Bandas invitadas: Entrópica y Música para volar
19 de octubre 2024.

Por Francisca Neira.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

La primera vez que vi a Virus fue por el ’86 u ’87 cuando en un día de verano mi mamá nos metió “a la mala”, a mí y a mi hermana, en la piscina privada del Hotel Antofagasta. Desde el agua y con los típicos flotadores de alitas vi en el balcón a Federico Moura reír y mover con sus pelos claros al ritmo de la brisa marina. Recuerdo a mi mamá embelesada mirándolo y creo que un poco por imitación, tomé la misma actitud. Por la noche, y desde el techo de la casa de infancia, los vi chiquititos sobre el escenario del estadio local y tarareé “Luna de Miel en la Mano” sin tener idea de lo que salía de mi boca. Anoche, casi 40 años después, me reencontré con esa banda que marcó parte de mi niñez y que me ha acompañado toda la vida.

Pero vamos por partes. La noche fue larga y partió temprano con la aparición de Entrópica, cuya misión fue dar forma al ambiente que recién comenzaba a conformarse con la entrada de los primeros asistentes al show. La voz profunda pero muy melódica de la también productora se alineó a la perfección con el sonido de teclados y sintetizadores que emanaban una música bailable, entretenida, pero también de tintes oscuros y graves que, sin mayor esfuerzo, meneaban la cabeza y tambaleaban los pies del público incipiente.

Después de la bajada de Entrópica y algunos minutos de espera, fue el turno de Música Para Volar, cuarteto argentino enfocado en versionar a Soda Stereo, Fito Páez y Charly García, en sus diferentes épocas y estilos, adueñándose sin problemas de un sonido tan familiar que resulta imposible no conmoverse al escucharlos. “Trátame Suavemente” y “Mariposa Technicolor” fueron los hits con los que el baterista y vocalista, José Matteucci, y compañía decidieron abrir su impecable presentación. No obstante, las miradas de la noche fueron para la bajista Julieta Sciasci, quien con una voz dulce y una presencia escénica notable plasmó una impronta distintiva a la banda de covers.

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Finalizado el segundo acto de apertura y con un teatro Coliseo bastante poblado de gente de variadas edades, subió al escenario Virus, comandado por los hermanos Marcelo y Julio Moura, integrantes de la formación original del grupo, esa que en 1979 comenzaría a escribir un capítulo trascendental del rock argentino más underground y contestatario, ese que planteó letras agudas, críticas, con temas tabú y provocadores y que, por si fuera poco, enarboló una estética desafiante, sensual y ambigua que descolocó (sobre todo en los inicios) a críticos y fanáticos.

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“Sentirse Bien”, perteneciente a Tierra del Fuego (1989), primer disco tras la muerte del emblemático vocalista original, Federico Moura, abrió el setlist de la noche. Las melodías suaves y la presencia elegante del sintetizador, tan características de la música de Virus, se expandieron rápidamente por el recinto de Nataniel Cox y aislaron sin problemas el frío que el cambiante clima capitalino había impuesto en las calles. De ahí en adelante se desplegó una lista de canciones que abarcaron la discografía completa de la banda, aplacando la nostalgia de verlos seguir tocando sin la presencia del vocalista original, también principal letrista, junto a Roberto Jacoby, de la primera época del quinteto.

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Mientras se sucedían “Me Puedo Programar”, “Persuadida” y “Destino Circular”, tanto el público como los músicos se relajaban y se evidenciaba cómo el disfrute del momento crecía. Ya para la mitad del concierto, el público había entrado en el calor suficiente para comenzar con la batería de hits: “Sin Disfraz”, “Imágenes Paganas”, “Amor Descartable” y la super bailable “Wadu Wadu” mantuvieron el ánimo del público en el peak, todos coreando y bailando al son de las canciones que han escuchado durante años y que anoche sonaron con una calidad notable y con la precisión que se espera de músicos de la trayectoria de los que anoche se subieron al escenario del Coliseo.

Y eso, quizá, es lo más lindo de este tipo de conciertos: que no importa quién esté al frente del micrófono o detrás del lápiz poético que escribe las letras, es la música en sí misma, en una acción recursiva, la que nos mueve a escucharla una y otra vez. Y a sentir una y otra vez. Y nos lleva a los mismos lugares una y otra vez. Yo volví a mi infancia, a mi mamá, a mi adolescencia New Wave y a volver a cantar “Luna de Miel en la Mano” (ahora con consciencia) desde el techo de mi casa. Y no puedo más que agradecer por eso a Virus y a su (la) música.

Setlist:
Sentirse Bien
Tomo lo que Encuentro
Ausencia
Me Puedo Programar
Hago Más
Amor o Acuerdo
Persuadida
No Va Más
Destino Circular
Los Sueños de Drácula
Medley
Sin Disfraz
Volátil
Superficies de Placer
Imágenes Paganas
Dame una Señal
Amor Descartable
El Probador
Mirada Speed
Hay que Salir del Agujero Interior
Wadu Wadu

Encore:
Pronta Entrega
Luna de Miel en la Mano
Carolina

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