y eso es hermoso.

Las canciones de People in the Dragon tienen una mezcla de épica, humor y ternura. ¿Cómo fue el trabajo de composición? ¿Las letras y los estilos fueron creados pensando en la trama o fueron armándose en paralelo?

P: Fue un proceso muy único, una especie de dramaturgia musical. Primero conversamos con Abel y Camilo sobre qué tipo de banda era People in the Dragon. Tiramos referencias: una mezcla entre Los Mox, Sinergia, Chancho en Piedra, incluso un poquito de Los Prisioneros. Era como hacer una licuadora y ver qué salía.

Después les mandé un Word eterno con descripciones detalladas de nueve canciones que necesitaba. Cada una debía cumplir una función narrativa específica. Por ejemplo, “¿Queso y Jamoná?”, el gran hit adolescente que los hizo famosos, debía capturar la vida de barrio y la ingenuidad de los 15 años. “Todos los pingüinos marchan al cielo” era para una etapa más politizada de la banda, vinculada al movimiento estudiantil del 2011. La canción del reencuentro debía ser nostálgica y emotiva, y la del final, potente pero sensible.

Además, les mandé una lista de 30 o 40 posibles títulos, como “Talca es como Chillán (Pero con depresión)” o “Sayonara conchetumadre”, y audios de WhatsApp con melodías que yo había grabado en privado, solo para no olvidarlas. Me dio mucha vergüenza al principio, pero los cabros dijeron “¡está bacán! mándanos más”. Me la creí y les mandé todo.

Lo que ellos hicieron con eso fue impresionante. Me mandaron 30 maquetas musicales, y fue uno de los días más felices de mi vida. Lloré de emoción. Elegimos 16 canciones para la película por temas de presupuesto, y las terminaron con una calidad increíble. De verdad siento que la música es uno de los grandes orgullos de People in the Dragon.

¿Tuvieron referentes chilenos o internacionales para construir el universo visual y musical de la película?

P: Muchísimos. A nivel internacional, los referentes principales fueron This Is Spinal Tap, que fue el primer falso documental que vi y me rompió la cabeza, y The Office, que tiene ese humor absurdo pero también ternura. En Spinal Tap, todo es sátira y no importa si conectas emocionalmente con los personajes. En cambio, The Office te hace reír, pero también te conmueve. Esa mezcla me interesaba mucho.

También tomé cosas de los falsos documentales de Christopher Guest, como Best in Show, sobre todo en lo visual. Aunque es un falso documental, él cuida mucho el encuadre, la puesta en escena, la dirección de cámara. No todo tiene que estar sucio o tembloroso para ser «real».

Y claro, en Chile, un referente indiscutido es 31 Minutos. Aunque no lo dijimos explícitamente al principio, ahora lo vemos claro. El humor, la música, el absurdo con ternura. Hay mucho de Álvaro Díaz y Pedro Peirano en esto. También Chancho en Piedra, que son como los primos musicales de 31 Minutos.

Todo eso lo juntamos y salió esta «ensalada chilena», como decimos: con lo que teníamos.

¿Cómo ha sido la recepción del público en los festivales y funciones previas? ¿Les ha sorprendido alguna reacción?

P: Nos ha sorprendido muchísimo, y para bien. Una de las cosas más lindas es lo transversal que ha sido el público. En Quilpué, una señora me dijo: “vine con mi hija de 15 y mi mamá de 70, y las tres nos reímos por partes iguales”. Eso me emocionó. Porque muestra que la película conecta con diferentes generaciones.

En el Festival de Lebu también pasó algo similar. Había gente de todas las edades riéndose, emocionándose. Incluso algunos cineastas muy reconocidos nos comentaron que les encantaba el género de películas de bandas musicales, más allá del falso documental.

Y eso es lo que queríamos: hacer una película que puedas ver con quien sea, que te haga reír, que te conmueva, que te saque por un rato del peso de la vida.

Por último: ¿Habrá alguna posibilidad de escuchar estas canciones en vivo, como un show de “People In The Dragon”?

A: Sí. Aunque no puedo decir mucho aún. Estamos preparando una sorpresa, pero probablemente va a ser una de esas cosas que suceden sin anuncio. Así que hay que estar atentos, porque People in the Dragon va a aparecer tocando en algún momento, en algún lugar.

Los People in the Dragon se estrena el 5 de junio en diversas salas de cine a lo largo de todo el país.