Banda invitada: Relámpagos.
8 de mayo 2025.

Por Carlos Barahona.
Fotografías por Sebastián Umaña.

Para quienes bordeamos los treinta y tantos y crecimos entre tocatas autogestionadas, foros de Internet y discos que eran refugio emocional en tiempos turbulentos, el debut de Touché Amoré en nuestro país no fue un simple evento musical: fue un reencuentro con nuestros pares, con una banda que, como nosotros, ha atravesado los años hablando desde las fisuras de la existencia, desde la pérdida, la ansiedad, la esperanza y la memoria. En una escena dominada muchas veces por referentes lejanos o generaciones anteriores, ver en vivo a una banda de coetáneos, que irrumpió en el corazón del post-hardcore con una honestidad desgarradora, fue un acto profundamente significativo.

Touché Amoré nació en 2007 en Los Angeles, en el epicentro de una escena que parecía haberlo dicho todo, pero que necesitaba nuevas formas de narrar lo íntimo desde lo colectivo. Así surgió The Wave, un movimiento no oficial que agrupó a bandas como La Dispute, Defeater, Pianos Become the Teeth y la banda que nos convocó, y que, sin proponérselo, revivió y reconfiguró el post-hardcore con un enfoque poético, melancólico y existencial. En vez de la épica o la furia ciega, estas bandas nos han ido ofreciendo vulnerabilidad, dolor y redención, transformando cada disco en una carta abierta, cada show en una ceremonia.

La noche del 8 de mayo en Sala Metrónomo no fue la excepción. Pese a la lluvia que cayó durante toda la jornada en Santiago, el público respondió con fervor. La apertura estuvo a cargo de Relámpagos, una de las agrupaciones locales más sólidas del último tiempo. Su presentación fue breve pero contundente: una descarga madura y bien ejecutada de hardcore emocional que confirmó por qué son considerados uno de los proyectos con mayor proyección dentro de la movida local. Lejos de parecer un simple teloneo, su show fue una declaración de principios: intensidad sin pretensiones, letras filosas y una ejecución impecable. La agrupación demostró estar listos para escenarios mayores, y esta noche lo dejaron claro.

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Cuando Touché Amoré subió al escenario, la sala se volvió un campo magnético de emociones contenidas. El inicio fue avasallador: “~”, la pieza icónica del Parting the Sea Between Brightness and Me (2011), abrió la ceremonia como si se tratara de una invocación silenciosa, una preparación espiritual antes del estallido. Y así fue: “New Halloween”, de Stage Four (2016), explotó con toda su fuerza emocional, encendiendo de inmediato los primeros stage dives y empujones.

“Nobody’s”, del más reciente Spiral in a Straight Line (2024), irrumpió como una ráfaga de actualidad, seguida por “Green”, uno de los cortes más sensibles y melancólicos de ese mismo álbum. El ritmo no decayó en ningún momento, y con “Amends”, rescatada del querido Parting the Sea…, comenzaron los primeros gritos colectivos, esa forma de comunión coral que solo las bandas de esta estirpe logran generar. “Praise/Love”, de Is Survived By (2013), y “Reminders”, de Lament (2020), mantuvieron ese vaivén entre lo crudo y lo melódico, con Jeremy Bolm intercalando agradecimientos y gestos de asombro ante la intensidad del público chileno.

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La interpretación de “Hal Ashby”, otra pieza nueva, confirmó que la banda sigue explorando el terreno de la pérdida con madurez y fuerza. “Home Away From Here”, “Disasters” y la esperada “Harbor” —esta última, una joya de Is Survived By— sirvieron de puente perfecto hacia la sección más visceral del set. “And Now It’s Happening in Mine”, del debut …To the Beat of a Dead Horse (2009), apareció con el nombre “Spacejam” escrito en el setlist, casi como un guiño irónico, pero lo que se escuchó fue pura nostalgia abrasadora, seguida de la tormentosa “Uppers/Downers” y la poderosa “Come Heroine”, que nos recordó por qué Lament se convirtió en uno de los discos más valorados de su carrera reciente.

La recta final no dio respiro: “Just Exist” y “Pathfinder” elevaron aún más el frenesí, mientras los cuerpos se lanzaban sin pausa al escenario. Luego llegaron “Palm Dreams” y “Rapture”, ambas de Stage Four, que conjugan el duelo y la belleza en equilibrio perfecto. La banda cerró el set principal con “Limelight”, uno de los himnos más recientes y coreados, para luego dejar a la sala envuelta en aplausos, sudor y una tensión que solo se resolvió con el bis final.

Y entonces, como si el corazón del show hubiese sido guardado para el último momento, Jeremy Bolm regresó al escenario y presentó “Flowers and You”, el tema que abre Stage Four, como un homenaje a su madre. Las primeras notas resonaron con una fuerza inusitada. Fue el clímax emocional de la noche. Todos gritamos con él. Todos, en ese instante, fuimos él. Porque eso fue lo que ocurrió el 8 de mayo en Sala Metrónomo: una catarsis compartida, una ceremonia de identificación y memoria, una validación generacional que nos recordó que, aunque el tiempo pase y el mundo se complique, todavía hay bandas que hablan nuestro idioma, que nos sostienen cuando todo parece colapsar. Touché Amoré no solo debutó en Chile; se quedó grabado en la piel y en la historia de quienes estuvimos ahí. Bajo la lluvia, ardimos juntos.

Setlist:
New Halloween
Nobody’s
Green
Amends
Praise/Love
Reminders
Hal Ashby
Home Away From Here
Disasters
Harbor
And Now It’s Happening in Mine (‘Spacejam’ written on setlist)
Uppers/Downers
Come Heroine
Just Exist
Pathfinder
Palm
Dreams
Rapture
Limelight
Honest Sleep
Flowers and You

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