5 de Octubre 2023.

Por Amaranta Cartes.
Fotografías por Lorena Ponce.

Entre música ambiental y el humo de drogas semi legales, los Espíritus, la banda oriunda de La Paternal, Buenos Aires, salió al encuentro con el público en la sala Metrónomo del barrio Bellavista. Una sala repleta de fanáticos conocedores de lo que irían a presenciar: psicodelia en imaginarios ambientes naturales, noches de fiesta con ritmos latinos en encuentro con el funk y los andes. Es aquel el ambiente que construyeron los argentinos en su paso por Santiago una noche de octubre.

“Funeral” fue la canción encargada de establecer el primer contacto, luego del sonido de una voz grabada que llamaba “preparen sus mentes”. La canción inicial pertenece a su más reciente álbum, La Montaña, que emergió en plataformas digitales hace poco menos de un mes. La misma imagen que acompaña al disco, se proyectó en la pantalla trasera, mostrando una montaña reflejada en el agua que daba vueltas al ritmo de la música cancina y repetitiva, que pronto generó el ambiente de trance que una banda como esta requiere para llevar a cabo su magia. Fue justamente “La Montaña”, canción que corona y da nombre al LP, la segunda en ser revelada ante quienes quería conocer lo nuevo de sus ídolos en vivo.

La primera canción de la noche en tocar tierra fue “La mirada”, conocida de sobra por los asistentes, fue aplaudida y coreada con euforia. Y no es sorpresa, considerando que la caja sonora que aloja a esta canción es el disco que les llevó a la fama internacional, “Agua ardiente”, del año 2017. El álbum abrió para Los Espíritus, las puertas de México y Uruguay e incluso países europeos como España, Francia y Alemania. Por su parte “Gratitud”, su segundo disco, les permitió, unos años antes, hacerse conocidos en Latinoamérica, visitando Chile por primera vez, además de Costa Rica, Colombia y Perú. Con un sonido más cercano al funk y de guitarras más pesadas, inauguraron la presencia de este segundo LP con “Mares” y siguieron alentando al público a desbordarse con “Jugo”, su single más escuchado y querido, dejando claro que sería una noche sin puntos bajos.

La gira que los trae a Chile es justamente la de promoción de su último álbum de estudio y que los llevará a conocer La Trota Terraza de Quilpué y la mítica Bodeguita de Nicanor en Concepción durante lo que queda de esta semana. La gira finaliza con el lanzamiento oficial de La Montaña en el emblemático microestadio Ferro de Buenos Aires, el 1 de diciembre de este año. Sin embargo, ya se ha recorrido mucho camino, pasando por Colombia, Ecuador y Perú y aún queda mucha ruta antes de llegar ese cierre. Para suerte de quienes fueron a la Metrónomo anoche, gran parte de ese material ya está siendo compartido a manos llenas por la banda, quienes también mostraron elementos de Caldero (2019), disco embajador del ritmo más latino liderado por la batería o como “Jesús rima con cruz”, del disco Los Espíritus lanzado hace ya diez años. Asimismo, mostraron “Calles rotas”, el primer single de La Montaña, lanzado con video y todo antes que el disco completo, el adelanto de lo que estaba por venir.

“Un placer estar presente al otro lado de la montaña”, fueron algunas de las pocas palabras dirigidas al público por Maxi Prietto. Como si hablara la carátula del disco, con esa sola frase vinculó a dos países unidos por la montaña giratoria, reflejada en el agua, como si un lado de la cordillera fuera un negativo del otro y viceversa. Mirar el lado opuesto de su cerro, de su montaña nevada, no deja de ser algo significativo para una banda que homenajea sin parar a las aguas, los cerros, las lagunas, los mares, los astros y todo elemento natural que el sur del continente pueda entregar. Y así, casi como un agradecimiento por estar presentes, le regalaron al público “Huracanes”, llevando a la pequeña sala de Bellavista a un paseo por un parque natural sonoro, mientras todo el mundo cantaba “vamos caminando hasta el sur, hasta la montaña. Vamos caminando hasta el sur, hasta encontrar lo que olvidamos entre el oro”.

La noche siguió con más canciones nuevas, como “Navidad” y “En este mundo no hay lugar”. Pero uno de los momentos más energéticos de la noche llegó con “Destino”, perteneciente a Caldero, canción que encendió la sala Metrónomo como una olla ardiente. Representante fiel de las dinámicas que caracterizan la música de esta banda, propone el ritmo pegado, latino y algo andino que aporta la batería y muestra al bajo como protagonista de las melodías, mientras las guitarras son pura distorsión. El calor aumentó y los asistentes a la sala Metrónomo saltaron hasta agotar la energía de las piernas y de los instrumentos. Era el momento para un apagón, para una despedida que no llegó, pero que se insinuaba.

Parecía que el final no quería llegar. La banda terminaba “Las armas las carga el diablo”, un blues estricto de Agua Ardiente, y levantaba los brazos, simbolizando el “chao, gracias”, pero no se sacaban los instrumentos. Pronto dejaba de sonar “Las Sirenas”, canción antigua, de los primeros materiales, y nuevamente se ponían de vuelta los straps y se afirmaban las uñetas. Incluso se encendieron las luces, pero solo para permitir que los músicos vieran al público aplaudirles a rabiar. Siguieron, sin embargo, con la luz amarilla de un foco central que iluminó la bola disco del local que a veces aloja fiestas de reggaetón. Como un sol distorsionado por el sonido psicodélico, la bola giró y la banda escogió una de las canciones con las que ha cerrado otros shows para continuar: “Lo echaron del bar”, una de las más populares de su primer disco. Pero no fue este el cierre, por más alta que dejara la energía. Decidieron enfriar un rato más el ambiente, llegando casi a la veintena de canciones con “Vamos a la luna”, de Gratitud y “Noches de verano”, canción antigua, canción querida, disfrutada a concho por los asistentes, para poder decir de verdad “gracias, buenas noches”.

Pocas salas hay con un ambiente tan adecuado para alojar la extravagancia del sonido de Los Espíritus con un sonido de calidad que permita distinguir detalles, escuchar las letras y a la vez cantar con ellos y así como han logrado cautivar audiencias del todo el mundo, han podido cautivar a Santiago en solo dos horas con su singular propuesta, su rock, folk, su funk latino, su blues. La esencia de Los Espíritus radica en su capacidad para crear una música que es a la vez melancólica y enérgica, tan espiritual como fiestera, un transitar entre la búsqueda de sentido y la diversión más mundana, con ritmos hipnóticos que no logran pasar desapercibidos. El mensaje es sencillo. Para quienes no han podido verlos en vivo y algún día esperan hacerlo, preparen sus cuerpos, preparen sus mentes y empaquen ligero, porque esta banda es un viaje.

Setlist:
Funeral
La montaña
La mirada
Mares
Jugo
Cigarros y tragos
Jesús rima con cruz
Calles rotas
Huracanes
Navidad
Destino
En este mundo no hay lugar
Las armas las carga el diablo
Las sirenas
Lo echaron del bar
Vamos a la luna
Noches de verano