Artista invitada: Kim Gordon.
27 de mayo 2025.
Por Diego Reyes.
Fotografías por Francisco Aguilar A.
¿Qué es lo que tienen en común las tres presentaciones que vimos?, la respuesta es sencilla: son mujeres empoderadas, con gran pasión por la música y una variedad de estilos. Chini.png con mathrock, shoegaze y arte; Kim Gordon, ex bajista de Sonic Youth, de los principales exponentes del No Wave, quien debutó como solista el año 2019 con No Home Record; y el plato de fondo: St. Vincent, la camaleónica del pop y rock de la década.
Annie Clark, conocida por su seudónimo St. Vincent, tomó mucho tiempo en consagrarse como un ícono en su estilo propio. Pese a tener múltiples álbumes en su carrera y búsqueda de identidad, la crítica estaba unificada en tacharla como una hija entre David Bowie y Talking Heads, pero nunca más allá. Siempre una heredera, nunca una artífice. Hasta que encontró su punto de partida cuando ganó el Grammy a Mejor Álbum de Música Alternativa con su álbum homónimo (St. Vincent) el 2015. Desde entonces, Clark se ha referido a aquellas voces que le quitaban autenticidad simplemente describiendo que cada álbum que crea se basa en lo que lleva en la cabeza: el medio o la forma importaban poco.
Es por ello que definirla en un solo género o estilo sería hacerle poca justicia. He aquí el porqué llamarle “art” más algo sea un lugar común de la experimentación artística que dé a luz el proyecto que le quite el sueño. Por ende, cada álbum es un ente propio y que no tiene una secuela ya que siempre está en una constante reinvención y lo único constante es una animadversión a la rigidez.
La apertura nacional fue comandada por María José Ayarza, líder de la banda Chini.png, los que iniciaron con un potente mathrock artístico, muy similar a la música de openings de anime noventeros. Acompañados de arreglos visuales hechos por la misma artista. Entre tiempos impares, la voz, tanto dulce como estridente, dependiendo de lo que ella quiera hacer, particularmente con el track “Tonto” del álbum debut El día libre de Polux (2023) . Dicha facultad evoca recuerdos de la vocalista principal de Fulano, Arlette Jacquier, quien tiene un dominio total de las inflexiones vocales.
Mientras que Kim inició con un noisy, triphopero y experimental track titulado “BYE BYE” de su álbum The Collective (2024). Algo que hay que diferenciar de su versión de estudio ya que en él se incorporan beats inorgánicos que le dan un énfasis más cercano al trap, pero en vivo es otra cosa. Esta peculiaridad se repitió en el resto del setlist. “I Don’t Miss My Mind” es un abrasivo, absorbente e inquietante shoegaze, hasta decadente. Escuchar en vivo esos sintetizadores rasgados hacen que se encrespen los pelos, y los drones salidos de Lustmord los convierten en una experiencia de terror. También se paseó por un oscuro trap titulado “Paprika Pony” del álbum No Home Record (2019). Claro, al estilo Kim ya que no rapea. Finalizó con otro track del mismo disco “Cookie Butter”. Trippy, hipnotizante, delirante, que concluye con una catarsis de guitarras y baterías en una explosión de sonido al más puro estilo Swans.
St. Vincent dio partida a su show con un parsimonioso “Reckless” del álbum All Born Screaming (2024), y es el disco que fundamenta su tour mundial. La particularidad de los temas que contiene es que son abrasivos, vale decir, sonidos distorsionados o ruidosos, armonías disonantes o atonales y ritmos caóticos o irregulares. Y es justo lo que sucede con este track ya que evoluciona gracias a la talentosa voz de Annie Clark y la explosión de guitarras y sintetizadores de la conclusión.
Mientras que «Los Ageless» puso al público a bailar ya que es una mezcla entre synth-dance similar a Depeche Mode y el modo de cantar de Clark es bastante reminiscente a Kate Bush, pero tiene ese distintivo de usar guitarras eléctricas y expresiones vocales como James Brown con sus clásicos “WOW”. “Broken Man” también comparte ese synth-pop de DM de la época de Violator, pero con drones que imitan bronces abrasivos, pero solo al inicio, ya que luego es un rock avant-garde y Clark desgarra su voz mientras baila eróticamente con el trípode del micrófono.
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En un momento en que Annie pidió un tiempo para arreglar su micrófono, el público cantó su clásico “¡Olé, olé, olé, olé!” y la banda acompañó con baterías. En este instante, Clark aprovechó de agradecer la participación de Kim Gordon. “Pay Your Way In Pain» es una pieza de rock spacy al estilo Floyd cuando fue encabezado por Gilmour, pero con más sintetizadores y… orgasmos. Annie ha dejado por un tiempo su guitarra para dedicarse al canto al cual incorpora gritos, sonidos polifónicos y sí, también orgasmos, que aportan capas únicas de esta experiencia en vivo.
“Flea”, de su nuevo álbum, se despega de todo lo anterior para proveer un hard rock setentero, algo progre estilo Génesis con el sintetizador haciendo lo mismo que hace la guitarra, como también Steely Dan cuando hace dos voces las guitarras de ella y la de Jason Falkner. Es de sus composiciones que más progresa mientras se toca. “Cheerleader” es una balada-rock sombría, que explora las notas más graves de Clark, acompañada por oscuros y pesados acordes y de una producción impecable que hace que cada ataque a la batería y el bajo cuando canta “I-I-I-I-I” resuenen en el pecho. El coro podría discutirse que es más bien un rock alternativo estilo Cranberries. Para finalizar, el baterista, Mark Guiliana se las mandó con un solo.
“Marrow” parte como una extraña pieza groove y rock para luego involucrar synths poperos, mientras las guitarras añaden capas de disonancias, y la teclista, polirritmias. Es un track juguetón que recuerda al tiempo de experimentación en Low de David Bowie. Y un nuevo single “Violent Times”, su interpretación de “Tiempos Violentos” que realizó recientemente junto a Mon Laferte, es una belleza de pop ochentero, muy al estilo de Kate Bush. Nos hubiese encantado que hubieran hecho una colaboración juntas. Una pena que los bronces estén grabados, pero pese a ello suenan genial, aunque ensordecen el sonido de las guitarras y sintetizadores. Tal vez fue una propuesta de última hora, porque, hasta ese momento, la producción carecía de máculas.
“New York”, un tema más electrónico, el que nos sacó una lagrimita, ya que Clark decidió cantar al estilo de Bowie —que en paz descanse—, y suena muy similar. Se lanzó al público, para luego ser arrastrada, y no sé si le ocurrió antes, pero la gran anécdota es que se le cayeron los zapatos, pero la colaboración de todos permitieron que volviera ilesa —y con tacos— al escenario. “Sugarboy” sigue el mismo trend electrónico, pero más ochentero, con arpegios idénticos entre guitarras y sintetizadores. Annie nuevamente sorprende ya que el coro «I’m a lot like you» lo canta con una voz de ultratumba, porque debiese corresponder a que los hombres canten esta parte. “All Born Screaming” es una rara mezcla entre dancehall, rock estilo The Police, que me transporta a un tiempo antiguo. Sonidos casi salidos del espacio los hace Clark que ahora tiene un instrumento en su boca, como la psicodelia del space rock. El coro del tema es un powerhouse de emociones. Imagínen algo como el “Sweeeet emoootion” de Aerosmith, pero más solemne, hasta litúrgico.
Y para despedirse, el triste sintetizador de Rachel Eckroth toca «Candy Darling», mientras Annie sopesa si realmente quiere acabar con esta velada. Su dulce y robusta voz inundan el Caupolicán de melancolía, acompañada solamente por las teclas y de vez en cuando el susurro de la bajista Charlotte Kemp que parece un lamento.
Embarcarse en un concierto de estas proporciones es tirarse un chapuzón a un evento religioso hacia la experimentación. Los artes visuales que se condicen con las sensaciones que transmiten los instrumentos de Chini.png, la descabellada interpretación en vivo de los tracks ruidosos, oscuros, envolventes y absorbentes de Kim Gordon, y por último pero no menos importante, St. Vincent, quien nos sometió a experimentar todo tipo de emociones, desde la euforia a la melancolía, del deseo de bailar a querer arrodillarse cuando la voz de Annie Clark, cálida y lírica, explota en estridencias, polifonías, orgasmos, desgarros, como también susurros. Y el medio y la forma importan poco para querer hacer música. Cuando estas artistas deciden componer algo, no se encasillan en el “cómo me conocen”: son libres de experimentar con lo prohibido, como en el caso de Kim que viene de un origen más rockero y se lanzó con un trap, pero sin rapear. La propuesta musical es que el molde fue hecho para romperse, porque ellas no se ponen límites y el cambio es tremendamente atractivo y adictivo.
Setlist:
Reckless
Fear The Future
Los Ageless
Broken Man
Birth In Reverse
Dilettante
Pay Your Way In Pain
Flea
Cheerleader
Big Time Nothing
Marrow
Violent Times
New York
Sugarboy
All Born Screaming
Candy Darling
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