Por: Francesca Geroldi

Si para conseguir entrada debiste ubicarte en una fila que daba vuelta la cuadra de Manuel Montt hacia Av. Providencia (donde se encuentra el Teatro Nescafé de las Artes), y si antes de entrar a la sala tuviste que esperar casi 30 minutos del horario programado para la función, por la cantidad de público que había, sólo te habla de una de las proyecciones más esperadas en lo que fue la última jornada del Festival In-Edit Nescafé 2015.

Concluido ayer este mega encuentro que duró más de una semana, con lo mejor de la escena musical en 35 milímetros, la expectativas generadas ante el documental de una de las más grandes intérpretes del rock & roll del siglo XX, «Janis: Little girl blue», fueron satisfechas.

Reacción que se hizo sentir al término de los créditos, cuando el público no resistió el aplaudir, gritar y hasta llorar por el desgarrador relato de Janis Joplin, bajo la dirección de la destacada documentalista estadounidense Amy Berg.

¿La causa? Una historia bien contada que supo combinar y destacar el gran talento de esta voz femenina de los ’60, con una vida de inseguridades y baja autoestima que terminaron evadiéndose en el consumo de drogas, principalmente la heroína.

Así, Berg comienza por la infancia de Janis en Port Arthur, Texas EEUU, tiempo en que la rubia del rock & roll siente el no estar dentro de los estereotipos de belleza que en ese entonces circulaban en las revistas de belleza. Cuestión que le afectó más cuando ya en la adolescencia sus compañeros de colegio y luego de la universidad se burlan de ella por su contextura ancha, incidiendo así en una conducta un tanto arrebatada que la impulsó a irse a San Francisco en búsqueda de un futuro en torno a su mayor pasión: la música.

Ahí, empieza una vida en los bares nocturnos lidiando con cantantes de soul y blus que de inmediato la motivaron a interpretar covers, suficiente para demostrar su gran voz. Talento poco estimulado durante su infancia dado a los conservadurismos por los que se regían su colegio y su familia.

Bastó poco para que en San Francisco, Janis conquistara los oídos de quienes la escuchaban en los bares, siendo éste su primer salto a la fama. De este modo, la voz blanca de soul y blus, asciende hasta formar parte de la Big Brother and the Holding Company y luego de los Kozmic Blues Band, consolidándose después como solista al participar en el Festival de Monterrey (1967) y luego en  Woodstock (1969). En ambos encuentros, el silencio y luego la ovación de los asistentes tras su performática actuación, superó a la de Hendrix y The Who.

Pero, aquí destaca Berg. La documentalista logra mostrar en paralelo los problemas de autoestima e inseguridades de Janis, evadidos en un consumo extremo de heroína. Y sin hacer de éste el tema principal de la proyección, la realizadora mezcla eficientemente tales pesares de la cantante, con imágenes de cuando componía, ensayaba, daba entrevistas y de cuando se subía al escenario, dejando entrever como su música fue totalmente autobiográfica. Ello, acompañado de testimonios de los músicos de ambas bandas y ex novios, quienes unánimemente coincidían en la energía de Janis, que enmascaró una ingenuidad que le impidió enfrentar su depresión.

Así, tras periodos de limpieza y recaídas, Janis de 27 años, fue encontrada muerta en su habitación. ¿Sobredosis? ¿Alcohol? ¿Alguna droga en particular? Amy Berg no ahonda en la verdadera causa, pero muestra este episodio luego de una imagen en negro de 10 segundos, momento en que todos los espectadores sabíamos a lo que íbamos, 1pero no bajo la típica obviedad de las realizaciones predecibles, sino con una garganta apretada que insistía en no querer escuchar lo que venía. Pese a saberlo.

En suma, «Janis: Little girl blue» fue un término, sin duda, de los más emocionantes respecto a las versiones anteriores del In-Edit Nescafé.