Llegó el cuarto. Una arriesgada ruta ha recorrido Matías Soto, bajo su proyecto Armisticio; un espacio de pop, electrónica, experimentación discursiva que ha aportado al panorama un enriquecedor registro respecto a cómo se ve y escucha la vida cuando tienes veinte.

8 canciones rotuladas como “Arritmia” se consignan en este nuevo statement musical, piezas “ligadas a una forma pop con momentos de avance y ruptura dentro de la misma”, como dice el mismo músico respecto al LP del que ya conocíamos «Médula», «Insectos de Sueño» y «Miradas Danmaku».

“Una redacción a mediana velocidad de sensaciones y puntos álgidos, que residen en ideales propios, logrando palpar matices de manera temporal”, es como define este cuarto trabajo de estudio el chileno. Sin hacer una revelación total de sus inquietudes o pensamientos, en este disco se intentan construir los pasajes y las estructuras que se saben volátiles como un líquido; que fluyen, avanzan y se constituyen “de manera amorfa pero unificada”.

“Arritmia” tiene estados y etapas; comparte las ambigüedades de la juventud y sus sonidos, converge estilos, países y corrientes ideológicas. Sin temor, Armisticio se expone sincero, consciente y denso, una condición que lo destaca de sus pares y lo potencia como un obrero de su musicalidad. Un recorrido sorpresivo, que supo de hiperactividad, pop, sintetizadores y Manabu Namiki, que hoy expone el mapa completo del sigiloso y caótico cerebro de Armisticio.