Por Jorge Fernández.

Así como se lee, con todo lo contradictorio que puede existir en un título arbitrario que, sin embargo, calza perfecto con el contenido del libro “William S. Burroughs y el culto del Rock ´N´ Roll” de reciente publicación en español a través de la editorial nacional Club de Fans.

El libro es un ensayo de carácter divulgativo que abarca la relación que existe entre uno de los baluartes insignes de la Generación Beat y figuras claves del rock de la segunda mitad del siglo XX. Con historias y anécdotas que van dibujando un arco de estrechez cultural y artística, a ratos forzada, a ratos circunstancial y, la mayoría del tiempo, azarosa.

Dividido en capítulos estratégicamente diseñados para contener la diversidad de contenido, su autor Casey Rae realiza un recorrido por la vida del autor norteamericano, tomando como eje esencial sus vínculos con la música y, principalmente, con la inspiración que provocó su literatura en toda una generación, destacando entre todos, por supuesto, su obra magna “El Almuerzo desnudo”.

null

Con el correr de las páginas se va haciendo visible cómo sus ideas y metodologías van tomando vida en artistas de toda índole. De este modo, conceptos como “Cut up” y “Control” se relacionan directamente con estructuración de canciones o ideologías preconcebidas de acérrimos groupies famosillos. No sólo eso, incluso se muestran pruebas fehacientes de la importancia de Burroughs en títulos tan significativos para la cultura popular como “Blade Runner” y “Heavy Metal”. No por nada Patti Smith menciona que su escritura es una especie de biblia alternativa.

La intencional y supuesta relación con Kurt Cobain, su encuentro, su posible conversación. Los rasgos propios inducidos en la figura de David Bowie. Los extraños encuentros con figuras como Lou Reed o el vínculo con Dylan. Las reuniones con Paul y Ringo en un sitio menos convencional que un estudio. La idea original de una cinta basada en una de sus historias que sería protagonizada por Mick Jagger. Sonic Youth, Ministry, REM. Son sólo fragmentos cortados, al modo que le gustaría al autor, para describir un libro que ahonda en un poco carismático autor que no buscaba relacionarse con nadie y que, no obstante, parece haberlo hecho con todos.

Hay que destacar también que, seguramente, uno de los vínculos más estrechos y, a la vez, menos prefijados, con respecto a Burroughs es su armonía (¡qué rara esta palabra para introducir lo que viene!) con el punk rock. Sus clásicos Cut ups, su sensación asquienta ante el Control regularizado (y permítaseme la mayúscula necesaria esta vez) son símbolos inalienables de la filosofía punk así como también lo fue el predecesor movimiento vanguardista Dadá. Por este motivo es que también entre las páginas del libro desfilan sujetos irreverentes e íconos del movimiento como Ian Curtis, Jello Biafra o Joe Strummer, este último, como invitado recurrente de uno de los lugares donde vivió al que se le denominaba el búnker.

De literatura y música hay mucho que decir. En el libro se vislumbran relaciones inevitables con Poe o con los denominados poetas malditos. Su estrecha relación con su amigo Allen Ginsberg y con los músicos que han destacado en las letras como Bob Dylan y Patti Smith. Y es que este ensayo es un recopilatorio esencial para entender a una figura inentendible. A un sujeto que no buscaba nada, pero que, así y todo, estaba en todos lados.

“Cuando no cortas el presente, chorrea el futuro” dice Burroughs para justificar uno de sus estilos más marcados. Hoy, nuestro presente es ese futuro del que hablaba y ya vemos que ni siquiera los que intentaron fragmentar ese diario vivir, consiguieron algo mejor y más consistente. El futuro de Burroughs, chorrea desquiciadamente y el nuestro, lamentablemente seguirá haciéndolo de igual forma.