Te A’amu ‘o te Haka’ara Ma’ohi Rapa Nui en Tocatas mil: Arte ancestral con un toque contemporáneo
Centro Cultural GAM, 10 de enero 2016.

Por Mackarena León.
Fotografías por Leonardo González.

Siendo las 20:50 hrs de este pasado martes y con un Santiago asquerosamente caluroso, se abren las puertas de la sala A1 del GAM, un lugar pequeño en comparación a otros escenarios, pero perfecto para esta ocasión, buena iluminación, buen sonido y un escenario estupendo nos acompañan para recibir a la compañía Maori Tupuna o Te Matato’a.

Con un poco de humo sintético y un olor a paraíso que invadía la sala, las luces se apagaron. El escenario se llenó de músicos, una luz tenue se prendió en el centro y un hombre con un tocado ancestral se tomó el escenario para comenzar a recitar unos versos en Rapanui y posteriormente entrar en escena tres personajes más, quienes comenzaron una presentación característica de los hombres de la isla. Después de una pequeña pausa, ingresaron las chicas, con su típico movimiento de caderas y una sensualidad envidiable, mientras de fondo sonaban los músicos apoyados por el coro de los bailarines, generando un espectáculo que desde el comienzo cumplió con todas las expectativas.

Con 19 artistas en el escenario, cualquiera podría decir que era demasiado, pero cada uno estaba en su lugar, cada pieza encajaba a la perfección en un escenario pequeño, pero que a la vez demostraba una inmensidad sorprendente. Luego de varias canciones las chicas abandonan el escenario, los hombres quedaban como guardianes, las puertas se abren y dos espíritus comienzan a recorrer el escenario, quitándole la vida a los jóvenes. Cuando todos yacen en el suelo, los espectros abandonan el escenario y un corto silencio inunda la sala, todo esto acompañado con una suave canción, un canto sensible y tenue de las chicas que ingresan una a una para el siguiente baile.

Con cinco cambios de vestuario, la noche iba encantando a cada momento, sobre todo con la modernización de los cantos por medio de la utilización de guitarras eléctricas, bajo, batería, timbales y acordeón, una adaptación “semplicemente” perfecta. El clímax del show se pudo apreciar en un baile lento, en donde una chica vestida con una falda blanca larga, un peto y un tocado de flores rojas con delgados velos blancos que adornaba su frente comenzó a encantar como un sueño romántico, mientras movía sus manos y caderas, coreando lo que correspondía a un baile nupcial. Cerca del final entró a escena el novio, también con un pantalón blanco, quienes se acompañaron en la melodía suave hasta el terminó donde se besaron con ternura.

Desde este punto en adelante todo fue fluido y rápido, melodías polinésicas que te hacían sacar aplausos y que también generaban ganas de ponerse a bailar. Fue en una de ellas donde los bailarines caminaron hacia el público, eligiendo a diez asistentes y subiéndolos en el escenario, la fiesta se armó, todo el público sonreía y aplaudía al unísono. En la finalización del show, mientras los músicos tocaban, el vocalista presento a cada bailarín, uno a uno realizaron un pequeño baile de despedida, para luego abandonar el escenario. Después de una hora y media de show, el espectáculo acabó con todos los artistas, tomados de la mano y dando las gracias al público por tan inmensa ovación.

No obstante, ¿quiénes son estos jóvenes que renovaron lo ancestral con un toque más que acertado de modernidad? Es la compañía Maori Tupuna o Te Matato’a, que desde 2010 desarrollan un concepto de evolución musical con toques contemporáneos a la tradición Oral de la Isla de Pascua. Con Carlos Lillo Haoa como director artístico y creativo del grupo, cantautor, primera voz e intérprete de guitarra el grupo ha generado una reconocida carrera, tanto nacional como internacionalmente, ya que fueron los invitados internacionales del Festival Heiva i Tahiti en 2013. Un show, interesante, llamativo, emocionante y que no necesita subtítulos a pesar de estar en idioma Rapa Nui, debido a que los artistas saben expresar y transmitir con su cuerpo la tradición oral de sus Ancestros.

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