Por Sebastián Allende.
Fotografías/videos: Matías Schwartz / Francisco Aguilar A.
Desde sus inicios en la escena hardcore santiaguina, Tenemos Explosivos ha sido mucho más que una banda de post-hardcore: es un proyecto artístico que entrelaza música, memoria, amor y política. Conversamos, en su sala de ensayo, con Eduardo Pavez (voz), Juan José Sánchez (guitarra), René Manuel Sánchez (guitarra), Álvaro Urrea (bajo) y Matías Gray (batería) sobre sus inicios musicales, la evolución de su sonido y letras, el proceso creativo detrás de cada álbum y las expectativas sobre un futuro que promete mucha música en vivo y canciones.
Para comenzar, y agradecer el espacio para conversar, ¿cómo se encuentran?, ¿cómo están con este reencuentro?
Eduardo: Eh, bien, estamos súper bien. Eh, estamos súper contentos igual de poder volver, en verdad, a meternos todos juntos a la sala, poder volver a intentar sacar temas nuevos, eh, si bien revisitar los antiguos, pero más que nada lo que nos tiene como más contentos es que podemos empezar a hacer cosas todos juntos de nuevo, empezar a volver quizás a un Derrumbe a ese tipo de ideas quizás o retomar todo, volver a la idea misma de poder ensayar todo, juntos en realidad.
Y si hablamos de que este es como un nuevo comienzo, nos gustaría conocer un poquito cómo fueron los inicios de la banda, cómo partió, cómo fue la idea. Todos ustedes son músicos que vienen de diversas agrupaciones. Hablamos antes con Juanjo de Criacuervos, por dar algún nombre, que es parte del origen, del germen ¿Cómo fue? ¿Dónde nació la idea de Tenemos Explosivos?
Juan Jo: Yo creo que tú René, por qué tú invitaste a Eduardo.
René: La banda nace de la necesidad de seguir tocando. Nosotros con Juanjo, Juanjo y yo, estábamos terminando el ciclo de Criacuervos. Álvaro estaba terminando el ciclo que había hecho con Johnson Overdrive, que compartíamos lugar de ensayo y éramos muy amigos y decidimos con Álvaro hacer algo juntos porque somos amigos y nos gustaba tocar. Hicimos algo, se lo mostramos a Juanjo, le llamó la atención, le gustó y, la verdad, los tres veníamos de bandas en las que habíamos tenido vocalista o no, y dijimos: «Oye, pero si vamos a tocar, invitemos a alguien a cantar». No, no quiero cantar. Yo tampoco quiero cantar. ¿Álvaro? No, nadie quiere cantar. Y dije: «Ah, yo tengo un amigo que conozco hace años, lo conozco desde los 17, 18 años más o menos, ¿eh?». Y él canta y habíamos estado en contacto, y lo invitamos a la sala de ensayo y así partió.
Básicamente, un amigo nos dijo: «Ah, yo conozco un baterista». Y llegó Cristian. Con los años hicimos con él Derrumbe, el primer EP. Después de Derrumbe, Cristian, después, eh, se fue de la banda. Llegó Matías Acuña. Matías después sale del proceso de, después de Cortacalles, y entra Matías. Y así es un resumen de cómo partió, de cómo estamos ahora.
El nombre de ustedes es bien potente: Tenemos Explosivos. Es algo que suena como una bomba. ¿Qué significa para ustedes hoy?
Eduardo: Creo que el nombre parte de la necesidad de colocarle un nombre a la banda. No teníamos nombre y, a la primera tocata, Juanjo sugiere que nos llamemos «Tenemos Explosivos», y a nadie le gustaba el nombre y debatimos mucho cómo nos íbamos a llamar, y llegó la fecha de la banda para tocar y no teníamos nombre, y «Tenemos Explosivos» quedó como el nombre del proyecto y un poco a contrapelo, como que nunca estuvimos camiseteados así como «sí, Tenemos Explosivos», porque a todos nos sonaba como, eh, no sé. Pero con el proceso de desarrollar las canciones, eh, «Ah, bueno, sí, una banda política tiene sentido», o nos acostumbramos al nombre, en verdad. Como que el nombre, no sé si nos acostumbramos al nombre o el nombre se acostumbró a nosotros, pero la significancia que pueda tener es una significancia compartida, semántica. No tenemos una polera en la cual tengamos un mensaje claro con el nombre. El nombre es el nombre del proyecto, pero siento que con los años ya no solo no me molesta, sino que me gusta. Creo que ha sido bonito también sacar un proyecto que tiene un nombre tan, no sé, es una declaración igual el nombre. Entonces, defender un poco eso en vivo es parte del desafío, como «no vayas a llamarte Tenemos Explosivo y estar echado para atrás», como que te involucra una actividad. Entonces, siento que también el nombre nos fuerza a una actitud o una forma de tocar que ha sido un poco guía en el proceso.
Actualmente tienen cuatro discos y, por lo que escuchamos, están trabajando ya en nueva música. Están Derrumbe, La Virgen, Victoria y Cortacalles. ¿Qué significa cada disco para ustedes? ¿Cómo lo ven, como una evolución? ¿Han visto algún cambio en la forma de construir las canciones, en la forma de las letras?
Eduardo: «¡Gigante la pregunta!». Puedo hablar por mí, como te puedo contar un poco el proceso, cómo ha sido mi proceso de la composición de la letra, pero cada disco es un universo pequeño, entonces también es difícil responder por la discografía completa del proceso de cada disco. Pero el primer disco lo compusimos todos juntos y lo armamos, empezamos el 2009 y lo terminamos de componer el 2010, y ya el 2011 lo entramos a grabar y eran las marchas. Entonces, no fue compuesto para las marchas que ocurrieron entre el 2002, el 2011 y el 2013, pero tenía ese color en el momento en que sale el disco, que sale el 2012. Eh, y como lo compusimos entre todos, es un poco el disco más ecléctico en el sentido de que no hay una idea central del disco, pero sí, hay un sonido muy definido. Entonces, hay una identidad sonora, es una identidad de discurso y creo que eso es lo que se levantó. Después compusimos la mitad de La Virgen cuando yo ya me fui a Alemania y la otra mitad la compusimos a distancia y después nos juntamos y dijimos: «Ya va a ser el disco con el cual nos despedimos, así que este va a ser el debut despedida de la banda en términos de discos compuestos desde afuera». Y La Virgen tiene un color mucho más triste porque yo estaba pasando por la depresión más fuerte, una de las más fuertes que he tenido en mi vida cuando estaba en Alemania. Entonces, también desde la letra es un disco muy triste, eh, pero es un disco muy activo, como un disco que tiene muchas partes, que se mueve, que avanza, que tiene rabia. Entonces, esa combinación entre lo que pasaba en la sala de ensayo, más la tristeza mía en el frío del invierno en Berlín, tiene un color como… por eso el disco es más azul, es más frío, tiene fotos de nieve.
Y el Victoria es un disco que es más compuesto, siento que conversa más con el grunge de una forma; la composición es más directa, es más clara. Eh, yo también ya había encontrado cómo hacer ideas centrales de disco. Entonces, tiene una idea central, aparece el concepto de la familia, fusiones de ahí, y desarrollamos eso. Y el Cortacalles es un experimento que, claro, nos demoramos un montón en sacar porque estábamos buscando qué se venía, cómo estábamos trabajando. Y también cuando uno —corríjame si me equivoco— pero cuando se trabaja tanto tiempo a distancia o de cualquier manera, la forma en que tú empiezas a trabajar aparecen como vicios en el trabajo, formas en las cuales resolviste algo y sientes que: «Ah, como lo resolví de esta forma y funcionó, al parecer esta es la forma de resolver». Entonces nos encontramos en Cortacalles con que esta es la forma de resolver que dejó de funcionar y entramos en crisis: ¿cómo resolvemos ahora? ¿Cómo solucionamos esto? Y pasa también un proceso de muchas muertes por el que estoy yo y, bueno, el COVID también. Entonces, adquiere el Cortacalles ese color; es un disco que habla sobre la muerte, pero no necesariamente es la muerte como la tristeza de la muerte, sino el proceso de duelo también o la paz ante la impermanencia, y siento que ese es el color que tiene. Entonces, claro, todos los procesos han sido distintos porque vamos creciendo también y porque las ideas fuerza de cada disco se van dando biográfica y temáticamente, y en términos de cómo la banda va creando una disposición de trabajo.
Juan Jo: Eh, los primeros tres discos los hicimos nosotros, nosotros los músicos. Bueno, Cortacalles obviamente también, pero en Cortacalles teníamos tanto material y teníamos el material tan frente a nosotros que en un momento era así como: «Sabemos que tenemos muchas canciones de las cuales hay muchas que están listas y otras que les falta todavía terminar y no sabemos cómo solucionar». Y en eso, eh, habíamos tenido siempre conversaciones de que: «Oye, ¿cuál es, para ti, el mejor trabajo de voces de los discos que hemos hecho, etcétera, etcétera, etcétera?». Y salió César Asensio como nombre y le dijimos: «Oye, vos habías trabajado harto un montón de años, conocemos el humor de César y todo». Entonces fue como, eh, «Mira, tenemos esto, creemos que está bueno, pero hay cuestiones que no sabemos cómo solucionarlas, por favor tíranos un salvavidas». Y así fue como empezamos a trabajar en vez de los cuatro en la sala de ensayo y Eduardo fuera remotamente; empezamos a trabajar todos remotos. Además que era el COVID, entonces teníamos que estar encerrados. Por suerte teníamos todo maqueteado. Entonces, nada, pues, con las ideas que no teníamos bien resueltas, eh, César mandaba un copy-paste de las mismas maquetas que le habíamos mandado y era como la escuchaba: «Oye, sí, esto era así de fácil de solucionar». Entonces, igual él nos ayudó bastante con Cortacalles en particular.
En ese sentido, ¿qué rol le dan ustedes a la rabia, a la memoria y al amor en sus canciones?
Eduardo: Son propiedades, propiedades de un discurso, diría yo. O sea, son cosas distintas, porque la memoria es el fondo ideológico del proyecto, diría yo. La rabia es la materialización o la manifestación de la emoción principal de cómo eso se lleva a cabo. Entonces, claro, estamos recordando, pero uno recuerda con rabia; si no, los eventos traumáticos no se recuerdan con alegría necesariamente. Puede ser, pero está difícil. Hay un elemento de un trauma no aceptado que se manifiesta con la rabia. Y el amor, depende qué estamos entendiendo por amor, porque hay diferentes tipos de vínculos que podríamos hacer caer en esa categoría. Y creo que los vínculos filiales, por ejemplo, en Victoria, caen dentro de esa categoría. Aunque no se está cantando la canción de «te amo, mi amor, de los ojos claros», hay un color de «amo a mi madre», por ejemplo, o «amo a mi padre». Pero ¿qué pasa si mi padre es un torturador? Que es el tema de Victoria. Entonces, ¿cómo me relaciono con ese amor de padre que tortura a alguien por la noche y en la mañana y después llega en la noche a abrazarme? Ese color es el que es difícil de trabajar. Entonces, claro, no sé qué rol cumplen, pero son propiedades que en cada disco aparecen permutadas dependiendo de la idea central del disco.
Una pregunta para cada uno de ustedes, ¿qué canción define a Tenemos Explosivos?
Álvaro: Uy, qué peludo, porque creo que parte de los discos, también en los discos, se refleja mucho qué tanto vamos creciendo, entonces como que también representan una etapa quizás de la banda. Quizás, más que un tema como tal, quizás en Derrumbe siento que teníamos mucha más rabia, por ejemplo; era como que nos habíamos juntado después de todo, estábamos viendo lo que estaba pasando y, claro, hay canciones que en verdad tienen mucha rabia de por medio.
Eduardo: Eh, en Victoria quizás estábamos un poco más como aletargados (no es la palabra), pero estábamos un poco más como tristes quizás. En Cortacalles, yo creo que es un disco súper triste, es triste y denso, cachay. Entonces, no sé si podría decir como que cada disco tiene una frecuencia tan definida, pero creo que va más dictado por eso, por cómo vamos creciendo también con cada disco. Se nota lo que estamos pasando y cada día nos están pasando cosas nuevas, digamos. Para mí, los dos temas que… no sé si la identidad de la banda, pero que se acercan a un sonido que yo podría decir como transversal de la banda, yo diría que son “Uróboros” de La Virgen y “Agamenón” de Victoria. Creo que son los dos colores, la paleta más clara de la banda. Sin ser temas que identifican, creo que son temas que tienen suficiente color que se corresponde con los otros discos.
Juan Jo: Bueno, igual coincido con “Uróboros”, de hecho era el que iba a decir, como que resume harto de la temática de la banda, la letra. Y musicalmente también, pues, porque es algo como rock, pero igual es súper melódico sin ser empalagoso, ¿cachay? Y nada, yo creo que ese es el que más siento que representa la banda.
Matias: ¡Qué fuerte! Puta, yo voy a tener que hablar por mis gustos personales también, encima. Yo creo que puede ser «La renuncia del hermeneuta» y «Regreso a casa». Pero es por una cosa también de cómo yo, como entré a escuchar la banda, siento como que me remite eso a lo primero que me llegó de la banda, una cosa así. Y obviamente el carácter siento que ha cambiado un montón. Como que también diría que actualmente quizás siento que hay un carácter más cargado hacia el Cortacalles, por ejemplo, en general, pero es una cosa de la evolución de la banda, como decía Álvaro. Pero lo que a mí me queda son como más esos temas, por ejemplo. ¿Cómo se llama el set? Cortacalles.
René: “El perro Volodia”. O sea, es “Uróboros” también, pero no se escucha. O sea, la que más me gusta tocar, perdón, la que más me gusta tocar es “Uróboros”, y también concuerdo con mi hermano por lo que dice, por la paleta de colores y todo el trabajo melódico que hay de fondo. Pero actualmente, yo creo que «El perro Volodia» porque creo que las canciones de La Virgen de los Mataderos (que pienso que es el mejor, o sea, el disco que más me gusta de la banda personalmente, que ha envejecido bien, ha envejecido súper bien), pero creo que ahí teníamos, no sé cuántos, 28, 29 años, yo no sé, no me acuerdo, por ahí quizás. Y hoy en día, con mis 40 y tantos, creo que «El perro Volodia» no sé, grafica, muestra cómo la banda ha envejecido ese tipo de composiciones, que es más, hay ciertas melancolías, cierta resignación también, como que la rabia se vuelve más amarga, más que activa. Fija, como cierta amargura que creo que esa canción también agarra.
Llevándolos a otro lado, ¿Cómo reaccionan con el tema del reconocimiento?, ¿los premios?. Han ganado un premio Pulsar ¿Cómo ven la crítica? ¿Cómo ven también con que el presidente recomienda a la banda? ¿Cómo ven eso?
Eduardo: Nosotros siempre hemos estado muy felices de que el proyecto se escuche, básicamente porque nos parece que es importante, no porque lo hagamos nosotros, sino porque cuando lo empezamos dijimos: «Bueno, no hay nadie haciendo esto en este espacio tan chiquitito como, no sé, pues, que es como hardcore, pero también súper melódico y que sea político y que cumpla estas…». Como que yo no estaba, yo por lo menos no conocía un proyecto que hiciera eso en particular, a pesar de que la escena hardcore es súper política. Como que yo no me estoy apropiando en ningún caso de la potencia política del discurso, pero si comenzamos con la idea de: «Okay, hagamos una banda que hable sobre la memoria, que hable sobre los derechos humanos, que hablemos de la historia de Chile y qué sé yo». Entonces, si el principio o la base era hablar de eso, que el proyecto tenga reconocimiento me parece importante solo porque estamos hablando de lo que me parece importante hablar. Por consiguiente, todo reconocimiento lo recibo como algo positivo para la idea de lo que estamos haciendo, no porque seamos nosotros, o sea, el hecho de que me reconozcan aquí, que me gane un Pulsar, no pasa por ahí. Por tanto, cuando el presidente también recomienda, es como «¡bacán que lo recomiende!». Hay otros proyectos también que hablan sobre la postdictadura y que son importantes. Ojalá que los escuchen, ojalá que esto sirva como una punta de lanza para que la gente se adentre en otras cosas. Personalmente, o siento que todos lo tomamos un poco desde ahí: ojalá que si llega a más gente, ¡bacán!, y así entren a otras bandas, otros proyectos, otros artistas, desde otras áreas que están hablando de esto mismo y que está súper bueno también que se vuelva un tema como país o por último que entre en el discurso oficial de una forma más amena.
Juan Jo: Es importante, y no porque nosotros pertenezcamos a ese grupo de bandas que hablan de la postdictadura, hablan de, tienen un discurso político claro. Creo que en Chile, cuando se volvió a la democracia, entre comillas, bien grandes, nunca pasó lo que pensaron que iba a pasar, lo que pasó en España cuando cayó Franco: una revolución cultural que viniera a reivindicar todos los años de tortura, de silencio, de persecución política a los artistas. Y eso acá en Chile no pasó. Como que hubo intentos de que pasara, cachay. Fiscales, Traga y al… por nombrar una banda inmediatamente que se me viene a la memoria, pero no hubo nada, no pasó lo que tenía que pasar, y no solamente en la música o en el rock, sino que también en las artes plásticas, en el cine. Como que no hubo una generación que todavía quedó como zombie media aturdida y siguió aturdida. ¿Cachay? Encuentro que la generación, si bien nosotros pertenecemos por un tema de edad más a esa generación, la generación de Matías fue otra. Y así como nosotros tenemos un discurso y tenemos una posición política clara, hoy en día hay bandas que no tienen una sonoridad parecida a la nuestra, pero que sí tienen una postura política y un discurso claro. Y también ha sido súper interesante encontrarnos en lugares en los que hemos compartido con personas que sí son referentes en lo musical y político por lo que hicieron en la época, en los 60 y en los 70. Te estoy hablando nombres gigantes, así, Inti Illimani y tal, que muchas personas pensaron que la canción política y la canción protesta estaba reservada para esa gente que hace esa música y no es así. Y hay un montón de gente que incluso está haciendo (voy a hacer quizás una comparación que me van a mirar medio raro, cachay), pero incluso gente del mundo del trap o de la música urbana tiene acción política importante en sus poblaciones. No quiero pegarme la caña, pero creo que Pablo Chill-E, ¿no? Chill-E es el que está y hace cosas por la comunidad y tiene involucramiento y es muy clever lo que hace y lo que está haciendo y cómo lo comunica, ¿cachay? Entonces, darle visibilidad a lo que nosotros hacemos a través de nuestra sonoridad, ¡bacán! También hay otras sonoridades que están haciendo lo mismo, pero creo que lo importante fue tener la visibilidad para mostrar y poner un tema que durante mucho tiempo muchos se hicieron los locos.
En ese tema con el mensaje, ¿cómo sienten que el público conecta con los que ustedes transmiten? Son una banda bien política y tratan de dejar algo, de hacerte pensar, de que no sea una canción que pase nomás, sino poder darle una vuelta más. ¿Cómo sienten que la gente toma sus canciones?
Juan Jo: O sea, bueno, nosotros como nosotros mismos tomamos la música de otros. Finalmente cada uno lo pasa por su filtro y cada uno reconoce imágenes y palabras en las letras. Y no sé, pues, Eduardo de repente está hablando de una persona que hicieron desaparecer X, y el oyente de repente no está entendiendo bien la letra y cree que está hablando de un familiar que murió X, ¿cachay? Entonces, claro, yo siento que es fundamental el filtro de cada cual al momento de entender las letras. Asimismo, como también hay gente que sabe perfectamente de lo que se está hablando. O sea, cuando, por ejemplo, en «Opúsculo de Tennessee», cuando lo hicimos, Eduardo cantaba «Felices 30 años» y después fueron los 40 años, y dejó de cantar «30 años» y empezó a cantar «40 años». Entonces, había gente que no entendía por qué había dejado de cantar «30 años» y decía «40 años», porque ya habían sido 40 años después del golpe. Y probablemente si tocamos, van a ser 50 y así.
Hablando de lo que se viene el 5 de septiembre, ¿cómo sienten la recepción que han tenido con este show, la venta anticipada de las entradas? ¿Qué tienen preparados?
Álvaro: ¡Oh! Igual yo creo que nunca va a dejar de sorprendernos la respuesta que tenemos. Yo creo que no sé, quizás me estoy como tomando la palabra, pero no sé si alguno de nosotros haya creído que las entradas se podían vender tan rápido, por ejemplo, o que íbamos a llenar Sala Metrónomo así. Creo que es historia como vieja, pero más de una vez lo hemos dicho y yo creo que está claro, o sea, nosotros partimos tocando en Bar Uno, o sea, tocábamos para 50, entonces, ¿en qué momento estos 50 se transformaron en 700? Siempre es súper rico, es súper bacán. Por lo mismo, también sabemos que tenemos que estar a la altura de lo que la gente espera en ese sentido también. Cuando preparamos cosas, que son, puta, preparar desde el cariño hasta lo profesional. Intentamos cubrir todo ese tipo de ámbitos, intentar también volver a temas que muchas veces no tocamos. Yo creo que esta vuelta, y sobre todo también tocando un poco algo que ya habíamos dicho, es súper bacán volver a estar todos juntos reunidos en la sala. O sea, yo creo que eso va a ser una de las cosas que más se va a notar en estos shows, que estamos volviendo todos juntos.
Para ir cerrando también y agradeciendo el espacio que nos han entregado. Nos gustaría conocer sobre el futuro ya con Eduardo acá instalado en nuestro país. ¿Cómo proyectan la banda, cómo ven todas las posibilidades que tienen ahora (como decía Álvaro) de estar todos juntos, compartir el ensayo y disfrutar, y que salga la música así todos juntos como Los Jaivas?
Juan Jo: En realidad, yo lo que más espero es que mi compadre aquí se enamore y lo dejen por acá, ¿eh? No, no era la broma solamente. A ver, o sea, ha sido muy rico pasar por el cedazo inmediato, por decirlo así, o la oreja inmediata, de las cinco cosas que estábamos trabajando hace rato. Hace rato, hace rato. Así, oye, ¿sabes qué? Yo escucho esto. Sí, yo estoy escuchando esto en esta canción que estamos haciendo. A mí me pasan estos colores, me pasa esto aquí, me pasa esto allá. Oye, ¿y por qué no le apretáis ese pedal rojo a la cuestión, ya? ¿Y por qué no le ponéis esta nota en el bajo? Y así como que es mucho más orgánica la composición, no es como «grabemos lo que estamos tocando para mandárselo a Eduardo para que Eduardo cuando pueda lo escuche», no. Así es orgánico y es inmediato y se nota, o sea, lo que llevamos hecho hasta el momento y lo que hemos hecho hasta ahora se nota que hay otros colores y otros tintes que no sabían, colores me refiero a notas musicales que no se habían explorado antes.
Eduardo: Igual a mí me pasa algo: claro, yo era el que recibía los temas como que los cabros se encerraban acá a ensayar y después me llegaban las canciones, y para mí yo estaba echado para atrás y me llegaban los temas y era como «no me gusta», o sea, no así, pero era un color como medio «no sabes qué, no, yo creo que vas para allá, más para acá», pero «avísame cómo le ensayo». Entonces había un color súper como de… porque tampoco podía llegar a ensayo a decir, a micro manejar, como «oye, esa parte que hacías acá, ¿la podéis cambiar?». Como que cualquier opinión era súper general. Entonces me acostumbré a ese rol de tener opiniones generales, y mi pega en realidad era hacer la letra y cantar encima cuando estuvieran las maquetas. Pero estar acá presente y compartir, me pasa que durante un tiempo, cuando estábamos especialmente en Cortacalles, apareció la conversación como: «Bueno, pero ¿qué pasa si empezamos a componer cuando era la pandemia?». «Componemos desde la casa, ya que estamos todos… Ya que ustedes componen allá, yo estoy acá, compongamos, hacemos riffs, mezclamos, que no es tan necesario estar juntos en ensayo'». Me acuerdo de que tuve un par de conversaciones sobre eso, como un poco como Meshuggah, ¿no? Como que «trabajan por la casa y luego juntan y arman el disco». Y me acuerdo que Juanjo dijo: «No, es banda de garage, tenemos que juntarnos, ensayar. Ese es el color de la cuestión, el color de la cuestión». Y claro, llegando para acá, ese es el color de la cuestión. Es una banda de amigos que se juntan a tocar y hacen ruido y conversan y encontramos cosas juntos, y es una dinámica que estamos volviendo a tener ahora que no teníamos hace mucho rato, que la teníamos muy brevemente cuando yo venía de visita. Teníamos un ensayo: «Ah, pero esta idea está buena, ya. ¡Uy, puta, qué rico! Nos vemos. Chao, en seis meses más». Y ahora, claro, nos vemos todas las semanas a hacer las pruebas de ideas.
Tenemos un color, tenemos una dinámica. Eso es lo otro que pasa, que la banda, cuando ensaya junta, tiene una dinámica y tiene una dinámica de amigos que son compañeros de trabajo, amigos como hermanos elegidos, y ya todos nos conocemos las mañas, tenemos historia juntos. Entonces, es bonito como reencontrarse con ese espacio en el cual las relaciones que formaste durante 13 años de tocar juntos empiezan a dar frutos, porque somos personas distintas y estamos teniendo ideas distintas y podemos componer algo cada vez distinto.
Para el cierre y volviendo a agradecer a Rene, a Matías, a Juanjo, a Eduardo y a Álvaro, un mensaje acá para todos nuestros amigos que nos siguen y a todos los que siguen también a Tenemos Explosivos, que están expectantes de sus próximas tocatas. Van a estar también junto a Eterna Inocencia. Se viene muy bueno este año y esperamos música nueva acá.
Juan Jo: Estamos (porque asumo que todos) infinitamente agradecidos de toda la gente que va a las presentaciones, y no solamente que va a las presentaciones, sino que nos sigue escuchando nuestra música. Y nada, es bonito y es súper reconfortante sentir el interés y el cariño de la gente. Eso yo creo que es, de lejos, lo mejor de estar en la banda con los chiquillos, así como que haya gente que te diga: «Oye, bacán, qué bonita tu música» o «me pasó esto», «tuve tal sentimiento con X canción», cachay. Como que eso es muy bonito y eso es impagable. Y nada, pues, para mí eso vale mucho más que llenar 10 Metrónomo. Gracias.
El reencuentro de Tenemos Explosivos a los escenarios nacionales tiene agendado actualmente, dos presentaciones: La primera de ellas en Sala Metrónomo, en un show que se encuentra totalmente agotado, el próximo 0 de septiembre, para posteriormente, ser los encargados de la apertura del show de Eterna Inocencia el sábado 8 de noviembre, en el Teatro Caupolicán, concierto para el cual quedan entradas disponibles en Punto Ticket







