Segunda jornada de Lollapalooza Chile 2017: Solo se vive una vez
Parque O’Higgins, 2 de abril 2017.

Por Nicolás Morán.
Fotografía por Francisco Aguilar A.

Este domingo 2 de abril, finalizó la séptima entrega del festival más esperado, y para cerrar el Lollapalooza, quedé con la impresión de que este día estuvo cargado de emociones y de música variada a más no poder.

Partimos bien temprano escuchando a los chicos de We Are The Grand, quienes en cerca de 45 minutos nos mostraron un espectáculo completo, con sus mejores canciones a la orden de los admiradores, para que luego otro gran grupo nacional dijera presente: Gondwana, quienes están próximos a cumplir 30 años de carrera, y con mucha fuerza hicieron tronar el escenario.

Hoy estuvo mucho más fuerte el sol, y el calor se hizo notar mientas iba pasando el día, hasta el punto de que en la presentación de Alex Anwandter, el sol llegó a su máximo punto y algunos sectores de hidratación estuvieron llenos durante cerca de una hora.

El número del artista australiano, Vance Joy, fue para muchos, una revelación, porque no todos conocíamos sus temas, pero fueron muy agradables al oído, y es por ello, que esperamos escucharlo nuevamente en nuestras tierras.

Siendo las 5 de la tarde, la banda Jimmy Eat World hizo su aparición en el VTR Stage, y nos trajo a una época adolescente, con esa música que sonaba en MTV, recordando el Bleed American, uno de los discos más populares de la banda. De hecho, en esta presentación se vio una cantidad importante de canciones de los primeros discos.

Para las generaciones más jóvenes, Melanie Martinez y MØ, estuvieron prendiendo al público en el Acer Stage desde las 17:45 hasta las 20:30. Muchas niñas y muchachas estaban al borde del colapso, mientras estas artistas hacían sus interpretaciones sobre el escenario.

Obviamente estuvimos cantando con Duran Duran durante la hora y cuarto que estuvo sobre el escenario del Banco Itaú. Tocaron sus canciones más clásicas como “Hungry Like The Wolf” y “Ordinary World”, haciéndonos bailar por toda la explanada del parque. La gente estaba vuelta loca con uno de los exponentes de la música de los años 80’s, que ha sabido reinventarse y seguir sacando nuevos discos. De hecho, cabe agregar que, sinceramente, el show estuvo muy bueno, con calidad y de clase mundial.

Por un lado tuvimos a Mc Piri y a Zaturno haciendo de las suyas en el Lotus Stage, deleitando a sus seguidores en un ambiente más íntimo, como puede serlo siempre La Cúpula, y, por el otro lado, Two Door Cinema Club nos tenía embobados con sus temas que ya se han instalado en nuestras mentes, y no dudaron en entregar todo para que su público se sintiera pagado. Un espectáculo equilibrado, de buena duración, sobre todo considerando que se venían los platos fuertes.

Creo que en esta ocasión, la decisión final sobre qué escuchar para el cierre, estaba bastante compleja, porque si decidías ir a ver The Weeknd, te perdías de un gran lugar para ver a The Strokes. Si veías a The Strokes, te perdías a Martin Garrix, que por lo que supimos, entregó un espectáculo de primer nivel, a la altura de lo que es este festival. Muchos nos quedamos con ganas de verlo, pero no se puede tener todo en esta vida, y poder presenciar a la banda neoyorquina, luego de haberlos visto allá por el año 2005, fue, sin lugar a dudas, lo que un 80 % de los presentes quería vivir.

The Weeknd hizo su número como reloj, bien organizado y a tiempo, mostrando un trabajo prolijo y que cumplió a cabalidad con todo lo que se esperaba de él. La gente coreó su música pegajosa e hizo saltar a todos por 90 minutos, que estoy seguro de que sus fans ni siquiera notaron por la emoción.

Y al final, lo que todos esperaban, The Strokes, quienes, fieles a ese estilo irreverente, tardaron casi 20 minutos más en salir. El setlist que nos presentaron estuvo increíble, aunque extrañé “Juicebox”, no podría quejarme. Aunque al principio, el primer tema no se escuchaba por problemas en el audio, el resto estuvo espectacular.

La cabeza del line up del domingo superó las expectativas de los que estuvimos ahí. Sus canciones más conocidas hicieron retumbar las instalaciones con los gritos desaforados de todos los presentes. “You Only Live Once” me hizo pensar en todo lo que es el Lolla, porque no es solo todo el encanto que puede representar en algunos sectores socio económico o grupo etario, este es el festival que reúne tantas bandas, que es imposible estar en todos lados, sin sentir que algo te perdiste.

Cada peso vale, no por lo top o selecto que pueda ser el asistir. Es más bien, la oportunidad de ver a tu banda favorita y que quizás no vuelvas a ver, también la ocasión de darle una chance a un grupo nuevo, o como en mi caso y el de tantos más, de reencontrarnos con las bandas que nos hicieron enamorarnos de la música. El Lollapalooza es una experiencia que debes vivir al menos una vez en la vida, y recalco, no porque sea genial decir que estuviste ahí, sino porque realmente solo se vive una vez, y si no estuviéramos el día de mañana, al menos es reconfortante saber que alguna vez existimos y lo pasamos bomba.

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