Jorge Drexler en Teatro Caupolicán: De raíces, amores y nostalgia
19 de mayo 2022.

Por Constanza Paredes.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

La noche comienza con Laia, una banda emergente de folk chileno que ameniza el ambiente mientras se van llenando los asientos que están sold-out para la primera noche de tres del uruguayo Jorge Drexler en el Teatro Caupolicán. Una noche que invitará al romanticismo, a la memoria, las raíces, el amor, la conciencia y tantos otros temas que tocan las canciones de este trovador experto en décimas.

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Precipitándose al escenario, Drexler sorprende al saludar e invitar a disfrutar de las talentosas hermanas Squella, mostrando su cálido y humilde lado que el público agradece y añora compartir. «La vida así lo quiso, la familia es la escuela” dice una de las canciones con la que la banda inaugura la noche y que los asistentes disfrutan calmando un poco las ansias del concierto que poco a poco se aproxima.

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Pasada las ocho y quince de la noche, la luz del teatro anuncia que Jorge Drexler se aproxima al escenario, los vítores y aplausos llenan el lugar y la base de la canción «El plan maestro», una canción con tanta verdad y que da inicio al concierto del reencuentro, uno que ha esperado más de dos años y que Drexler sella con un beso y abrazo al aire y al escenario al que le tiene tanto cariño, llenando el momento de honestidad y alegría por ver nuevamente al público chileno.

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El saludo no se hizo esperar, con una comodidad bonita y sutil, como quien se encuentra con un amigo o amiga en un abrazo, agradece al público diciendo muchas gracias a todos quienes compararon la entrada pese al miedo que aún se tiene por la pandemia que aún está, pero invitando por sobre todo a disfruta porque para eso son los reencuentros. Continúa con «Corazón impar», parte, al igual que la primera canción, de su última producción Tinta y tiempo.

Rotando con clásicos como «Me haces bien» y «Fusión», encaja perfectamente «Bendito desconcierto», canción escrita a medias con su coterráneo Martín Buscaglia; el público, ya embelesado por su suave voz, grita frases exaltando su apariencia, que lo entretienen y le dejan una atmósfera divertida a la canción.

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No muchos se dan el tiempo en sus conciertos de darles espacio a sus músicos para lucirse, pero Drexler se da ese tiempo y lo disfruta, como argumento para entender por qué lo acompañan arriba de los escenarios del mundo, mostrando los dotes musicales de cada uno de los cinco músicos que llevan esos sonidos que tanto quiere la gente a los espacios en vivo.

Si bien no es alguien de retroceder y quedarse en el pasado, como él mismo dice, trae a esta noche de jueves una canción de su primer disco La luz que sabe robar que este año cumple 30 años, una canción que introduce con una gran selección de palabras algo a lo que nos acercamos lentamente, pero pareciera que a paso cada vez más seguro, una nueva «Era de amar», para volver a cometer imprudencias sanitarias como compartir el vaso o besar extrañas y extraños. Da un guiño a Cerati con la frase cruza el amor por el puente, provocando el aplauso de todas y todos.

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Con «Oh, algoritmo» llegó el momento de que el público se luciera cantando el estribillo «dime qué debo cantar oh algoritmo, sé que lo sabes mejor incluso que yo mismo», un juego que llenó de gracia el Caupolicán y que sonó casi que como ensayado, una complicidad única a la que el músico sabe sacarle provecho. Con canciones para sus hermanos, su familia, sus hijos, como suele compartir en sus letras, continuó la noche con nostalgia en «El día que estrenaste el mundo», haciendo añorar a muchos de los asistentes ese primer momento en que sostuvieron a sus hijos en brazos.

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Antes de «Duermevela», la intervención de una de las asistentes (quien le entregó un singular premio al primer concierto de streaming de la pandemia) con acento brasileño que el cantante respondió con un fluido portugués, nos regaló «Don de fluir» como agradecimiento al premio. Aprovechando el impulso, dejó elegir al público otra, la elegida fue «La edad del cielo», cerrando un espacio de conexión y recuerdo, como un abrazo entre dos amigos que se quieren mucho. «Duermevela», canción dedicada a su madre y que como él dijo cerró ciclos, señaló la mitad de la noche y condujo el resto del concierto por hermosos parajes como «Movimiento», «Aquellos tiempos» y «Telefonía».

La canción elegida para terminar (por primera vez) la noche fue «Silencio«, consiguiendo lo que el título de la canción dice, silenciando absolutamente a estas miles de personas, amarrado los gritos en sus labios, para despedirse y escabullirse hacia atrás del escenario. Por su puesto, el público no lo permitió y presionó sin fin para volver a verlo y transformar el espacio en todo menos en silencio. Volvió para traernos algunas más y con «La luna de Rasquí» el baile se apoderó del lugar cuando ya daban las diez y cuarto, completando así las dos horas de un concierto que sin duda será inolvidable.

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No somos más ni menos, solo somos y con tanta madurez, tanta sabiduría, tanta humildad este talentoso cantautor se despidió de los más de 5000 asistentes que llenaron el eco de este espacio que se transformó en un escape de la realidad para reencontrarnos con las raíces, los amores y la nostalgia. Jorge Drexler nos hizo sentir grandes en este espacio que no es más que una ínfima cosa en una infinita galaxia de un infinito espacio.

Setlist:
El plan maestro
Corazón impar
Me haces bien
Fusión
Bendito desconcierto
Inoportuna
Era de amar
¡Oh, algoritmo!
Salvapantallas
Asilo
Tinta y tiempo
El día que estrenaste el mundo
Duermevela
Movimiento
Aquellos tiempos
Tocarte
Telefonía
Silencio

Encore:
Cinturón blanco
Luna de Rasquí
Todo se transforma
Amor al arte

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