Por Felipe Tapia.

Resulta curioso que Tortoise sea considerada una banda veterana, cuando no me parece recordar cuando eran conocidos por ser los nuevos chicos. Todo parece tan lejano ahora. Fueron unos de los primeros con experimentar con un post rock más allá de los sonidos punks e indie que tanto calaban a finales del milenio pasado, cuando era más difícil ponerle una etiqueta a una banda. Simplemente hacían música, y la categoría no era tan importante en esa época, sin tanta Internet ni tendencias efímeras.

Combinando sin asco instrumentos rockeros como guitarras, baterías, con marimbas y todo tipo de percusiones raras, Tortoise brilló en el año 1998 con su disco TNT, que mostró mucha más madurez y evolución, al suficiente como para venir a vernos (¡Saaaa!).

Con un sonido que combinaba la música instrumental con jazz y rock, Tortoise y su sello inconfundible vinieron el año 1999 al Teatro Novedades, que es donde tocaban las bandas menos masivas en ese entonces, antes de que el mp3 obligara a toda banda habida y por haber a realizar giras para ganarse las lentejas (Gracias a Cthulhu).

Luego de ese disco y ya acabado el milenio, el grupo coqueteó mucho más con la música electrónica, que por entonces ganaba terreno frente a un rock más agotado a principios de este siglo. Así como el rock retornó en los 90, las máquinas capturaron de nuevo la nostalgia y muchas bandas incorporaron el nuevo paradigma a sus melodías, en lugar de luchar contra lo nuevo.

Pero el mundo cambió. Yo lo cambié. Lo alternativo se masificó, lo diferente se volvió norma, y Tortoise volvió para tocar el año 2011 en el Teatro Nescafé de las Artes, cuando su disco “Beacons of Ancestorship” había salido hace escasos dos años.

Acordes al tono de la banda, los integrantes del grupo también son bastante versátiles. John McEntire es el encargado de la batería y percusión, Dan Bitney también hace lo suyo con las percusiones de todo tipo, Jeff Parker aporta el ingrediente más tradicional con la guitarra, y Doug McCombs hace lo suyo con el bajo. La guinda final de la versatilidad corre a cargo de John Herndon, quien aporta con teclados, vibráfono y batería, más otros instrumentos que pueden aparecer dependiendo del tema. Sin duda, no es una formación muy tradicional para una banda que es clasificada como de rock, aunque a estas alturas ya viene siendo tiempo de sacudirse las etiquetas y dedicarse simplemente a hacer música, sin limitaciones teóricas o canónicas ¿No creen?.

Como sea, luego de varios años la banda nos volverá a visitar en el mismo baticafé Teatro Nescafé de las Artes, este martes 29 de noviembre a las 21:00 horas, para presentar su disco “The Catastrophist”.

Sobre El Autor

Si me pagan, creo hasta en Zeus

Artículos Relacionados