Este fin de semana arrancará la sexta edición de Lollapalooza en Chile. Muchos ya compraron su entrada y están ansiosos de llegar al Parque O’Higgins. Un experto en dirección y producción de eventos explica el fenómeno del festival musical y si es o no el más grande del año en el país.

Miles de fanáticos se reunirán este fin de semana en Lollapalooza, buscando disfrutar de reconocidos artistas como Eminem, Florence + The Machine y Jack Ü, en el Parque O’Higgins. Muchos consideran que la versión chilena de uno de los festivales más grandes de Estados Unidos es el mejor evento del año en el país.

“Quizá no sea el evento más grande de Chile, si lo comparamos con el Carnaval de Arica, el Derby de Viña del Mar, la fiesta de la Pampilla en Coquimbo o el mismo Festival de Viña del Mar; pero sí es uno de los más grandes y sobre todo el más publicitado”, señala Hernán Cavada, docente de Dirección y Producción de Eventos de la Universidad del Pacífico.

En números, Lollapalooza es el evento más masivo de Chile. Los artistas que trae generalmente siempre son aplaudidos por un público cautivo, pero desde el punto de vista de la crítica, el festival aún no está consagrado. “En el ambiente musical tiene su valoración, pero no su consagración. Lollapalooza es una franquicia, algo así como el McDonalds de los festivales. Es un evento que se realiza en al menos seis países con las mismas características y, en muchos casos, con los mismos artistas. En lo musical, y haciendo una analogía irónica, a cualquier banda le encantaría ser una hamburguesa y estar en un lugar especial del menú de McDonalds”, ejemplifica Cavada.

El éxito del festival musical no queda restringido a la calidad de los artistas y bandas que participan, sino que se ha instaurado como un evento social, que se ha instalado muy rápidamente entre los más jóvenes. El origen de Lollapalooza en Estados Unidos es lo que entrega los ingredientes esenciales para ese ambiente tan valorado por sus asistentes.

“Los primeros festivales de rock en Estados Unidos en los años ‘60 y ‘70 partieron por el concepto de Woodstock. Es decir, la gente alojaba en carpas en el mismo lugar por días. Ya en los ‘80 y ’90, por razones de comodidad, los festivales comenzaron a hacerse en estadios y si duraban dos o tres días, el público se tenía que retirar a sus casas y volver al día siguiente. En el caso de Lollapalooza, en Chile y varios países más, el modelo es una mezcla de ambos: no es estadio, pero tampoco es un camping; existen las condiciones de comodidad que en un festival de camping no habría: metro, baños, esparcimiento, etc. De ahí su éxito”, describe el productor de eventos.

La ‘venta en verde’ de las entradas ha funcionado a la perfección con el festival Lollapalooza. De hecho, para esta edición los primeros tickets se vendieron en agosto del año pasado, cuando no estaba confirmado ningún artista. ¿Por qué comprar una entrada sin saber lo que van a ir a escuchar? “La gente va al Derby sin tener idea de cuáles caballos correrán; muchas veces ni siquiera le importan los caballos. Igual pasa en las Fiestas de la Pampilla en Coquimbo, donde la gente va a acampar y festejar y ni siquiera ve el show. En Lollapalooza pasa lo mismo: la gente compra entradas porque se asegura que es un evento donde lo va a pasar bien, sin importar qué artistas van a estar. En definitiva, Lollapalooza es un evento de entretenimiento, no de música”, recalca Cavada.

Este año se realizará la sexta versión del festival musical en Chile y el balance es más que positivo. “Lollapalooza está creciendo cada vez más, tiene más credibilidad entre los asistentes y puntualmente los auspiciadores ya no están siendo pasivos y quieren más participación, por lo que ponen stands, escenarios y espacios propios. Lollapalooza tiene que crecer y buscar nuevos lugares donde poder realizarlo, sin perder su espíritu de comodidad y entretenimiento”, recomienda el experto.

“Hay que considerar que Lollapalooza es una franquicia y su fuerte no es sólo lo musical. No es sólo el show musical, es la comida, son los espacios que se utilizan, las marcas que participan y, al final, la música”, concluye Hernán Cavada, docente de Dirección y Producción de Eventos de la Universidad del Pacífico.