Por Paulo Domic

El legendario cantante sueco de hard rock, rock progresivo y heavy metal, recientemente lanzó un nuevo disco con Headless, banda italiana liderada por el guitarrista Walter Cianciusi. Bajo el título de Square One, este es el cuarto disco del grupo y el tercero consecutivo que cuenta con la voz de Edman.

El talento vocal de Göran Edman es tan grande como su bajo perfil y timidez. “No me gusta verme a mi mismo”, nos dijo entre risas cuando le pedimos encender la cámara de la video llamada. Y es que él nunca ha tenido mucho interés de sobresalir y figurar. Su aporte es su voz y sus melodías, que han decorado la música de más de 50 discos de diferentes artistas que lo han buscado para contar con su trabajo. De hecho, a sus 65 años, su vida transcurre bastante solitaria en una casa a las afueras de Estocolmo, en el campo, cerca de las aguas del Mar Báltico y en compañía de sus dos gatos. Ahí es donde tiene su estudio en que él mismo de graba para los numerosos trabajos que le siguen llegando gracias al intacto estado de su voz. Diez metros cuadrados donde hace su magia y donde se mantiene lejos de sus temores.

Su historia está marcada por su paso por la banda de Yngwie Malmsteen, guitarrista sueco que es famoso por su tremendo virtuosismo y ego. Con él sacó dos discos, Eclipse (1990) y Fire and Ice (1992), los cuales escalaron muy alto en las listas, especialmente en Japón. Éxito y popularidad que debía enfrentar con bastante incomodidad debido a su pánico escénico y al carácter errático y cambiante de Malmsteen, quien muchas veces lo trató muy mal, tanto en lo personal, como en los acuerdos económicos.

Tuvimos la suerte de conversar con él ese día en que las redes sociales colapsaron. Afortunadamente, Skype no presentó problemas y pudimos comunicarnos. Sin embargo, él mismo estaba bastante confundido y pensó que el problema era de su teléfono. A través de la conversación, pudimos hablar de este reciente trabajo y también regresar a momentos pasados de su carrera en la que se ha rodeado por muchas celebridades del metal y el rock internacional.

¿Cuánto cambió tu vida en este último par de años?

En mi caso, no cambió mucho. Porque nunca ando mucho de gira. Paso mucho tiempo en mi estudio grabando. Y la verdad, este tiempo fue un impulso para eso, porque en lugar de andar tocando, los músicos comenzaron a crear y grabar nuevo material. Así que tuve mucho trabajo durante la pandemia.

¿Como llegaste a volverte un miembro permanente de Headless?

Cuando los “clientes” están muy satisfechos con lo que haces, ellos vuelven por más. Eso me dice que a ellos les gusta lo que hago. Así es como nos hemos mantenido en contacto.

Entiendo. Entonces tu rol es de cantante de sesión.

En este mercado todos saben que soy un “prostituto” de este negocio, trabajando con tantas bandas y artistas. No puedo ocultar ese hecho. Pero realmente disfruto trabajando con ellos. Me gusta mucho su música y sus personalidades. Hay una gran química entre nosotros. Se siente como si fuéramos una banda, pese a que estamos físicamente lejos y nunca podemos ensayar juntos.

La única vez que tuve esa dinámica de banda fue en el tiempo de Madison, y eso fue a inicios de los ochenta. Eso fue en los buenos viejos tiempos.

Y en tus tiempos con Yngwie Malmsteen, ¿no eran una banda real?

Bueno, ya sabes, ahí nos juntábamos para un trabajo muy concentrado y enfocado. Para ensayar para la gira, por ejemplo, se arrendaba un estudio por tres semanas y ahí íbamos cada día. Y luego comenzaba la gira. Y lo mismo cuando era el momento de grabar en estudio.

Volviendo a Headless, ¿escribes algo para la banda?

Sí, algunas letras y melodías vocales, sobre todo. A veces llegan con ideas más o menos concretas y otras veces no tienen nada y ahí entro yo. Para este último disco, creo que escribí unas dos letras.

¿Cómo fue el proceso de grabación?

Ellos me enviaron las partes instrumentales y ahí me tomé un tiempo para hacer las melodías vocales. Ellos querían ver qué podía crear yo desde su material. Luego se las mandaba de vuelta y ellos me daban comentarios, correcciones o melodías alternativas. Si ellos me piden algo que no me acomoda mucho, hago propuestas. Pero si ellos dicen que no, la verdad es que no soy terco y arrogante. Me ajusto a lo que me piden.

¿Hay alguna diferencia entre este disco y los anteriores que has grabado con Headless?

Para mí, no mucha, porque a mi me llegan las canciones cuando ya están listas. Pero para ellos, hubo otros factores que hicieron distinto este disco, especialmente en cuanto a la creación.

¿Cuál es tu canción favorita de este disco?

“Risin’ Up”, creo. Es diferente al resto de las canciones, me gusta mucho.

Hay algún plan de salir de gira con Headless

Han hablado de tal vez tocar en mayo de 2022, abrir para unas bandas. Pero nada está determinado. Los detalles aún deben ajustarse. En mi caso es siempre un problema salir de gira, porque vivo con dos gatos y ellos rigen mi vida (risas). Si no encuentro niñera para gatos, ¡no hay tour! Tiene que quedarse alguien que haga exactamente lo que yo haga cada día con ellos. Así que es un poco complicado.

¿En qué estatus está Karmakanic?

No lo sé, Jonas Reingold está tocando con Steve Hackett. Está con muchos proyectos. Me envió algunas canciones que quería que revisara, pero no hay apuro. Él también está grabando y tocando con The Flower Kings, así que está muy ocupado.

¿Cómo y cuando te diste cuenta de que querías ser cantante?

Creo que fue una coincidencia la que me puso en el canto. No se me pasaba por la mente ser cantante, músico o nada de ese tipo. Me gustaba mucho la música, especialmente el progresivo. Escuchaba mucho Yes y Genesis. Y toqué en bandas de garaje, hacienda covers y cosas así. Y así poco a poco una cosa fue llevando a la otra. Dejé de cantar un tiempo mientras hice el servicio militar, y luego regresé. Pero no estaba dentro de mis planes. Cuando me uní a Madison, ahí las cosas comenzaron a fluir más, ya que ellos tenían muchas ambiciones. Nos movimos a la gran ciudad y eso cambió mucho mi vida. Ya tuvimos manager, tocamos en lugares importantes y en ese proceso me conoció John Norum (guitarrista de Europe) y me pidió que cantara algunas canciones para su primer disco solista luego de irse de su banda cuando estaba en el peak de su popularidad. Y con esa vitrina, repentinamente me vi envuelto en la banda de Yngwie Malmsteen.

En los ochenta y los noventa, tu carrera musical estuvo en el heavy metal. Pero luego fuiste moviéndote al rock melódico y al progresivo. ¿Fue esa una transición natural para ti?

Si, porque el metal no era lo mío, para nada. No escuchaba esa música. Me gustaba el hard rock, Deep Purple, Black Sabbath, Kansas, Led Zeppelin, Rainbow o Dio. No escuchaba a Judas Priest, Scorpions o Iron Maiden.

¿Y cómo lograste cantar canciones como “Motherless Child” (Yngwie Malmsteen), de tan alto registro?

De hecho, odiaba cantar esa canción en vivo. Era posible en el estudio, porque puedes tomarte descansos. Pero en vivo tienes que cantarla completa y creo que nunca logré hacerlo bien porque me cansaba a la mitad. Y terminaba ahí luchando y debilitándome. Así que no era raro que a veces me quedara medio tono debajo de algunas notas porque tenía que forzar mucho mi garganta y mi diafragma.

Recuerdo una vez que fuimos a Japón, al Budokan, y nos pidieron expresamente tocar “Motherless Child” y “No Mercy”. Eran las más importantes y más encima la TV iba a grabar ese show. Cámaras por todos lados. Me sentí muy aterrorizado, cantar esas canciones frente a 10 mil personas y siendo documentado (risas).

¿Y cómo salió?

Bueno, ¡sobreviví! (risas). Qué más te puedo decir… no me siento orgulloso de esas actuaciones, pero así es la cosa cuando en estudio cantas lo que en vivo luego no puedes cantar.

Yo me veo a mí mismo más como un cantante de estudio. Soy muy bueno en los detalles, en fragmentos. En enfocarme en una parte, luego escuchar la canción completa y ver cómo queda. Y lograr que se sienta natural, sin cortes. Entonces a veces hago hasta 10 tomas distintas de una línea, de un verso, para luego dejar lo mejor de todas ellas en una sola. Y eso me sale muy bien, nací para eso. Cantar en vivo siempre ha sido un terror para mí, porque de partido, tengo pánico escénico. Me siento incómodo cantando en frente de la gente. Tampoco siento que sea un buen frontman. Soy muy tímido.

Bueno, eso es respetable. Porque pese a lo que me cuentas, tu voz está en perfecto estado. ¿Qué haces para mantenerla así? No ha cambiado mucho en los últimos 20 años.

Creo que en la Era Malmsteen mi registro era mejor, más alto. Pero, por otro lado, mejoré más mi registro medio y es ahí donde quiero estar. Y bueno, hago ejercicio, me mantengo en forma y estoy constantemente cantando con todos los trabajos que me mantengo haciendo. Me ayuda mucho mantenerme trabajando.

¿Sientes que has perdido alguna habilidad vocal?

Aparte de un poco de registro, creo que no. Usaba una técnica distinta antes, mezclaba mi voz normal con falsete y eso me permitía llegar a notas más altas. Y ese es el tono que la gente más adora de mí. Ya no lo hago tanto y por eso no me sale tan natural, pero eso es más que nada una opción artística y personal.

Hemos escuchado muchas historias tristes sobre tu tiempo con Yngwie. Pero hablemos de los buenos recuerdos. Desde la perspectiva del tiempo, ¿qué cosas positivas te llevaste de esa etapa de tu carrera?

Desde lo laboral no mucho. Pero el viajar, el vivir en Estados Unidos, cerca del mar y con ese clima, fue fantástico. Aprendí mucho a sobrevivir, porque no era fácil lidiar con él y nunca sabías con qué podría salir. Aprendí a trabajar bajo presión, a dar lo mejor de mí y tener el coraje de pararme en un escenario sin importar cuán incómodo podía estar. Aprendí a dominar a esos demonios y a tener más confianza en mí mismo. Y claro, gané una reputación como cantante. Si no hubiera estado ahí, probablemente no estaría hoy en mi casa cantando en mi estudio. Eso me abrió muchas puertas. Tengo que admitir eso. Estoy agradecido de esos tres años con él.

Mucha gente piensa que después de tus discos con Yngwie, el disco The Last Viking con los hermanos Jens y Anders Johansson, junto a Michael Romeo de Symphony X, es de los mejores de tu carrera. ¿Por qué no continuó ese proyecto?

No lo sé, creo que ellos estaban en muchas cosas. Probablemente no vendió mucho en su momento y eso no los motivó a grabar una secuela de ese álbum. Y realmente no sabía que a tanta gente le gustaba ese disco. Pero cuando lo re escucho, de verdad me gusta mucho la composición, con ese toque melancólico escandinavo tan típico de Jens. Con el tiempo aprendí a apreciarlo. En su momento, estaba cansado de esa clase de música, porque odiaba a Yngwie y todo eso. No lo aprecié mucho. Pero ahora siento que me gusta bastante.

Has cantado la mayoría de tu trabajo en inglés. Pero con los suecos de Mårran, cantaste tres discos en sueco. ¿Se te hizo más fácil hacerlo?

No reamente, porque la memoria muscular hace que suene más a un americano intentando cantar en sueco. Suena con acento americano. La costumbre hace que suene así. Tuve que trabajar mucho y concentrarme bastante. ¡Fue algo extraño! Pero fue divertido trabajar con ellos, porque ahí también trabajamos como banda, juntándonos y creando en una sala de ensayo.

¿Y has sabido algo de Nikolo Kotzev, con quien grabaste tantos discos en su proyecto Brazen Abbot?

No, realmente. Él tenía mucha fe a ese proyecto, pero no fue el momento preciso para escribir ese tipo de canciones. La música ya estaba en el tránsito hacia una era totalmente distinta. Al final pensó que el esfuerzo y el dinero que debía poner en esa banda, con tantas estrellas juntas, no era suficiente como para motivarse a continuar. Su última ambición iba por el lado de hacer una nueva ópera rock, que llamaría Draconia. Pero no pasó nada finalmente. Tenía mucho avanzado, incluso tenía pensado grabar con una orquesta sinfónica. Yo sería el narrador de la historia. Pero en algún punto, eso murió.

¿Qué se viene para el futuro?

Estoy grabando con varios proyectos, pero nada aún pronto a ser lanzando. Cuando sea el momento, tendrán noticias.