Justin Bieber en Chile: La maquinaria musical en un chico talentoso.
Estadio Nacional, 23 de marzo 2017.

Por Jorge Tello.
Fotografías por DG Medios.

La noche de ayer, acudimos a uno de esos llamados megaconciertos. Sin dudas, presenciar el espectáculo de Justin Bieber, es al menos para alguien que no es un fan, digno de apreciar.

Hay que destacar que, a diferencia de una gran parte de espectáculos, grandes o chicos, la puntualidad no es una de las principales características, pero lo de ayer tenía una precisión de milésimas de segundos, considerando que unos treinta minutos antes del recital, programado a las 21:00 hrs., Justin recién terminaba de jugar a la pelota, en uno de los tantos espacios verdes que tiene el coliseo. Lugar que albergó el sueño de muchas niñas y adolescentes, un partido que jugó con parte de su equipo, como parte de su ritual tal vez o para su relajo, siendo la razón por la que muchos medios no pudimos ingresar a la hora programada, ya que la senda que nos llevaría a las puertas del estadio, estaba altamente resguardada para la seguridad del canadiense que, como cualquier persona de su edad, gozaba y corría con un partido de fútbol, algo que quizás pasó desapercibido para la mayoría de los asistentes, que a esa hora ya colmaban las butacas del Estadio Nacional.

Una de las situaciones que llamaron mi atención, fue que en un momento, un par de paramédicos solicitaron su acreditación para ir a inyectar al cantante (no me quisieron comentar que elemento sería), lo que quizás podía responder a mi interrogante de cómo el joven músico podría en un par de minutos más pararse en un escenario, cantar y bailar por un tiempo no menor con la energía que requiere esa magna tarea, un par de vitaminas que reflejó lo muy bien que le hicieron.

Cuando el silencio se apoderaba del país, luego del tanto anotado por los trasandinos en contra de la selección chilena; en el principal recinto deportivo del país la historia era totalmente contraria. El griterío era realmente ensordecedor desde el primer momento en que las pantallas laterales del escenario mostraron la portada de su último álbum Purpose (2015) con la imagen icónica del blondo cantante, lo que avecinaba el inminente inicio del concierto. Todo totalmente cuidado, estudiado y sincronizado, Justin dentro de una cápsula, se dejaba ver con una suave entonación de “Mark My Words”, que desató algo más que la histeria en sus admiradoras que se encontraban en el lugar.

En un escenario principal de dos niveles unidos como un resbalín, que reflejaba imágenes led. Además de una extensión por el centro como una especie de pasarela que llegaba hasta a un cuarto de la cancha, lo que permitía que su interacción con el público fuese masiva y más cercana.

Con un polerón ancho con el nombre de su gira bordado en las mangas y torso, Bieber tenía libertad para sus movimientos, lo que rápidamente se apreció cuando comenzó con sus bailes y coreografías con más de una docena de bailarines, interpretando una de sus canciones actuales más galardonadas y reconocidas “Where Are Ü Now”, que creó junto a la banda electrónica Jack Ü.

En el marco de su tour Purpose, el cual está recorriendo prácticamente todos los rincones del mundo, las canciones de este álbum primaron por sobre todos sus trabajos anteriores, y donde la electrónica es el principal motor de sus nuevas canciones.

En uno de los escenarios más producidos que se ha visto, Justin podía elevarse por las alturas, sobre plataformas o encerrado en una jaula rodeado de luces en sus muros, eran parte de los chiches que iban complementando y haciendo más variada, completa y entretenida la puesta en escena. Donde hubo momentos para todo, incluso para que mostrase parte de su talento distinto al vocal y al de los bailes. Claro ejemplo reflejado en su canción “Love Yourself” que, acompañado solo con su guitarra y sentado en un sillón burdeo como en el living de cualquier casa, hizo a todo el estadio encender sus celulares moviéndolos suavemente de lado a lado. Posteriormente, fue el turno de mostrar sus dotes en la batería sobre una plataforma elevada, lo que recordaba sus inicios antes de ser descubierto por youtube, donde de niño mostraba su talento con diferentes instrumentos, Con una industria musical, que asemeja a un monstruo que puede destruir a un artista en un segundo, Justin ha sido clave para mantenerse, creando y mejorando en el tiempo, lo que ha ayudado a mantener y aumentar el número de seguidores. Asesorado por los mejores productores americanos, que realmente conocen lo que es el negocio de la música, donde con un joven que tiene todo a su favor, las cosas resultan de mejor manera, al menos eso se pudo apreciar anoche.

“Company”, “No Pressure” y “No Sense”, fueron parte del repertorio, pero también hubo espacios para recordar uno de sus temas íconos, “Baby”, donde reflejó con una versión mucho más reposada que aquel niño del disco My World 2.0, ha quedado atrás.

Con una extensión que apenas sobrepasó la hora y media, el encore clásico de cada concierto prácticamente no se notó, debido a que los gritos al final de cada canción era la tónica de toda la noche, por lo que sólo sus gestos con sus manos en la interpretación de “Sorry” aprontaban el final de su show. Cantando una vez más en las alturas, luego de una de sus mejores coreografías, la plataforma descendió para esconderse definitivamente bajo el escenario.

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Cuando muera me quiero reencarnar en música

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