10 de octubre 2025.

Por Pablo Álvarez P.
Fotografías por Sebastián Umaña.

Fuera luces, un telón blanco cubre el escenario, mientras un video con animaciones digitales repasa el imaginario de la banda con guiños a varios de sus discos. Al grito espontáneo de la gente de ¡Lucybell, Lucybell!, cae el telón y el trío se lanza con «De Sudor y Ternura», como si fuera una dedicatoria a quienes se perdieron el show conmemorativo del disco debut la noche anterior (Peces, 1995). Claudio, Eduardo y Cote arremetieron de inmediato con «Caballos de Histeria» acompañados por hermosas visuales de equinos que parecían de fuego, en referencia a ese oscuro Disco Rojo (1998). El rock electrónico apareció con «Arrepentimiento», con el nuevo sonido que le trajo el cambio de siglo a la banda en su Amanece (2000). Lucybell comenzaba pegando fuerte y claro en su show de despedida.

«Buenas noches, Santiago. Prepárense para una noche larga», dice José Miguel Foncea desde el segundo nivel donde está instalada su batería. Mientras el paralelepípedo sobre el escenario muestra visuales de pájaros y puertas celestiales por sus distintas caras, era el «Ave Fénix» que se posaba en el escenario del Movistar Arena. «Buenas noches. Prendan las luces que quiero verlos», pide Claudio Valenzuela con su guitarra a cuestas. «Gracias por estar. Gracias por escuchar», agrega el vocalista, antes de seguir con «Ten Paz», una joya para los fanáticos de siempre que se ganó el primer karaoke y la primera gran ovación masiva de la noche, pese a no ser un hit radial.

Y es que el show de despedida de Lucybell se paseó no sólo por toda su discografía, sino que además renunció a ser un concierto sólo de sandías caladas, más bien se centró en dar cabida a los distintos espacios sonoros que ha habitado el grupo y a regalar a su hinchada deep cuts que nadie sabe cuándo o si es que alguna vez llegarán a volver a oír en vivo. Desde su bajo, Eduardo Caces invita a un cuarteto de cuerdas para interpretar «De Esta No Sabrás Huir», lanzada hace poco más de un año, en la llamada Sesión 3000. «Muchas gracias. La emoción es a flor de piel. Se siente muy fuerte. Creo que esto es para renacer, evolucionar. Esto es para todos. La música nos une», asegura con emoción pero con pragmatismo el bajista. Radical cambio sonoro para «Magnética Luz» (Magnético, 2017), donde se sumó un cuarteto de bronces y Eduardo tomó el contrabajo, para potenciar el sonido más acústico y folclórico que envuelve a la canción. Tras cantar el último «Mis ojos en ti son magnética luz con todo por vivir», el vocalista no aguantó más y le brotaron las lágrimas, siendo consolado por Eduardo.

El sonido de la última noche con Lucybell fue potente de principio a fin. La banda mostró matices y reflejó las distintas atmósferas que han caracterizado al hoy power trío. Incluso, se dieron el lujo de montar un segundo escenario hacía el final de la cancha para un set acústico de 6 canciones que comenzó con «Carnaval» y el público sonando como una sola voz, pasó por «Amanece» con trompeta y cuerdas, para terminar con la icónica balada «Milagro», que tomó nueva vida tras los problemas médicos que superó la hija de Claudio, y terminó con «Tú», en un momento donde no faltaron los abrazos entre los integrantes y Cote Foncea asegurando que: «Este es un momento que nos vamos a tomar, pero sin duda nuestra música sigue calando hondo no sólo en nosotros, sino en ustedes. Gracias por estar acá».

Ya de vuelta al escenario principal, la mutación de atmósfera fue total con «Rojo Eterno» y todas las pantallas teñidas de dicho color con un juego de luces a medio cuerpo de la banda. El bajo de Caces se tomó el protagonismo en «Sueños Líquidos», mientras que tras «Sur» (Primitivo, 2007), el frontman volvió a manifestar su emoción para decir: «En este último tiempo hemos sentido el inmenso cariño que sienten por nosotros y que nosotros sentimos por ustedes. Gracias por estar acá». Cariño de Lucybell por su fanaticada que se reflejó en cada detalle del show, como las hermosas y elegantes visuales de “Ver el Fin” con estatuas de ángeles de grandes alas en blanco y negro, acompañadas de unas dinámicas luces láser color azul. La ovación no se dejó esperar.

Ya avanzada la velada, fue momento de un power trío de hits de comienzos de siglo con “Tu Sangre”, “Sálvame la Vida” y una muy sólida interpretación de “Sólo Crees por Primera Vez”, las que fueron coreadas, grabadas y ovacionadas. Sin embargo, uno de los máximos peaks sonoros de la noche llegó cuando los bronces volvieron al escenario e interpretaron “Tu Espíritu”, single lanzado este año que hasta un solo de saxo tuvo, seguida de “Infinito Amor” (Comiendo Fuego, 2006) con toda la gente de pie y un riff que sonó más ceratiano que de costumbre. Aún con todo el brass en el escenario, Eduardo advierte: “Este es uno de los primeros singles de Amanece y me encanta cómo se ha ido enriqueciendo y mutando con el tiempo”, antes de lanzar una bomba sónica con una “Luces No Bélicas” llena de trompetas, riffs rockeros, pero también matizando con momentos de calma. “¿Tenía razón o no?”, dice algo socarrón el bajista, mientras la audiencia aún aplaudía de pie.

Ya para el encore, el aire de la gran cúpula volvió a mutar para la etérea “Viajar”, que tiñó de verde al Movistar Arena. Todos de pie para la romántica “Ángel” (Lúmina, 2004), mientras que los coros de Eduardo y Cote se sintieron en “Huracán” (Comiendo Fuego, 2006). En “Si No Sé Abrir Mis Manos” (Viajar, 1996) Foncea le hizo salir humo a su batería y generó la ovación de la audiencia. Para el final sólo clásicos, comenzando con la potente “Sembrando en el Mar”, que generó una partida falsa tras una falla en los audífonos de Claudio, a lo que Cote respondió con un “¿Comencemos de nuevo?” y con Eduardo empezaron a tocar la primera canción del set, generando risas en el público. Para “Fé” el karaoke fue total, lo que le permitió al vocalista hacer sus tan características fugas melódicas, mientras que en “A Perderse”, el Movistar saltó a rabiar, aunque la locura se desató con “Cuando Respiro en tu Boca”. Para la sensual “Mataz”, Foncea tomó la guitarra, mientras Claudio se pavoneó como un frontman de voz y mirada seductora.

“No me quiero ir. No nos queremos ir, pero nos tenemos que ir. Gracias Claudio, gracias Eduardo por estos 20 años. A toda mi familia, al staff de Lucybell que son mis hermanos. Nos unen tantos caminos, pero este ‘Mil Caminos’ es el más especial”, dice el más “nuevo” de los integrantes de la banda desde la batería al presentar la última canción de la noche. Cientos de globos alumbrados por los celulares de los fans llenaron de color el recinto para el coro “al final de mil caminos, decido, te sigo”, que no pudo ser más adecuado como último verso de un show de 3 horas que buscaba condensar 34 años de historia musical. Claudio Valenzuela se largó a llorar desconsoladamente, mientras intentaba agradecer brevemente: “Sólo puedo decir gracias –de verdad- por la vida que me han dado y por la vida que viene. ¡Gracias!”.

El último show de Lucybell antes de su receso indefinido llenó todas las expectativas. Tuvo a una banda en excelente estado de forma, desplegando matices de sensualidad, oscuridad, amorismo, emociones, hits, joyas musicales para los más fanáticos, pero por sobre todo, fue una despedida que no abusó de los clichés. Lo del power trío fue elegante y emotivo, sin artistas invitados más que los bronces y las cuerdas que engalanaron el espectáculo y el sonido. Y es que contradiciendo a “Sólo Soy un Adicto”, el sudor sí fue rojo anoche en el Movistar, porque la pasión por la banda no se apagará en sus miles de fanáticos que ya esperan por el fin del receso que acaba de comenzar.

Setlist:
De Sudor y Ternura
Caballos de Histeria
Arrepentimiento
Ave Fénix
Ten Paz
De Esta No Sabrás Huir
Hoy Soñé
Magnética Luz
Juro Al Sol
Carnaval
Siempre Volveré a Ti
Pez Sin Auxilio
Amanece
Milagro

Rojo Eterno
Sueños Líquidos
Sur
Ver el Fin
Mi Propia Cruz
Tu Sangre
Sálvame la Vida
Sólo Crees Por Primera Vez
Tu Espíritu
Infinito Amor
Luces No Bélicas
Paraísos
Viajar
Ángel
Huracán
Si No Sé Abrir Mis Manos
Sembrando en el Mar
Fe
A Perderse
Cuando Respiro en tu Boca
Mataz
Mil Caminos

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