Por Tomás Soto.

Es extraño lo que pasa con esta cinta. Se hace difícil pensar en si es buena, regular, o mala. Y esto no pasa por la calidad del reparto de actores –ya que son todos de primera línea hollywoodense y sus interpretaciones son de los puntos altos del film- sino que por su complicada estructura que, en varias oportunidades, deja con una interrogante al espectador, ¿Será que me desconcentré? Eso me preguntaba en momentos de la película en que no lograba hilar cómo esa escena desencadenó en tal acto siguiente, el cual era un flashback sin sentido o un suceso innecesario de mostrar.

He escuchado a bastantes personas que dicen que el documental de Netflix es mejor por lejos, y que ir al cine por esto es una pérdida de tiempo y de dinero. Sin embargo, no creo estar de acuerdo con eso. Joe Berlinger es el mismo director, tanto para el documental, como para la reciente película, y por lo mismo, hay que hacer la diferencia desde un principio. Quien quiera conocer totalmente y en profundidad quién fue Ted Bundy -asesino serial, violador y secuestrador de mujeres, quien cometió más de 30 homicidios en Estados Unidos- debería directamente ver el trabajo audiovisual alojado en la plataforma de streaming, o derechamente leer y documentarse por otro medio que no sea el cine. Ahora, si la intención de ese espectador que paga su entrada es para entretenerse de forma liviana y sin una mirada crítica, este film se puede considerar bueno.

La cinta se desarrolla entre los años 1969 y 1989, años en los cuales podemos ver el primer encuentro entre Ted Bundy (Zac Efron) y Elizabeth Kloepfer (Lily Collins), en Seattle, quienes de a poco van forjando una familia junto a la hija de Liz, quien es madre soltera, situación en la que no se profundiza, por lo que sólo se deduce que el padre no existe. A raíz de esto se nos presenta la doble vida de Bundy, quien, por sobretodo, es un tipo apuesto, inteligente y tremendamente estudioso, el cual difícilmente parecería un asesino en serie. Es importante recalcar esto, y es que en la cinta se le muestra como un hombre tremendamente deseado y apoyado por las mujeres, quienes en todo momento coquetean con él y viceversa. Es paradójico que aquello ocurra, cuando el trasfondo de esto es mostrar que sus víctimas eran justamente ellas. Quizás, eso funciona para mostrar la complicada situación en que se encontraban quienes debían convencerse de que un tipo con esas características fuera quien las había atacado brutalmente.

Además, entre estos años en que se sitúa el film, Joe Berlinger se esmera por presentarnos a un asesino que, en muchos casos, termina por agradarnos como persona. Situaciones como en la que Ted Bundy bromea con los medios de comunicación, cuando usa su ingenio y persistencia para crear una salida y escaparse de su celda de prisión, o sin ir más lejos, el momento en que decide ser su propio abogado, ya que no confiaba en sus defensores adjudicados por la justicia. Toda esta perfección en la persona de Bundy parece desviar la atención de lo que realmente hizo y por lo que, hasta el día de hoy, es conocido y recordado. A pesar de esto, tampoco escapa demasiado de la realidad, teniendo en cuenta que, el caso en sí, era particular. Un intachable estudiante de derecho que era el principal blanco de tal acusación, fue un plato muy sabroso para los medios de comunicación de la época. Es por lo mismo que, en el momento en que Bundy ya había burlado un par de veces la ley en Seattle y Colorado, fue el turno de su formalización y posterior juicio en el estado de Florida, en donde se llevó a cabo el primer veredicto ante el juez grabado y transmitido en vivo para todo el país, instancia que se transformó en un hito. Todos querían estar pendientes de lo que pasara con el joven y apuesto estadounidense acusado de ser un homicida.

Si bien la película es entretenida y logra su objetivo, agradar a un público pasivo, deja a otra parte de los espectadores con ganas de conocer en profundidad y detalle la mente criminal, aquellos pensamientos y actitudes que tenía en su cabeza Ted Bundy para llevar adelante sus crímenes. Puede que Joe Berlinger haya decidido tomar el camino menos arriesgado, por no decir fácil, al momento de darle la orientación al film, esa vía ya probada, más ligera y llevadera para el espectador, teniendo en cuenta que ya se había esmerado en realizar un documental mucho más clínico y de carácter más serio destinado a los consumidores de Netflix. Esta es una cinta más comercial que arriesgada, y no por eso está errónea.

Zac Efron es una de las sorpresas de la película, y es que con esta actuación parece dejar atrás su pasado teenager en producciones como la trilogía de High School Musical, desde donde saltó a la fama y lo que le valió llegar hasta donde está ahora, en películas como esta junto a actores de la talla de John Malkovich o en producciones anteriores con Robert De Niro en Dirty Grandpa (2016). Efron logra que su papel sea totalmente creíble, y logra de gran manera hacernos imaginar que él es Ted Bundy. Se deduce que sí estudió y bastante a su personaje en cuestión. En cuanto a los personajes secundarios, no hay mucho que decir más que cumplen su papel correctamente sin condecoraciones ni destacándose demasiado por sobre el resto. Hay caras conocidas como la de Jim Parsons, Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, o Haley Joel Osment, el niño de Sexto Sentido.

El film se estrena hoy 12 de septiembre en los principales cines de nuestro país, y llega como otra adaptación de una historia real a la pantalla grande, mas no destaca por ser una de esas producciones que se guardan en la memoria, ni mucho menos parece apuntar a serlo.