Manuel García lanzó «Harmony Lane» en el Caupolicán: “Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber”
26 de mayo 2017.

Por Jorge Fernández.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

Retrospección intimista

Una potente luz cenital de color rojo cubre el cuerpo y la guitarra de Manuel García. Los acordes comienzan a sonar y el público que ha llegado al espacio de San Diego, se presta para acompañar la melodía de “El viejo comunista”. Parte de la letra dice “Recordó canciones que cantaba y conversaciones con amigos hasta el alba” y fue precisamente eso, lo que nos regaló este gran cantautor chileno en tres horas de un concierto compuesto por diferentes, placenteros y emotivos momentos.

Poco a poco se fue integrando su banda. Instrumento tras instrumento, amistad tras amistad. “La canción del desvelado”, “Azúcar al café” y “Tempera”, reanudaron la marcha. La presentación de Mauricio Basualto (Los Bunkers) estuvo mediada por las tímidas notas de “No me hables de sufrir” y el silencio para escuchar “Al final de este viaje”, espectacular cover de Silvio Rodríguez.

Manuel García logró rápidamente una conexión con su fanaticada, la que disfruta tanto con sus melodías pausadas como con sus acordes más rockeros. “Momentos exquisitos, deliciosos y especiales” como dijo en alguna de sus intervenciones, refiriéndose a lo que produce en él esta simpleza y sincronía.

La mezcla de sonidos de Harmony Lane

Ya en tierra firme, el artista hizo la presentación de los músicos norteamericanos que lo acompañarían en parte de esta noche que estaba recién comenzando. El objetivo era dar a conocer su último material discográfico, Harmony Lane, grabado en Pensilvania, Estados Unidos. El disco cuenta con un ramillete de sonidos diversos donde a su ya conocido estilo latinoamericano, le incluye toda la influencia folk y country, típicas del país del norte. Boleros y mixturas mexicanas también se dan cita en algunas canciones. Así, el público fue disfrutando del momento con temas tan disímiles y atractivos a la vez, como “Diamantes”, “El Rancho” o “Sobre los campos”. El segundo acto terminó cuando cantó “Venga la vida”, canción incluida en el disco pero que compuso en el año 1989, con la que logró sacar más de un suspiro en medio de la continua admiración por su admirable y anacrónico talento.

Culto a la humana y la divina

La noche continuó entregando gratas sorpresas, pues luego de un interludio a mitad de concierto, hubo un tercer acto donde brilló, con letras inmensas, una sola figura: Violeta Parra. Era el momento preciso para rendir pleitesía a nuestra máxima cantautora nacional, ya que este año se conmemoran 100 años de su nacimiento. No sólo Manuel y sus músicos iban a ser parte de este tributo, pues el juego de luces y las miradas apuntaron principalmente a Tita Parra, quien fue la verdadera protagonista del momento. Nostalgia, melancolía y mucha admiración rodearon las interpretaciones de la nieta de Violeta, quien logró un instante de catarsis al amalgamar las décimas con temas clásicos como “La jardinera”, “El albertío”, “Volver a los 17” y “Gracias a la vida”. Un grato momento se vivió cuando Manuel y Tita, a dos voces, cantaron “De nombre Violeta” canción del músico, incluida en su último disco y para cerrar con broche de oro “El día de tu cumpleaños”, la versión que la propia Violeta tenía para celebrar un año más de vida.

Resplandecer con luz propia

El frío que inundaba la noche era tal que ya parecía introducirse en el recinto, sin embargo esto no amainaba los deseos por seguir escuchando buena música. Así el cuarto momento estuvo amenizado por canciones potentes y coreadas tales como “La luz” y “La gran capital”, las que hicieron que el público se pusiera de pie y disfrutara el verdadero climax de esta grata función.

El romanticismo implícito, ese de las canciones de antaño que servían de molde para terminar una fiesta, aferrados a la cintura o al cuello de quien te gustaba, estuvo mediado por los temas “Vida mía”, “El reproche”, “Un rey y un diez” y “Medusa”, con la cual se daba fin a un tremendo espectáculo donde el talento y la entrega resplandecían con luz propia.

Entre clásicos y medianoche

Aún quedaba espacio para unas cuantas canciones más. El encore partió con “Hablar de ti” y a esta le siguieron dos clásicos mundiales interpretados por los músicos norteamericanos invitados. Primero fue el turno de “Here Comes the Sun”, canción escrita por George Harrison que estuvo interpretada por el guitarrista Craig Thatcher y luego vino “Superstition” de Stevie Wonder en la voz del también tecladista Cliff Starkey.

Cuando la medianoche ya había pasado, fue precisamente “Reloj”, la canción que se encargó de culminar una presentación musical donde los asistentes quedaron absolutamente conformes con el grandilocuente talento manifestado en cada uno de los momentos que el show de este gran músico nacional entregó.

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