8 de noviembre 2025.
Por Carlos Barahona.
Fotografías por Javier Martínez.
El ska nació en Jamaica como una música obrera y mestiza: ritmo de off-beat, cuerpo en movimiento, vientos al frente y una ética de comunidad que pronto se cruzó con el punk, el oi!, la skinhead culture original – antirracista, de clase trabajadora – y el reggae hasta volverse una banda sonora global de fiesta y resistencia. Ese hilo viajó del Caribe a Europa; en el País Vasco prendió con fuerza – por su propia historia de organización social, migraciones y calles combativas – y desde ahí saltó a Chile, donde barrios, peñas, tocatas y canchas encontraron en el ska un idioma común. En ese mapa, Skalariak y la voz de Juantxo Skalari han sido fundamentales para el universo hispanohablante: himnos coreables, mensaje antifascista, giras que cruzaron el Atlántico y un cancionero que hoy es memoria colectiva. La historia y relevancia del proyecto, sus discos y la vigencia de Juantxo con La Rude Band han sido documentados ampliamente.
Anoche, ese hilo se tensó con tres décadas de historia en un Teatro Coliseo repleto y convertido en caldera: banderas del País Vasco, de Víctor Jara, de Palestina, del Wallmapu; bombos, skanks infinitos y una mezcla hermosa de culturas suburbanas – punks, skins, rude girls & rude boys – unidas por el mismo pulso. “Sarrera II” abrió como manifiesto: introducción marcial, vientos afilados y el “¡a moverse!” que ordenó la noche. “Puto Alcohol” y “A buen ritmo” elevaron la temperatura; el pit comenzó a girar y el sing-along fue total. Con “En silencio” y “Oligarquía” llegó el primer bloque de consignas: crítica social y golpes secos de batería.
“Estoy de revuelta” y “Contigo estaré bien” sellaron el mood de fraternidad. “José República” detonó la primera gran ovación antes de que el viaje se tiñera euskaldún con “O Neure Erri” y el clásico “La Makina Ska”: vientos en modo locomotora, bajo caminante, skank colectivo. La sección vieja guardia levantó puños con “Ruido”, “Fuego de Revolución” y “Todos los Hintxas”: tres golpes seguidos a la memoria de cancha y calle. “Segi, Segi, Segi” enganchó con coreografía natural en la platea y marcó uno de los coros más gritados.
Primera gran sacudida de estructura con “Sarrera VII”: crescendo instrumental, staccatos y un cierre extenso que dejó la pista servida para un bloque más street. “Radical Boom” encendió bengalas y luego el guiño generacional con “Tres veces rebelde” y el romanticismo rude de “Otra vez tú”. El tramo central fue un festín de invitados y color local: La Rude Band fue sumando acordeón (Uri), trompeta (Pato) y el público fue un cuerpo de bailarines en pasajes puntuales, subrayando el carácter bailable y teatral del show. Lo sentimos especialmente en “Skalari Rude Klub” – rebautizado en coro por la multitud – , “Vodka”, “Jaia” y “Despídeme”, donde el call & response se escuchó como estadio.
Con “Amor, Odio y Ruido” y “Nada terminó” el repertorio se puso coreable y nostálgico a la vez; “Pudo hacerlo” llegó con final largo, breaks y falsas salidas que mantuvieron al Coliseo en vilo. Otra ráfaga de adrenalina con “Sarrera VIII”: pura pólvora. El bloque final fue un repaso de credenciales: “Siglo XXI” (luciendo esa mezcla ska-punk que los hizo escuela), “No volverán” (recitado colectivo, puños arriba), “Esta es mi vida” (declaración identitaria) y “Rude Control” como descarga rugosa previa a los últimos bailes.
Para el cierre, el combo emocional completo: “Corazón rebelde”, “Phoenix City (Manifiesto Ska)” como homenaje a la tradición, “Sólo vivir” – cántico que ya no pertenece a una banda sino a una comunidad – y “Rudi Not Dead”, perfecta rúbrica para una noche que recordó que el rude boy/ girl nunca muere, sólo se multiplica.
Uno de los momentos más celebrados fue la aparición del line-up histórico de Skalariak, que desató lágrimas, sonrisas y celulares en alto. Peio Skalari (batería), Luisillo Kalandraka (bajo), Javier Etxeberria (guitarra) y Hiart Leitza (teclados) compartieron escenario con Juantxo, reeditando la química que dio origen al proyecto en 1994. No fue un gesto simbólico: fue un sonidazo de banda que volvió a ocupar su lugar en el tiempo. Juantxo condujo el ritual con oficio y calidez, alternando consignas de fraternidad, memoria y antirracismo con dedicatorias a los pueblos en lucha. La Rude Band – la máquina actual que lo acompaña – ha mantenido vivo el repertorio y lo ha ensanchado con una musicalidad que respeta la tradición jamaicana y la energía punk sin perder el swing. Su travesía confirma que el proyecto de Skalariak es referencia mayor del ska en castellano y por qué su vínculo con Chile es tan fuerte desde mediados de los 2000: canciones que encuentran aquí un auditorio naturalmente afín a la mezcla de baile y mensaje.
Treinta años después, el ska sigue siendo lo que anoche fue en el Coliseo: comunidad. Un mismo latido que cruza Kingston, Pamplona y Santiago; que junta banderas diversas bajo un beat común; que baila y al mismo tiempo no olvida por qué empezó a bailar. Skalari30ak no fue sólo un aniversario: fue una clase abierta de memoria popular donde Juantxo Skalari, La Rude Band y la formación original recordaron que nuestros cuerpos – cuando se mueven juntos – también son una forma de decir.
Setlist:
Sarrera II
Puto Alcohol
A buen ritmo
En silencio
Oligarquía
Estoy de revuelta
Contigo estaré bien
José República
O Neure Erri
La Makina Ska
Ruido
Fuego de Revolucion
Todos Hinchas
Segi, Segi, Segi
Sarrera VII (final llarg)
Radical Boom
Tres veces rebelde
Otra vez tú
Skalari Rude Klub
Vodka
Jaia
Despídeme
Amor, Odio y Ruido
Nada terminó
Pudo hacerlo
Sarrera VIII
Siglo XXI
No volverán
Esta es mi vida
Rude Control
Corazón rebelde
Phoenix City (Manifiesto Ska)
Sólo vivir
Rudi Not Dead
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