Los Cafres en Teatro Coliseo: Danza a las canciones que dan alas
3 de noviembre 2017.

Por Johanna Dagnino.
Fotografías por Felipe Morales.

El Teatro Coliseo se llenó de una vibra especial este viernes 3 de noviembre, gracias a la visita de la reconocida banda de reggae argentina Los Cafres. Se trató de la segunda vez que tocan en Chile en lo que va del 2017, después de un exitoso paso por el Festival Frontera a principios de este año. Treinta años de carrera y la presentación de su último disco de estudio, Alas Canciones, fueron la razón de su nuevo paso por suelo nacional, visita que aún aguarda por una presentación este sábado 4 en la ciudad de Temuco.

La recibida para los argentinos fue absoluta, un teatro repleto que supo bailar, corear y moverse al compás de sus sonidos, contagiados por la energía del líder de la banda, el carismático y energético Guillermo Bonetto. Los encargados de dar inicio a la jornada fueron los también argentinos Estelares, banda de pop rock indie que supo abrir con gran talento lo que sería una noche cargada de buenas energías. Estelares cuenta con más de 20 años de historia, los cuales fueron transitados en una breve, pero intensa presentación, junto con interpretar parte de su última placa, Las Antenas (2016): Así, encendieron los fuegos para un público que comenzaba a llenar cada espacio habitable del teatro y que esperaba ansioso la presentación de Los Cafres.

A las 21:30 horas ya no cabía un alma más en el recinto. Las palmas comenzaban a exigir la salida de esta banda de reggae roots que nos deleitó con su vibra transformadora. A las 21:35 se apagan las luces, la batería marca el tiempo y se ilumina el escenario, comienza a sonar “Sé q’ el mar”. Se distingue a cada miembro de la banda y, tras los primeros versos (los cuales fueron cantados desde las bambalinas), aparece la figura de Bonetto desatando la euforia de un público que se compenetra de forma total con su interpretación. Continúan la presentación de su Alas Canciones (2016) con “Caníbales” y, al terminar, el vocalista nos da la bienvenida: “Y bueno, se nos dio finalmente”. “Por más q’ intente”, “El silencio” y “Listo”, también de su última placa, fueron el claro ejemplo que el público conoce desde la A a la Z a esta banda y sus temas: coreados cada uno de ellos, Bonetto incluso se dio el tiempo para hacer cantar al público en un juego que este último siguió con mímica impecable en cada una de sus entonaciones.

Es el turno de “Es la música”, tema que llega con una “energía difícil de superar” y que se instala con sus hermosos colores para encender a esos fanáticos que siguen a la banda desde los 90’s y que respondieron de la mejor forma imaginable en este contexto: el baile y el dub se apoderan de todos los asistentes. Continúan con la vibra nostálgica con “Dreadlocks”, la crítica en armonía, la música pensante que nos recuerda una “burocracia careta que impone un perfil de persona decente olvidando el punto, olvidando lo importante: no hay que juzgar a un hombre por su raza, estatura ni peinado”. Un tema que tiene más de veinte años y que no deja de ser contingente, lo que se vio reflejado en la respuesta y los coros de aquellos cientos de fanáticos presentes.

“Puedo”, el último sencillo de la banda (cuyo video fue dirigido por el mismo Bonetto con su hijo) fue el encargado de ponernos nuevamente a volar, el espacio se cerraba por el humo y nos ayudaba a perdernos en los frondosos abrazos de los que habla. Termina este momento de renovada dulzura y Bonetto vuelve a dirigirse al público: “Gracias a ustedes tuvimos que cambiar de recinto, no saben lo rico que se siente eso”, fue el sentido comentario del líder de Los Cafres, quienes originalmente se presentarían en el Teatro Cariola pero que, debido al rotundo éxito de ventas, tuvieron que moverse al Coliseo Santiago para dar cabida a un público que no dejó ni un centímetro libre. “Suena la alarma” y llega el momento para el “Perdón”: “Imposible” no quedar en “Órbita” con los argentinos, que nos regalaron una noche llena de amor sincero, de ese amor que se mete en tu estómago y en tus pies y te lleva a tornear el cuerpo al compás de sus vientos y su teclado.

“La Maraña” se hace tal que nos lleva a pensar que no hay forma de “explicar la dicha de estar acá”, como si aquel tejido nos hiciera desenredar y crecer a punta de coincidencias y canciones que te hipnotizan, que hacen sentido profundo. Cae entonces “El Ángel”, cae la suavidad de frases e imágenes que comienzan a colarse en tus instintos para un renacer, un despertar que no necesita tantas palabras para cuidar de nosotros. Un “Secreto mío” viene a demostrarnos que la relación que tiene el público chileno con Los Cafres es simple química que nace de una vibra vital que llena el espacio con un viento magnético, dominada por un saxo que solo puede aumentar la intensidad de la intimidad que carga esta canción. “Sigo caminando” por la vereda de Los Cafres, seguimos todos embobados y sumergidos en un trance de paz y armonía que nos invita a nutrirnos del sol que fuimos, a habitar en espacios de memoria y tranquilidad que se proyectan entre los rayos de las luces que vuelan por el teatro.

“Una perla en mi vida” y “Momento” continúan con esa vibra de misterio y candidez, los asistentes seguimos hipnotizados por la magia de Los Cafres, embelesados por una presencia magnética en el escenario, por los teclados que nos abren mil escalas y nos lleva a transitarlas todas, puesto que le abren la puerta al cuerpo y al sentir, al dejarse guiar por ellas y saltarlas en cada compás, en cada nota. El momento tenía que ser perfecto, así lo entendía la banda, así lo entendía Bonetto, quien reinició en su momento “Una perla en mi vida” para poder crear ese ambiente que buscaba. Acto seguido, y para levantar los pies, aparecen “Kaos”, “Dale!” y “Hace falta”, invitaciones consecutivas que encendieron toda la teatralidad en los bailes de Bonetto y la performance propia de este ritmo.

La última triada se trató, simplemente, de abrigar el alma: “De mi mente”, “Aire” y “Tus ojos” fueron un primer cierre cálido, un golpe para todos los asistentes que terminó por ser una inyección de sentimientos. Como un volcán en el alma, Los Cafres dejaron encendido a un público que los llamó a gritos y cantos una vez que se bajaron del escenario y que las luces sólo apuntaban con grandes focos de luz blanca al espacio destinado para la audiencia. Todo en negro y los vítores se hacían cada vez más intensos. Es sabido que esta salida es parte de los ritos de cada concierto; sin embargo, esta vez se sintió distinto ya que el público lo tomó como algo real, y el clamor por el regreso de los argentinos era real, nacía del alma y quemaba en las gargantas.

Así, en medio de esta euforia, retornó a su lugar cada miembro de la banda para regalarnos los últimos cuatro temas de la noche: “Alas canciones”, “Si el amor se cae”, “Casi q’ me pierdo” y “La receta”. Lo de Los Cafres no tiene nombre, no existen palabras para explicar la sensación que queda en el corazón después de llenarlo con sus letras, con su ritmo, con su vibra que se proyecta en el escenario de forma rotunda. Simplemente es amor, armonía que entrega alas y que nos lleva a volar de la mano de sus melodías, por los movimientos de Bonetto y por letras que cuelan el alma: una noche cálida, una noche para simplemente dejarse ir.

Setlist:
Sé q’ el mar
Caníbales
Por más q’ intente
El silencio
Listo
Es la música
Dreadlocks
Puedo
Suena la alarma
Perdón
Imposible
Órbita
La maraña
El ángel
Secreto mío
Sigo caminando
Una perla en mi vida
Momento
Kaos
Dale!
Hace falta
De mi mente
Aire
Tus ojos

Encore:
Alas canciones
Si el amor se cae
Casi q’ me pierdo
La receta

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