St. Vincent en Lollapalooza Chile 2019: desprendiéndose de los miedos
Acer Stage, 31 de marzo 2019.

Por Jaime Farfán.
Fotografías por Lotus Producciones.

Desde sus primeros pasos personificando a St. Vincent, la intención de Annie Clark siempre ha sido provocar. Ya sea integrando el optimismo coral de The Polyphonic Spree, bautizando su primer disco Marry Me o haciendo crítica social en los singles tempranos «Actor out of work» o «Cruel», la cantante norteamericana ha ido construyendo una caja de sorpresas. Ayer no fue la excepción, durante lo que fue su segunda presentación en tierras nacionales. Invitada nuevamente al festival Lollapalooza, Clark despliega sus mejores técnicas para conquistar al público local con los sonidos de Masseduction, su placa emblemática del 2017.

Aunque no ha pasado tanto tiempo después de su último show en el Parque O’Higgins, St. Vincent vuelve distinta. Con casi dos años de gira en la espalda, en lo que pasó de ser «The Fear the Future Tour» a «I am a lot like you! Tour», han sido meses donde el nombre de Annie ha resonado más allá de lo musical, saltando de los círculos alternativos a orbitar en las cercanías de las superestrellas. Comentadas relaciones de farándula con Cara Delevingne y Kristen Stewart, una agitada partida desde Chile el 2015 y nuevos emprendimientos creativos, como el debut en la dirección con el corto «The Birthday Party», han constituido instancias de maduración para la artista, quien decanta todo el caos en lo que fue una dinámica, sensual y electrificante presentación de una hora.

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Un ascenso tan repentino a la fama puede llevar a cualquiera cerca del colapso (es cuestión de preguntarle a Alex Turner y compañía) y también representó todo un desafío para Clark, quien lo enfrenta entregando su trabajo más personal hasta la fecha. Es así como el ácido erotismo de Masseduction fue el principal elemento en perfundir desde el Acer Stage, donde St. Vincent recompensa a los seguidores que se abstuvieron de Sam Smith, con una ejecución impecable e hipnóticas visuales. Vestida en cuero y con largas botas de dominatrix, la artista recorre su último esfuerzo discográfico casi en totalidad, demostrando que no necesita otro músico para llenar el escenario.

Abriendo con “Sugarboy”, esta nueva mensajera del futuro controla al público desde el principio con sus complejos riffs, originados de una guitarra naranja fosforescente. Parada al centro del escenario solo con su instrumento característico y un micrófono, su disposición recuerda al cercano colaborador David Byrne, en la emblemática Psycho Killer de Stop Making Sense, el show minimalista de los Talking Heads. La influencia de Byrne, con el cual grabaron el disco colaborativo Love this Giant el 2012, también se siente en los movimientos, gestos y expresiones con los que St. Vincent salpica su performance, reforzando la fibra distópica y algo robótica de sus canciones.

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Los asistentes reaccionan con furor ante lo que fue un despliegue musical estimulante para oídos y retina. El grueso del setlist fue un homenaje a la complejidad de las relaciones modernas y la condición humana, ya sea con la frenética “Pills”, en la que Clark nos narra su relación con la automedicación tras guitarras afiladas, o en “Savior”, una desgarradora balada sobre los juegos de alcoba. Sin embargo, también estuvieron presentes viejos esfuerzos, donde temas como “Marrow” o “Cheerleader” encuentran nueva vida arriba del escenario apoyados por macizos beats y sintetizadores. Destaca también el permanente cambio de instrumentos de St. Vincent, quien de la mano de su propia línea de guitarras eléctricas pareciera haber diseñado una especial para cada tema.

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Haciéndose más íntima a medida que avanzan las canciones, la cantante conecta rápidamente con el público chileno, entonando el ce-hache-í o modificando la letra de uno de los singles emblemáticos, New York. “Santiago isn’t Santiago without you, love… Well, you’re the only conchesumadre in the city who can handle me”, recita a capella, para la locura de los fanáticos. El peak definitivo de la noche vino con «Slow Disco», donde la artista llama a bailar en medio del caos. Reafirmándose como una de las propuestas audaces e innovadoras de la escena actual, St. Vincent sale otra vez de su zona de confort, entregando un show honesto y complejo, con un sonido rico en experimentación, una visión del apocalipsis, pop, divertida y atrayente. Después de unos caóticos pasos y encontrando una nueva vulnerabilidad, Annie Clark examina los temores de estos tiempos y nos invita a dar cara danzando, a abandonar por un instante las ansiedades futuras.

Setlist:
Sugarboy
Los Ageless
Pills
Savior
Masseduction
Marrow
Cheerleader
Digital Witness
Rattlesnake
Birth in Reverse
Slow Disco
New York
Fear the Future