Por Pablo Guerrero.

La penúltima jornada del 14° Festival de Cine y Documental Musical, In-Edit, tuvo entre sus protagonistas la proyección de la película Cassette: A Documentary Mixtape, un filme que intenta contar la historia del casete y su vital importancia para las escenas punk y hip hop, y el posterior desarrollo de ellas. El filme apela a las emociones y cuenta con la participación protagónica del inventor del revolucionario artefacto, Lou Ottens, un entrañable anciano que durante toda la película se rehúsa a admitir nostalgia por aquel formato de audio, que hoy goza de un inusual ‘revival’ de ciertos círculos.

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La ópera prima de Zack Taylor, logra obtener el interés del público gracias a la encantadora personalidad del protagonista, que está captada con maestría por la cámara del cineasta, quien, además, consigue reunir a otros actores importantes en la creación del artefacto sonoro que fue lanzado al mercado por la empresa Phillips en 1962 (Europa) y en 1964 (Estados Unidos).

El filme se complementa con la participación de ídolos de las escena punk y alternativa de la década de los 80’s como Henry Rollins (Black Flag), Thurston Moore (Sonic Youth) e Ian MacKaye (Minor Threat, Fugazi), quienes profesan su amor por el formato análogo y cuentan diversas anécdotas que giran en torno al casete. Ese mismo cariño es el que guardan los primeros DJ´s de la escena hip hop de Nueva York, quienes utilizaron esta tecnología de bajo costo y fácilmente reproducible para hacer música bajo la consigna ‘Do It Yourself’, al igual sus símiles contemporáneos rockeros.

La película también relata la inminente muerte del casete en la primera mitad de los años 90’s debido al impacto del compact disc que, paradógicamente, también fue inventado por Ottens. Sin embargo, y gracias a un grupo de entusiastas, soñadores y a una nueva generación de fanáticos de la música, el casete sobrevivió a su desaparición y adquirió un nuevo valor al convertirse en un objeto de deseo para coleccionistas y personajes obesionandos con las décadas pasadas.

Durante el transcurso de la película todos sus personajes – Daniel Johnston y Damien Jurado incluídos– señalan que el mayor valor del casete en la actualidad es que se trata de artefacto que puede ser manipulado abiertamente, es decir, puede ser guardado, reciclado, palpado, regalado y rediseñado en su aspecto, otorgándole una singularidad especial que recurre a las emociones de las personas.

La cinta también cuenta con los testimonios de coleccionistas y jóvenes emprendedores como los fundadores de Burguer Records, quienes editan a algunos los artistas que fichan bajo ese formato análogo, porque reconocen la existencia de un grupo de personas que adoran comprarlos, pero admiten desconocer a mayor profundidad el detalle de quiénes conforman dicho grupo.

Finalmente se puede señalar que Cassette: A Documentary Mixtape es un documento serpenteante que deja fuera muchos hechos importantes a favor de reminiscencias sobre un formato que nunca tendrá la masividad que alguna vez gozó. No obstante, la obra logra producir el efecto esperado en los espectadores al punto de que al finalizar el largometraje muchos tratamos de recordar dónde está guardada esa caja que contiene nuestros primeros tesoros, en mí caso, cintas de Pink Floyd, Nirvana, compilados de britpop y los primeros trabajos de Sepultura.