Por Rodrigo Guzmán.

Föllakzoid se presentará junto a Junum, Flying Lotus y Radiohead en el próximo festival Santiago Urbano Electrónico 2018. En la actualidad, es uno de los conjuntos de rock chileno con mayor proyección internacional. Por ello, los reportajes, entrevistas y notas sobre el colectivo santiaguino se vienen multiplicando profusamente de un tiempo a esta parte. Las clasificaciones, etiquetas y calificativos que la prensa intenta atribuir al sonido de Föllakzoid, se apilan sin cesar con cada especial sobre el conjunto, conformando así un cúmulo de conceptos y adjetivos en constante expansión que, a pesar de todo, siempre se quedan cortos. Por lo mismo, esta agrupación es bien conocida dentro de la escena musical nacional; sin embargo, para quien aún no diga nada el nombre de este conjunto, a continuación podrá formarse una idea de quiénes son y a qué suenan.

Partiremos por lo obvio. Föllakzoid se formó hace algo más de diez años y el 2009 lanzaron su primer trabajo de estudio, el cual carece de título. Desde un inicio, tras el persistente patrón rítmico emanado desde la batería de Diego Lorca, junto al sonido etéreo proporcionado por Juan Pablo Rodríguez en el bajo y de Domingo García Huidobro en las seis cuerdas, fueron catalogados como psicodelia, kraut rock o space rock. Algo de cierto había en todo eso, pues la utilización constante de una métrica tan peculiar, mecánica y monótona, hizo recordar a más de alguno la probable influencia que Can y Neu! ejercían sobre el lenguaje del emergente conjunto capitalino. Esta comparación se mantiene tres discos después hasta la actualidad, como si fuera aquello lo único apreciable de una de las agrupaciones nacionales más características y particulares de los últimos años.

A pesar de las persistentes comparaciones, el álbum homónimo de los santiaguinos se caracteriza por ser un trabajo donde el riff toma un lugar primordial, siendo a todas luces, el disco más áspero de la agrupación, pero que, sin embargo, logra manipular con pericia todo lo cósmico que el sonido puede evocar.

Cuatro años más tarde y precedido por el lanzamiento de un ep que comenzó a encaminarlos más precisamente por el sonido que hoy poseen, vino la publicación de II, donde la utilización del delay como efecto primario en la guitarra hace del retraso y la repetición la marca de estilo de los santiaguinos. En dicho álbum confluye el sonido cósmico y ácido de “Río”, con la agilidad rítmica de “Trees”. Junto a estos, se promocionó como single un corte que concentra la identidad primaria del sonido Follakzoid. De este modo, “Pulsar” se visualiza como un track que invita al trance a través de la utilización del fragmento mínimo y su repetición, tal como un pulso, reproducido a lo largo de 15 minutos con 21 segundos.

Tras la publicación de II, le sucedió naturalmente III el año 2015. A lo largo de la historia, diversos conjuntos han dado un golpe a la cátedra con la publicación de su tercera producción. Si el número tres ya carga con un halo místico sugerido por su perfección, nada más cabe recordar que álbumes como Master of Puppets, OK Computer, White Pony, Electric Ladyland, London Calling o Mezzanine, fueron precisamente el tercer álbum de distintas agrupaciones que lograron consolidarse o hacer historia con cada uno de ellos. Con frecuencia, pero no siempre, el tercer disco parece ser una obra de madurez y perfección formal, relacionada con un trabajo de depuración y direccionamiento definitivo del sonido de cada conjunto. Es precisamente de esta manera como se advierte III.

Compuesto de cuatro tracks que superan los nueve minutos cada uno, III viene a sintetizar y expandir la propuesta sonora de Föllakzoid. En este álbum, el pulso, el punto y la línea, son la base de un sonido que se apoya en atmósferas relacionadas con la música electroacústica, cortesía del siempre versátil productor alemán Atom. De dicho modo, Domingo García-Huidobro dirá que el enfoque de III “es mucho más minimalista que el anterior, en el sentido que si bien busca lograr los mismos tipos de atmósferas y rítmicas para lograr trances, ahora lo hace con menos elementos. Además, incluye nuevos elementos atonales y está orientado en una métrica más cercana al techno, a los mantras y a las composiciones que impliquen inducir estados alterados de conciencia”.

El minimalismo mencionado por el guitarrista es bastante notorio, pues se advierte inmediatamente en el sobrio y elegante art work de III, fundido en dorado y amarillo. Asimismo, a contrapelo de ciertas corrientes musicales que ven en la técnica y el virtuosismo los únicos criterios relevantes a la hora de estimar una composición, lo de Föllakzoid se orienta a acentuar el carácter ritual del sonido, haciendo mucho con muy poco. En este sentido, es interesante enfatizar otras palabras de García-Huidobro, quien afirma que existe “un elemento permanente en la percepción de nuestra música, muchos dicen que son los patrones rítmicos o la duración de nuestras canciones, pero creo que tiene que ver con otra cosa; con un groove, existe una especie de sentimiento que tiene cada uno de nuestros temas, que hacen que, aunque no lo parezca, haya algo muy latinoamericano en cada uno de ellos”.

Ante esto, no parece tan descabellado pensar que, en efecto, el sonido de Föllakzoid comparte un espíritu y una quintaesencia con algunas sonoridades practicadas en ciertas romerías latinoamericanas, en particular los Bailes Chinos provenientes de la región de Coquimbo, cuya sonoridad primaria y modesta busca marcar el paso de los danzantes, propiciando a la vez un estado de trance que florece a pulso de flauta y tambor.

Si bien desde III se extrajeron los singles “Electric” y “Feuerzeug”, cuyos respectivos video clips fueron dirigidos por García-Huidobro, los dos tracks restantes vienen a cerrar el catálogo más extático de los santiaguinos. Tanto en “Earth” como en “Piure”, los sonidos cósmicos que se abren camino entre el pulso y el ruido parecen extremarse y llegar a un punto de armonía y conexión total. Junto con esto, aunque sea distinguible ya en los frenéticos primeros segundos del corte, hay que destacar el trabajo de percusión de Diego Lorca en “Earth”, pues es sencillamente notable.

De este modo, tras grabar junto a J. Spaceman de Spiritualized y Spaceman 3 el año pasado, Föllakzoid se dispone a volver a tierras chilenas tras una gira que los llevó a Asia por primera vez. Su bienvenida será en grande, pues tocarán junto a Radiohead y Flying Lotus, en un festival que promete encausar en una sola fecha a una serie de músicos que se distinguen por los sonidos que proponen, tan vanguardistas como originales.

Finalmente, sólo queda apuntar que, si bien la riqueza del sonido de Föllakzoid se aprecia con mayor claridad en estudio, hay dos elementos que llaman la atención, razón por la cual se vuelven un imperdible en vivo y en directo. Por un lado, y tal como ya lo hemos mencionado, el pulso que marca Diego Lorca desde su batería es ejecutado con una precisión tal que termina asimilándose con la cadencia de un reloj y con el beat sintético del techno, proporcionando así latidos que si no llevan a mover los pies sí al menos lo hará la cabeza a ojos cerrados. Por el otro, Föllakzoid en vivo no es tanto una banda de rock para ir a mirar y cabecear, pues su performance visual es tan parca como sus sonidos. Más bien se trata de una oportunidad para presenciar un show que busca establecer conexiones entre el sujeto y el cosmos, a través de la estimulación de la conciencia por medio del sonido. Por esta razón, no conviene tanto entender este SUE como un concierto más, sino más bien como una plena y trascendental experiencia que los fanáticos más inquietos de la música de vanguardia se van a dar el lujo de tener.

null