Los Chichos y sus amigos en Teatro Caupolicán: La vida es una tómbola
6 de marzo 2023.

Por Sebastián Allende.
Fotografías por Javier Martínez.

Comenzamos la semana este lunes 6 de marzo en el Teatro Caupolicán con una noche llena de rumba callejera y urbana para celebrar los 50 Años de Los Chichos y sus amigos.

Este concierto es encabezado por el trio español Los Chichos quienes son uno de los mayores exponentes actuales del flamenco a nivel mundial, y forma parte de la celebración de sus 50 años de trayectoria, para lo cual, los acompañan en esta oportunidad el cantante Manuel González y la reconocida y catalogada como la reina del pop flamenco, La Húngara.

Con un Caupolicán que ya se encontraba a tope y con ansias de disfrutar de cada uno de los exponentes de los sonidos ibéricos, para comenzar la velada que prometía mucho canto y baile, sube al escenario del Teatro el ex integrante de Los Rebujitos, Manuel González, quien desde el año 2018 nos viene entregando de lo mejor de su repertorio en forma solista. El canto al amor y a la soledad, se hizo presente en el recinto de San Diego, con canciones como «Lamentando el Camino», “El Destino” y «Lo Dejaría Todo», temas que fueron cantados por todas las fanáticas del español que también presentó su último sencillo lanzado este 2023, titulado Moderno. “Es un sueño para mi estar aquí, en donde me siento en casa”, expresó el oriundo de Cádiz.

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Tras la primera muestra del sabor, la alegría y el sentimiento español, llegaría el momento de contemplar sobre el escenario todo el desplante, la sensualidad y los gestos de la reina del flamenco pop, La Húngara. “Locamente” marcaría el comienzo de un potente show, con una banda que se puede ver simple, pero que bien acompaña en las distintas interpretaciones de nos ofrece esta cantante que ya con un solo tema tiene a todo el teatro bajo su merced.

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El desamor y el sufrimiento se hacen latentes en cada una de las interpretaciones de esta cantante, “No te enamores” suena muy fuerte en una suerte de descarga de energía y calor humano que fue agradecido y disfrutado por todos los testigos de esta velada. “La niña bonita”, en donde una pequeña subió a escenario para interpretar junto a su ídolo esta canción, en una de las postales más emocionantes de la noche.

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Sigue el canto con “Déjame volar”, en donde las cientos de fans cantan a todo pulmón: “Déjame volar, comprende que como otras niñas necesito libertad, Yo siempre seré tu princesa, aunque tú me veas volar, Que yo te quiero con el alma, aunque quiera libertad”.

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“Tú me dejaste de querer”, original de C. Tangana, suena como un bálsamo, que si bien no cuenta con el madrileño en la voz, suena poderosa con La Húngara, fiel a su estilo, cantada con pasión, con actitud, dejando el corazón bajo la escena como la líder y guía que es para muchas, y que de seguro la ven como una ejemplo a seguir. Hay que decir que La Húngara se transformó en un gran segundo round para la espera del plato fuerte de la noche.

Para el cierre de la jornada, nos quedaba pendiente lo mejor del flamenco junto a Los Chichos, quienes pasadas las 10 de la noche subirían a escena. Los ibéricos que son indicados como uno de los artistas de mayor trayectoria y reconocimiento en España y Latinoamérica, y referentes absolutos de la rumba callejera y urbana nos prometían mucho canto y pasión. “Son ilusiones” y que la noche se vuelva una hoguera en el Caupolicán. El baile, la risa, los gritos y las andanzas de los madrileños suenan muy fuerte y con autoridad. “Sea como sea” se une con el canto de todos los presentes, quienes al unísono hacen que el recinto se vuelva ensordecedor.

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Pero no todo fue fiesta, ya que lamentablemente Los Chichos culminarían de forma abrupta su presentación debido a los incidentes que se presentaron en cancha por el mal comportamiento de unos pocos que lograron, en base a peleas y descontrol, dar por finalizado en forma anticipada el show, lo que en cierta forma, fue una manera de resguardar la seguridad de la gran mayoría.

Tal como la vida, de dulce y agraz, este lunes decimos adiós con un sabor amargo en boca al no poder terminar de disfrutar la música de los festejados, los que esperamos que más temprano que tarde reaparezcan por nuestras tierras para culminar la fiesta perdida.