9 canciones que son nostalgia y fuerza, construcciones que aterrizan reflexiones profundas, denotan cuestionamientos, pero también se transforman en un llamado personal a recuperar la llama interna. Natisú, la reciente primera mujer premiada por Pulsar en el área de Producción Musical, estrena su esperado tercer álbum, sucesor del celebrado «La Historia» de 2014.

Tras revelar el sencillo que le da nombre al largo, y los destacados «Amores» y «No Somos» junto a Chini.png, Natalia Suazo devela íntegramente sus últimos cinco años de trabajo. Nacido por la necesidad de imaginar un nuevo universo musical, «Hay Un Fuego» se transforma en un encuentro de inspiraciones como Juana Molina, Portishead, Björk, Bon Iver y Pescado Rabioso, con el cansancio del capitalismo tardío.

“Estuve un año y medio componiendo y trabajando en la preproducción con el armado de bases electrónicas, baterías, bajos, arreglos; montando canciones con banda para ver si funcionaba. Tenía ganas de sacar un disco con más electrónica, más cercano a álbumes que admiro mucho como “Homogenic” de Björk o “22, A Million” de Bon Iver. Tenía ganas de lograr esta estética menos rockera, más sintética”, cuenta sobre un periodo en el que también pudo abrir su espacio creativo a la colaboratividad.

Es ahí cuando aparece Iván González, pieza fundamental en la producción de «Hay Un Fuego». “Decidí contar con él porque suelo perder la perspectiva cuando se trata de creaciones mías. Su visión y trabajo han sido muy significativos para la construcción sonora y para mantener un hilo estético”, dice la productora que se animó a conformar un equipo compuesto por Ignacio Soto-Kallens en la mezcla, y Cristóbal Carvajal en la masterización.

Conexiones trascendentales, el agote del ritmo moderno de vida, la pena de los quiebres. Todos son temas que desde un abstracto, demuestran el crecimiento de Natisú en su relato. “En comparación al anterior, en esta placa hay una visión del entorno musical de la industria mucho más realista, menos ingenua o fantasiosa. He aprendido a lidiar con la frustración y a tener menos pudor para trabajar en ideas que, a veces, parecían no tan listas. O a hacer canciones con estructuras no tan convencionales”, agrega.

Este paso por el estudio nos deja con una sonoridad electrónica, mucho sintetizador, samples de cuerdas, ruidos, voces, loops, nostalgia y oscuridad, pero también fuerza y espíritu.

«Hay Un Fuego» es la respuesta al inevitable hastío de la rutina. “Cuando tu arte se transforma en tu trabajo vas perdiendo ese fuego que te movía, esa intención pura sin condicionante de ambición o alcance mediático, resultados esperados o planes de marketing. El disco entero es un llamado a mí misma para recobrar ese impulso creativo puro e ingenuo. El fueguito adolescente”.