Silvia Pérez Cruz en Chile: Cuando una mujer se vistió de una noche llena de estrellas
Teatro Nescafé de las Artes, 13 de junio 2017.

Por Omar Saldias.
Fotografías por Francisco Aguilar A.

Nunca he sido bueno recordando nombres, pero el de Silvia Pérez Cruz se resiste a ser olvidado. Ayer en su regreso a nuestro país la artista catalana nos volvió a inflar los corazones, volvió con sus palabras, con más integrantes, más músicos; cinco tremendos artistas de cuerdas, dos violines, una viola, un contrabajo y un violonchelo. Músicos a su medida con los que lleva más de ocho años juntos que se presentaron en una noche donde tuvo el doble de público y el doble de aplausos para recibirla cuando pisó el escenario.

Su visita traía de la mano la presentación de su último disco Vestida de nit, publicado este año, el que es compendio de clásicos del folclore, de canciones a las que Silvia ilumina con su luz y como ella dice las inyecta con todo su amor.

La noche partió con un tema inédito con el que sembró de sonrisas el teatro para continuar con su versión de “Tonada de Luna”, una ejecución perfecta donde los bajos de las cuerdas sólo enamoraban más a un público que seguía con atención a la luminosa artista que con un vestido rojo proyectaba pura emoción.

En tiempos donde el folclore no es de gustos masivos y donde los cantautores son cada vez más de nicho, aparece Silvia Pérez Cruz quien nos explica la gestación de cada uno de sus canciones, que por sobre todo están hechas con un profundo amor y respeto por las raíces musicales del país que fuera: Bolivia, Chile, Argentina o su natal España.

Es en este sentido donde la música de Silvia tiene eco en rejuvenecer canciones importantísimas de nuestra historia y acercarlas a nuevas audiencias.

>“Soy de entregarme, de pensar en la sonoridad de esos temas. Eso es lo que me enamoró” bien decía Silvia a su público. Y es que el ambiente que logra con su quinteto de cuerdas y una voz reconocida mundialmente remueve hasta al más frío corazón.

Así, pasaron temas como “Aleluya” de Leonard Cohen o “Ai, Ai, Ai”, en donde nos hizo cantar a todos. El momento más emocionante de la noche fue con “No hay tanto pan”, una metáfora de la desigualdad social que nos dejó sin aliento.

Silvia Pérez Cruz se despidió del escenario con aplausos de pie, lo que demostró un público agradecido de una artista que en casi dos horas nos llevó desde el Mediterráneo hasta Brasil, desde la alegría al cantar, hasta el más desgarrador flamenco, un mosaico fascinante y lleno de pasión.

La joven artista catalana no tan sólo confirmó su gran talento, sino que nos dejó una noche llena de nuevas estrellas que mirar.

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